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Alejandro Páez Varela

09/01/2017 - 12:05 am

Pinche clima, neta

Por qué no encierran a Carlos Romero Deschamps, a César Duarte, a Javier Duarte, a Rodrigo Medina, a Roberto Borge, a Jorge Herrera, a Egidio Torre, a los Moreira. Por qué no encierran a toda la bola de saqueadores, desvergonzados, hijos de su madre.

Si digo que el Presidente Enrique Peña Nieto es un mentiroso, ¿violo la Ley? Me lo preguntaba ayer, antes de escribir, y pensaba específicamente en esas multas que se aplican a esos que usan la Bandera Nacional durante un concierto. No es que dudara: sé que es mentiroso. Sé que no tiene empacho ni rubor. Sé también que no es el único Presidente mentiroso pero sé que éste, de verdad, se gana un premio de la Academia (si hubiera una Academia de Mentirosos). Miente con las cifras de inseguridad, miente cuando justifica una metida de pata, miente con los precios de la gasolina. Miente cada vez que lo requiere, y muy seguido lo requiere.

Pero no voy a escribir de sus mentiras, o exclusivamente de sus mentiras. Miente mucho y allí están sus declaraciones públicas. Miente y luego miente sobre sus mentiras, cuando no cumple. Pero no voy a escribir de sus mentiras, digo. Voy a escribir de otra cosa.

***

No estoy autorizado para contar esta historia, así que omitiré detalles. Resulta que el hombre al que me voy a referir nunca antes tuvo un horno de microondas. Resulta que es albañil, dedicado a pegar azulejos. Resulta que cuando en su barrio se movilizaron a saquear tiendas en el Estado de México, ese hombre que llevó siempre una vida decente se dijo: nunca he tenido, en toda mi vida, un horno de microondas y nunca lo voy a tener si no es hoy. Resulta que se salió a la calle, todavía temeroso y dudando, con los otros. Resulta que llegó y, no sabe cómo, lo agarraron. Resulta que lo metieron a la cárcel y resulta que a mí me duele el corazón porque nunca antes había violado la Ley, porque nunca antes había hecho nada indebido, porque nunca antes había tenido un horno de microondas y porque no pensó que justo es a la gente como él a la que persigue la desgracia. Está preso. Resulta que su familia fue a recoger las herramientas en la casa donde trabajaba y allí, en esa casa ajena, la mujer y los hijos se hicieron un taco –en un baño– porque allí los agarró el hambre mientras pensaban qué hacer, de qué vivirán ahora que él está preso. Resulta que tienen toda la razón en tenerlo preso y resulta que me pregunto: ¿por qué se me hace un nudo en la garganta?

***

Tengo tanto qué decir de estos días que no logro concentrarme. Qué semana. Afortunado el Presidente, que tuvo apenas media jornada porque mientras todos brincaban de la rabia él llegó en miércoles de sus vacaciones.

Qué semana y qué sexenio. Qué coraje y qué frío, me dije ayer domingo mientras escribía, y el enojo es de muchos, enojo extendido. El sábado leí esto en la red:

“Pinche clima, neta. Tempranito, chingo de frío. Luego calor y ya en la noche, unas ganas tremendas de ponerle una chinga a Peña”.

Pinche clima, neta.

Y luego, lo de Ford (y ya sé que brinco de un tema a otro pero así traigo el reborujo de la cabeza).

Esa planta no era nuestra. Esos empresarios que se la llevaron, no eran nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros paisanos, nada. Esos tornillos que enroscaban aquí no eran de nosotros. Esas láminas que se doblaban tampoco. No era nuestra la maquinaria: ni desarmadores hacemos.

Seguramente Ford iba a construir un edificio con sus propios ingenieros y con albañiles de San Luis. Les íbamos a dar, a cambio de empleos, perdón de impuestos, terrenos, nuestras carreteras, nuestros trabajadores, todo.

Y el día en que quisieran, porque la Reforma Laboral que nos heredó el Senador panista Javier Lozano así lo permite, podrían dejar a esos trabajadores en la calle porque además los procesos de automatización para allá van. Mañana (y ese mañana no es muy mañana) no habrá obreros en las plantas de las armadoras. Son plantas que no necesitan bebederos, baños, guarderías, pensiones, bonos de productividad, nada. Ni luz: las máquinas no las necesitan para trabajar.

Que se lleven su pinche planta a otro lado. Desgraciados. Tarde o temprano lo iban a hacer. Y de una vez que se lleven su Walmart, su Chevrolet, su Chrysler. Que nos lo quiten todo a la fuerza para ver si así aprendemos lo que en Estados Unidos tienen siempre muy en mente: comprar lo nacional.

Si estuviera vivo Pemex les diría: que se lleven todo pero vendemos nuestro petróleo a otra parte. Pero no: ya están también con la mano en nuestro petróleo y ni gasolinas, a veces, tenemos.

Lo malo es que si se llevan todo eso, los que más sufren son los de siempre: los más pobres. Y este gobierno bueno para nada no es capaz de dar la cara más que por sus amigos, por los cercanos. La gente está desprotegida, me cae. Y siento que nadie está viendo lo que se viene. Y los que lo ven, se hacen güeyes. Los políticos, por ejemplo.

Desgraciados.

Pinche clima, neta.

***

Por qué no encierran a Carlos Romero Deschamps, a César Duarte, a Javier Duarte, a Rodrigo Medina, a Roberto Borge, a Jorge Herrera, a Egidio Torre, a los Moreira. Por qué no encierran a toda la bola de saqueadores, desvergonzados, hijos de su madre.

Un horno de microondas. Carajo.

Me duele el corazón.

Cuando salga de la cárcel –que cumpla el tiempo que le corresponde si infringió la Ley–, perdónenme pero le voy a regalar el mío. No quiero hacer apología del delito. Se me antoja darle el mío y ya, ¿es eso un delito? ¿Violo la Ley si le regalo mi horno de microondas a un hombre que nunca antes tuvo uno?

Pinche clima, neta.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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