Cuando inicié esta serie de colaboraciones en SinEmbargo sabía que no podrían durar demasiado. Recomendar cinco libros a la semana, encasillándolos en determinados temas y bajo criterios más o menos precisos, era una labor complicada. Sobre todo, porque las novelas enlistadas partían de mis propias lecturas que son bastante limitadas. Así, tras poco más de un año y cerca de trescientas recomendaciones, lo más sensato es suspender este ejercicio. De lo contrario, corro el riesgo de repetirme, de reutilizar textos o de forzar listados con el fin de cumplir un requisito semanal.
Un año más tarde y cincuenta y cinco entregas semanales, sigo convencido de lo mismo: la lectura es un acto individual, voluntario y libre. En ese sentido, cuando se ejerce en plenitud de facultades, no se puede hablar de mejores o peores lecturas; si acaso, de tipos de ellas. De ahí que, por fuerza, estas lecturas o, mejor, el resultado de estas lecturas, siempre caiga en el terreno de lo subjetivo y, por supuesto, de lo parcial.
Es en ese entendido en el que elaboro la lista de hoy. He escogido cinco libros que me son muy queridos al margen de su calidad literaria o de los méritos y deméritos que los críticos puedan ver en ellos. Estos cinco libros son como mis amigos: los quiero a pesar de sus defectos o gracias a ellos. En su momento me significaron algo en particular. Me queda claro, sin embargo, que si elaborara esta misma lista en otro momento, terminaría conformada por otros cinco títulos. Tan parciales son mis querencias. Eso sí, de cualquiera de estos libros puedo asegurar que me habría encantado escribirlos.
Procedo entonces a enumerarlos. Tras el título vendrá una pequeña frase, la que hace constar la razón de mi querencia.
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Sólo me queda agradecer al equipo de SinEmbargo, en especial a Alejandro y a Rita, la oportunidad de colaborar con este gran proyecto. Por fortuna han dejado las puertas abiertas para futuras colaboraciones por lo que, espero, pronto volveré a publicar en este medio. Agradezco, también, a quienes leyeron, siguieron y comentaron esta columna. Si consiguió que alguien se aventurara a una nueva lectura, su objetivo se da por cumplido.
