
Imposible no indignarse ante los recientes escándalos de derroche de la clase gobernante de Morena y partidos aliados, la verdad. Qué impúdica la riqueza de la nueva realeza de la Cuarta Transformación. Y es que, querido lector, los escándalos contradicen el mensaje de austeridad que tanto enarboló el expresidente López Obrador, como el corazón de su mensaje político. Todavía recuerdo bien cuando le sugería a la gente, en la mañanera, que sólo aspirara a tener un par de zapatos ¿para qué más? En ese entonces me parecía que romantizaba la pobreza y que era, para los pobres, una afrenta. Pero, al menos, sus ideas se sostenían en su forma austera de vida, en que predicaba con el ejemplo. Una forma de vida radicalmente distinta a sus antecesores, que solían vivir como reyezuelos a costa del erario, en una forma de vida que, en efecto, implicaba tener una casta gobernante muy rica que no sentía ninguna vergüenza frente a un pueblo muy pobre.
Hoy, los dichos del expresidente me parecen una cruel burla para la gente cuando veo en X la abrumadora documentación que el periodista Jorge García Orozco lleva días subiendo en la red de los lujos que la pareja de legisladores formada por el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el morenista Sergio Gutiérrez Luna y su esposa la Diputada Diana Karina Barreras del PT, a quien apodaron “Dato Protegido” tras haber denunciado a una ama de casa en redes por violencia política de género, han exhibido sistemáticamente en sus propias redes sociales sin tener, aparentemente, la menor consciencia de ello. Y es que el culto a la propia imagen de la Diputada, más parece de una socialité o una modelo, que de una humilde legisladora.
La lista de bienes que García Orozco ha expuesto parece interminable entre múltiples joyas, relojes, champañas, ropa, zapatos y bolsas de diseñador, obras de arte, todas de las marcas más caras del mundo como Cartier, Tiffany, Gucci, Dolce & Gabbana, Louis Vuitton.
Abrumador, por donde se le vea, y no una anomalía en quienes claramente encuentran en la ostentación un modo de vida mientras que son parte de la “Cuarta Transformación” que, como decía, reivindicaba la austeridad como forma de vida. Y claro, ya hay gente en las redes realizando la suma aproximada de cuántos millones de pesos habrían gastado y si sus ingresos como legisladores podrían cubrir sus lujos. Y sí, allí están los seiscientos mil pesos de un reloj, el millón de un anillo de compromiso, o cientos de miles de pesos en anillos de Cartier, o cientos de miles de pesos en ropa y obras de arte que resultan inocultables y escandalosas en sus fotos.
Decepcionante, también conocer del lujoso viaje de vacaciones del Secretario de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, a Japón y peor aún la explicación que ha dado al respecto, asumiéndose como una víctima ya sea del trabajo o de espías de la oposición. O de los viajes de otros legisladores por el mundo, o incluso el rumor no desmentido de que la esposa del expresidente López Obrador, Beatriz Gutiérrez, y su hijo se mudaron al extranjero, ni más ni menos que a España… donde también se mudaron en algún momento los expresidentes Felipe Calderón y Peña Nieto, sin la ironía de que ninguno de ellos le exigió disculpas a España por la conquista.
Bochornoso y muy preocupante, porque el viento de estos escándalos está comenzando a disipar, muy rápidamente, el aura de pureza del Gobierno de López Obrador que durante estos años los protegió como una densa niebla, revelando la obviedad de que al final eran, si no iguales, al menos parecidos a los políticos anteriores, en cuanto a sus aspiraciones de clase social, y al gusto por los lujos y una vida ostentosa. Cosa que jamás pudo la oposición reprocharle a López Obrador y en buena medida los llevó al poder.
Naturalmente, estos escándalos han nutrido a la oposición, pero lo cierto es que no son escándalos gratuitos sino provocados por sus protagonistas. Y no se trata de que oculten su verdadera forma de vida, como sugieren algunos críticos de izquierda, sino de que no la tengan, si es que forman parte de una corriente política que ha llevado la reivindicación de la austeridad como su lema, su razón de ser. O quizás sea que esa clase de políticos no existió nunca, como corriente, sino un sólo hombre, más bien solitario en sus aspiraciones de austeridad. Demagogia que, al fin, está agotándose.
Y aunque la Presidenta Sheinbaum ha sido enfática en la insistencia en los ideales que deben regir la actuación de los políticos de su partido y que ella parece sostener, la verdad sobre algunos morenistas poderosos está allí, frente a los ojos de todos. Tal vez ahora se sientan protegidos por el poder, pero en algún momento el aura de López Obrador que tantos votos les trajo y les confirió impunidad, téngalo por un hecho, si continúan estos escándalos, terminara por disiparse. Porque no creo que un votante de izquierda vuelva a darles su voto a izquierdistas de Cartier que, además, abusan de su poder sobre ciudadanos indefensos.





