No me arrepiento, dice Nestora Salgado desde prisión; “es un sacrificio que había que hacer”

12/06/2015 - 10:24 pm
Para la entrevista, Nestora Salgado se vio a sí misma al espejo por primera vez después de 21 meses de arresto. Foto: Free Nestora
Para la entrevista, Nestora Salgado se vio a sí misma al espejo por primera vez después de 21 meses de arresto. Foto: Free Nestora

Ciudad de México, 12 de junio (SinEmbargo).- Nestora Salgado García, integrante de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) y líder de la Policía comunitaria en el municipio de Olinalá, en la región de La Montaña de Guerrero, otorgó su primera entrevista internacional a The Guardian. Exigió al Gobierno de Enrique Peña Nieto que la libere y le retire todos los cargos que se le imputaron para ser detenida el 21 de agosto de 2013.

La activista es acusada de al menos 50 secuestros.

A pesar de estar en la cárcel, el “carácter indomable” de la mujer de 43 años de edad permanece intacto, indica el diario británico The Guardian. “Es un sacrificio que había que hacer”, le dijo al corresponsal Jo Tuckman la llamada “comandanta”, ciudadana estadounidense y madre soltera de tres hijos, quien también afirmó que el Gobierno está en contra de la gente que “quiere hacer lo correcto”. Aunque ella misma “haya sido ingenua”, reconoce, al intentar enfrentar al crimen organizado.

El medio europeo recuerda que Salgado García se encuentra en una prisión de alta seguridad después de regresar a México desde los Estados Unidos -en donde estuvo dos años-, para “asumir la lucha contra los narcos de Guerrero”, y a sus “socios”, las autoridades locales “corruptas”.

Salgado pasó 21 meses en la cárcel de alta seguridad hasta que una huelga de hambre de 31 días, que le atrajo el apoyo internacional para su caso y ayudó a asegurar su traslado al ala médica de una instalación más “relajada”, el penal femenil de Tepepan, en la Ciudad de México.

Ahora, en su primera entrevista con la prensa internacional, Salgado argumentó que ella era culpable de nada más que ayudar a su comunidad frente a los narcos y sus aliados políticos corruptos, por lo que pidió al Gobierno mexicano la liberara y le quitara todos los cargos.

“No me arrepiento de lo que hice, y nunca voy a tener nada que lamentar”, dijo a The Guardian. “Yo no soy una persona que le gusta enfrentarse a las autoridades, pero en un lugar donde el diálogo no es posible, ¿qué otra cosa puedo hacer?”, dijo.

La “extraordinaria” historia de “La Comandanta” se ha desarrollado en medio de un intenso debate sobre el papel de los grupos parapoliciales armados que han surgido en todo el país para combatir a los cárteles, dice el medio británico.

La entrevista realizada por Tuckman recuerda que las autoridades mexicanas sostienen que nadie tiene el derecho de tomar la ley en sus propias manos, en cambio, los partidarios de Salgado dicen que ella no es más que una líder de la comunidad que ha sido criminalizada por denunciar el fracaso del Estado mexicano para hacer cumplir el Estado de Derecho.

Lo más importante, es que la mayoría de estos grupos, llamados policías comunitarias o autodefensas, han sido acusados por las autoridades de asesinato, extorsión, e incluso, de actuar como representantes de células del crimen organizado.

A pesar de todo, Nestora enfatiza que ella que nunca subestimó los riesgos que estaban involucrados en tomar una posición. “El Gobierno está en contra de la gente que quiere hacer lo correcto y proteger a sus comunidades”, dijo. “Sé que he hecho que mi familia sufra, pero es un sacrificio que había que hacer”, le dijo “La Comandanta” al diario extranjero.

En la entrevista The Guardian destaca el contexto de la historia personal de Salgado García, quien nació en en un estado “con una larga historia de represión y rebelión”, y en un municipio -Olinalá- que además de ser conocido por sus cajas lacadas producidos por artesanos locales, también es un importante productor de amapolas de opio, que crecen en las colinas circundantes.

Sexta de siete hermanos, infancia feliz pero breve, casamiento a los 14 años de edad, esposo que emigró a los Estados Unidos, son algunos de los detalles de la historia de “La Comandanta” que el medio narra.

“El plan había sido que su esposo enviara dinero para mantener a la familia, pero nunca llegó. Luchando para ganarse la vida, Salgado decidió confiar a sus hijas a sus hermanas y se fue hacia el norte también”.

Desde prisión. Foto: Free Nestora
Desde prisión. Foto: Free Nestora

Pronto se unió a su marido en el estado de Washington, dice The Guardian. En aquellos días, todavía era relativamente fácil para los migrantes cruzar la frontera de manera segura, por lo que en 1992 Salgado envió a sus hijos. Saira tenía cinco años, Ruby tenía tres años y Grisel, uno.

La familia se estableció en un suburbio de Seattle, Renton, pero según Salgado la reunión no fue feliz: su entonces marido bebía y la golpeó, por lo que la pareja se separó. Poco después, conoció a su actual esposo, José Luis Villa, que ahora es una fuerza impulsora de la campaña transfronteriza para asegurar su liberación.

La vida en Seattle fue dura, pero bueno, cuenta ella. Su actual marido y ella trabajaban en dos o tres puestos de trabajo, y enviaron dinero a su familia en Olinalá siempre que podían. Sin embargo, Salgado no volvió a casa hasta el año 2000, cuando obtuvo su residencia en Estados Unidos.

La visita fue un recordatorio de la dura realidad de que había dejado atrás, dijo Salgado al medio extranjero durante su entrevista. “Realmente me duele ver a mi gente que aún viven en tal pobreza”, dijo. “Me había acostumbrado a los Estados Unidos”, aseguró “La Comandanta”.

Ante este escenario, Salgado llevó a su familia a vivir en Olinalá durante un año, con la esperanza de que sus hijas apreciaran las oportunidades que tenían en los Estados Unidos. “La Comandanta” se enfrentó directamente contra la corrupción y la ilegalidad del día a día. “Vivir en Estado Unidos había abierto mis horizontes y me hizo consciente de mis derechos”, dijo.

El diario extranjero recuerda que Guerrero es un estado que durante mucho tiempo se ha encontrado fuera de la ley, pero que fue en 2006 cuando se vio sumergido en un conflicto abierto en una ofensiva liderada por militares contra la delincuencia organizada.

“La campaña bélica ayudó a quebrar el otrora poderoso cártel de los Beltrán Leyva, pero numerosos grupos disidentes se levantaron a su paso. Uno de ellos, Los Rojos, tomaron el control de Olinalá. El secuestro, la extorsión, las desapariciones y los asesinatos se hicieron comunes. Los pistoleros del cártel caminaron las calles con impunidad”, asegura el medio.

Protesta afuera de la prisión. Foto: Cuartoscuro
Protesta afuera de la prisión. Foto: Cuartoscuro

“Al principio, uno trataba de mantener una distancia por miedo, pero luego se comienza a mover el corazón”, dijo Salgado sobre el terror que vivió. “Te enojas cuando las autoridades no hacen nada”.

La furia de “La Comandanta” estalló en octubre del 2012, cuando asistió al funeral de un de un taxista que había sido secuestrado y asesinado por sicarios del cártel. Un rumor corrió sobre que un segundo chófer había sido secuestrado, por lo que Salgado decidió que esta situación ya era suficiente.

Ella ayudó a organizar la multitud, desarmaron a la policía local, y se apoderaron de un coche de la policía para patrullar por la ciudad, utilizando un megáfono para instar a la gente del pueblo a unirse a la rebelión. En cuestión de horas, los pistoleros fueron expulsados ​​de la ciudad, y una milicia de hombres armados con rifles de caza y fusiles AK-47 habían establecido puestos de control.

Bajo el liderazgo de la Comandanta Nestora, la Policía Comunitaria de Olinalá detuvo a presuntos malhechores. Pero mientras esto sucedía, el grupo comunitario supuestamente construyó lazos con células del movimiento guerrillero casi desaparecido en la región.

Otros lugareños, se irritaron con la forma “prepotente” del liderazgo de Salgado, por lo que pidieron al Ejército hacerse cargo de la seguridad de la ciudad. La ira de muchos se detonó con la detención de tres adolescentes acusadas ​​de traficar de cocaína obligadas por sus novios. Poco después, Salgado incurrió en el desagrado de los políticos locales, cuando detuvo a un funcionario de la ciudad y se le acusó de confraternizar con los narcos.

Para entonces, incluso algunos de los partidarios de Salgado sospechaban que había ido demasiado lejos. Salgado le admitió al corresponsal de The Guardian que tal vez había sido políticamente ingenua en su intento de frenar la política local y al crimen organizado.

“Yo sabía que cuando empecé a exponer al gobierno municipal, que existía el riesgo de que sería detenida o asesinada. No me importaba. Era necesario”, aseguró en la entrevista.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas