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Tomás Calvillo Unna

31/05/2023 - 12:05 am

El grito silenciado de la madrugada

“La irrupción de la nada en la habitación de la creación”.

“Ocultas caricias del viento”. Pintura: Tomás Calvillo Unna.

I

Hay que despojarse

de la armadura de las creencias:

ideologías, ciencias, credos.

Dejar al viento

que estremezca los cuerpos,

al agua,

al fuego,

a la tierra,

al éter, esa alteridad que respiramos;

lo más abstracto y concreto.

Los poros de quien sabe qué,

nombrado Ser,

esa herencia de la lengua;

un saber antiquísimo

pronunciado en petroglifos.

Hay que recorrer

las cortinas de los idiomas

y permitir al paisaje

recuperar su presencia.

II

Las palmeras siguen ahí,

cada vez hay menos;

asombradas,

aparentan preguntar a los cielos,

de que se trata todo esto…

Estampas, emblemas,

custodios, amuletos,

el instinto

que busca prorrogar su permanencia

y advertimos del otro lugar,

que está aquí, y no vemos.

III

Los camiones

descargan arena y piedras

en torno a sus raíces,

algunas perduran,

otras ya han caído.

Si alguien fuera capaz de diseñar

una maravilla así,

con sus edades como anillos,

sus verdes de danza

entre la sombra y la luz;

esas caricias ocultas de los vientos,

sin duda,

alcanzaría una potestad admirable.

Pero el autor de este bosque tropical,

el rain forest

de la auditiva lluvia

en la fonética del inglés

¿a quién le interesa?

Las tiras de asfalto, los motores,

la velocidad y un etcétera

más que abusivo e ignorante,

son los nuevos amos

que compiten y desafían

a las diosas y dioses

de las nubes preñadas

de insostenibles augurios.

IV

La ética de la metafísica

anida en la experiencia,

es

su traducción

ante los costales de la infamia

que se superponen

en la trinchera de una agonía

que se busca ignorar.

V

Pareciera que pronto

nos convertiremos

en un instrumento más,

del experimento

masivamente procesado

en algoritmos;

esa alteración elegida

que priva a la palabra

de su misma presencia.

Somos ya fórmulas,

con sus vértigos de consecuencias.

La irrupción de la nada

en la habitación de la creación.

Una trampa mayúscula:

el usufructo de un bien

que a nadie pertenece.

VI

Esas aves de la madrugada

picotean la ventana

con el instinto peculiar

de la insistencia;

desde el manantial de sus ojos se buscan.

en el laberinto cuántico

que se instaura en cada rincón.

Presagian la migración de las almas

desalojadas del templo de la conciencia.

La pretensión triunfante de suplantar;

la amnesia del suicidio colectivo

un signo más de la esquizofrenia sistémica.

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