El periplo tormentoso del evangelista Kaká llega a su fin, el brasileño vuelve a casa

03/09/2013 - 12:30 am
Foto: Twitter
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Ciudad de México, 3 de septiembre (SinEmbargo).- Se quito la elástica del Milán y en la camiseta blanca que llevaba debajo se podía leer: “I belong to Jesus”. El astro brasileño le dejaba claro al mundo su fervor religioso tras ganar la Champions League en 2007. Kaká se volvió ídolo en la ciudad italiana reina de la moda con un juego vivaz de amplia visión de campo. Sus dotes le hicieron ser el mejor jugador del mundo el mismo año en el que cargó la ansiada Orejona. Los halagos periodísticos que le fueron dedicados, han quedado en el olvido para desgracia del juego mismo.

Nacido en tierra futbolera, hizo gozar desde muy pequeño con lo que tenía en sus genes. A diferencia de la historia típica de superación personal que tienen todos los jugadores brasileños basada en sus orígenes humildes, Ricardo Izecson fue hijo de cuna estable. Su padre, un ingeniero civil de gran reputación, le dio la posibilidad de continuar jugando sin descuidar los estudios que su madre, profesora ejemplar, le exigía para que pudiera calzarse los tachones. La posibilidad de mejorar sin preocuparse del futuro, en base a una buena educación, generaron un atleta completo.

A los niños en Brasil les llaman Kaká. Un viejo nombre corto que pronto sería repetido por cada rincón del planeta. El deporte más popular del mundo le daría la oportunidad de trascender como siempre lo deseo. Después de que el Sao Paulo gozara con un joven talento, un club italiano histórico lo compró por 8 millones de euros en 2003. A diferencia de Ronaldinho, otro joven baluarte del futbol brasileño a principios de siglo que llegó a Europa mediante una liga de menor rango como la francesa, Kaká tenía 21 años cuando se convirtió en el motivo de la locura Rossonera.

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“Me quiero ir, espero que el club me de las facilidades para hacerlo”, declaró hace unos días tras ganar el trofeo Teresa Herrera frente al Deportivo La Coruña. En 2009 fue comprado por el poderoso Real Madrid. El traspaso acordado en 67 millones de euros, cumplió el deseo del madridismo por ver al talentoso enlace sudamericano vestido de blanco. Lo que comenzó con una ilusión desbordada, concluyó antes de finalizar agosto con una petición añorada por aquellos que en su día le abrieron los brazos dándole una calurosa bienvenida. El paso del evangelista brasileño por Madrid, fue tormentoso.

Creyente empedernido desde pequeño, imagen de Armani, constante colaborador de causas humanitarias, y el primer futbolista en llegar a los 10 millones de seguidores en Twitter, ha confirmado su regreso al lugar donde construyó toda la magia de su carrera. Con el grande italiano llamó la atención de una entidad acostumbrada a tener lo que desea. El Real Madrid pagó un precio exorbitante que nadie juzgó gracias a lo que sus piernas mostraban en cancha. Kaká se convirtió en un fiasco, una decepción que los madridistas mostraban abucheándolo cuando llegaba a estar en cancha.

Ayer, Kaká se asomó a la ventana de su habitación de hotel en Milán con la camiseta Rossonera en sus brazos para agradecerle a los tifosis que cantaban para darle la bienvenida a uno de sus últimos ídolos. “Hay amores que no se olvidan”, declaró sonriente. El acuerdo entre los dos clubes le ha reducido considerablemente el sueldo. De los 10 millones de Euros por temporada que ganaba en Madrid, serán cuatro los que perciba durante los próximos dos años en Italia. “Vuelvo a casa”, sentenció tras cuatro años en su aventura española que prometía convertirlo en leyenda. Las lesiones y su inconsistencia futbolística, le hicieron olvidarse de disfrutar. Hoy, por fin, sonríe en el sitio al que siempre consideró su hogar.

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