Los reality insólitos de la televisión. ¿Cuánto estamos dispuestos a soportar como espectadores?

13/08/2013 - 10:45 pm

Ciudad de México, 14 agosto (SinEmbargo).- En el reality de Joan Rivers y su hija, uno de esos programas sin sentido que pusieron de moda las Kardashian y que se salva por la presencia inefable y absurda de una comediante que ni siquiera pasados largamente los 80 años abandona su puesto de gran verdugo de Hollywood, uno de los capítulos la mostró buscando denodadamente ayuda para producir su reality.

Se trataba de hacer un programa que consistiera en hacer bajar de peso a las mascotas obesas de Beverly Hills. El razonamiento de Rivers en Joan & Melissa: Joan Knows Best?, sonaba impecable: “A la gente le gusta los programas de gordos y también le gusta los programas de mascotas. Juntamos los dos y será un gran éxito”, razonaba.

Aun cuando los rostros de los posibles inversores del presunto show destacaban por el gesto de sorpresa e incredulidad, no es nada descabellado pensar que pasará poco tiempo antes que de que veamos, de la mano o no de la Rivers, un programa de mascotas con sobrepeso en la pantalla chica.

Según datos recientes de LAMAC (Consejo Latinoamericano de Publicidad en Multicanales, asociación sin fines de lucro formada y financiada por 42 canales de televisión de paga), el mayor crecimiento en rating de los últimos cinco años en lo tiene la TV de Paga con un crecimiento acumulado de 76%.

El auge de una pantalla más amable y diversa, que rompió con los paradigmas de la televisión tradicional, se consolidó merced a la aparición de nuevas estrellas y presentadores.

La pantalla cableada se hizo grande con lo micro, apelando al sentido común y ofreciendo más que nada un servicio a la creciente comunidad de espectadores. Comenzó a hablarle al televidente con un tono casi íntimo y familiar y ofreciendo soluciones a una infinita gama de problemillas caseros.

Adelgazar, cocinar, aprender a hablar en una lengua que no es la propia, cómo reaccionar frente a un familiar que sufre alguna adicción, cómo imponer disciplina a los adolescentes demasiado rebeldes, cuidar bien a las mascotas, distinguir entre un vino bueno y otro que no lo es tanto: la televisión de paga se ha convertido en una verdadera maquinaria de soluciones.

Lo que antes le preguntábamos a la abuela o a la tía veterana, hoy se lo consultamos al chef más famoso del mundo, al entrenador de perros que de tanto aparecer en la pantalla ya parece un primo a quien se menciona por su nombre de pila o a la médico forense que nos lleva a un viaje por el cuerpo humano con un escalpelo en la mano y otro imaginario en la lengua.

Frutos jóvenes de una buena idea que encontró en la pantalla flexible de la televisión por cable un territorio para desarrollarse, los nuevos conductores y especialistas suelen también ser el rostro visible de una sólida industria que produce no sólo el programa de tele, sino también libros, discos compactos, prendas de vestir, objetos varios.

Las estrellas televisivas del siglo XXI, además, se presentan como expertos en ese difícil arte de llevar a la fama a personas comunes, a las que guían dándoles consejos de cómo decorar su casa o cuál es el traje que más le conviene para su boda.

En el vertiginoso océano de programas que inundan la pantalla paga, ese gran negocio que en sus inicios había prometido no tener avisos publicitarios, algo que evidentemente no cumplió y que a los espectadores en ascenso parece no importarle, se destacan ciertos personajes que han tenido un éxito arrollador.

Crean tendencia, dictan normas de conducta, son citados en reuniones familiares y de amigos como verdaderos gurúes de la materia que presentan en sus venerados programas y son aplaudidos por una gran cantidad de gente que reparte igualitariamente su admiración entre el esnobismo y la pasión verdadera.

Los chefs ingleses Nigella Lawson, Gordon Ramsay y Jamie Oliver, el entrenador de perros mexicano César Millán, el presentador británico Graham Norton…muchos integran la lista.

CUANDO LOS REALITY SE VUELVEN ABSURDOS

Sin embargo, sabemos que el mundo no es perfecto y que la televisión de paga ha caído en la desidia, la vulgaridad, las repeticiones constantes (no hay señal que tenga tanto dinero como para llenar las 24 horas de pantalla con programas originales) y la multiplicación del tiempo dedicado a la publicidad, que por otra parte se caracteriza por promover productos milagro, una tendencia que afortunadamente la Profeco ha dado la vuelta recientemente.

En dicho contexto, lo mejor es acudir a la biblioteca y tomar un libro o rentar una buena película (siempre y cuando usted no tenga la fortuna de contar con señales de cine magníficas como I Sat TV y HBO Max, entre otras).

Eso no quita que no podamos destacar el grado de delirio en que ha caído la tendencia de los reality en la televisión de paga, presentando shows insólitos y hasta por momentos inadmisibles por lo que tienen de mal gusto y de vulgaridad.

El formato reality es subyugante y es el gran descubrimiento de la televisión moderna. Ahora bien, ¿hasta cuándo y hasta cuánto estamos dispuestos como espectadores?

Son siete reality insólitos que desconocemos cuánto rating tienen (y hay más, muchos más, haga usted su lista), pero que reflejan la zafiedad en que ha caído una televisión en la que creímos ilusamente. Pensábamos que iba a ser mejor, más propositiva y que no tomaría a los espectadores por analfabetos funcionales, estos programas reflejan cuánto nos equivocamos.

En algunos, la crueldad ha llegado hasta límites impensables que ocasionaron la muerte de los concursantes, por caso el show francés Koh Lanta, una competencia física que no soportó Gérald Babin, de 25 años, quien  perdió la vida en la primera prueba llevada a cabo en Tailandia. Para colmo de lames, el médico que lo atendió, luego se suicidó.

En el reality de MTV, Buckwild, murió un participante por intoxicación de monóxido de carbono en el interior de una camioneta.

El programa American Cannibal dejaba a un grupo de personas aislados y sin comida, para tratar de comprobar si eran capaces de comerse los unos a los otros.

En una línea más suave, pero no por ello menos insólito, ¿qué ganamos al ver los programas que siguen, qué placer encontramos, qué aprendemos?

DIVAS DOBLE D (Canal Bio)

Foto: Especial
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Cynthia y Molly son las dueñas del negocio de ropa íntima Livie Rae Lingerie, al que llegan mujeres de pechos descomunales a buscar su brasiere adecuado. Se trata de verdaderos fenómenos de la naturaleza que a menudo son mostrados sin filtro alguno frente a la pantalla. Tener un corpiño que se ajuste a tu cuerpo es la clave de la felicidad, parece decir este show que roza la vulgaridad, en donde el buen gusto brilla por su ausencia.

EL JEFE Y SUS PITBULLS (Animal Planet)

Foto: Especial
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Un ex delincuente se dedica a redimir una raza de perros estigmatizada. El hombre es enano, tiene mal humor, trata horrible a todo el mundo menos a los canes que quiere salvar. Shorty Rossi dirige, además, una agencia de talentos de Hollywood para gente pequeña y un refugio para perros pitbull. Su tarea es loable y el programa cumple la misión de hacernos ver con otros ojos a esta especie tan denostada y que incluso está prohibida en algunas ciudades estadounidenses. Pero, seamos sinceros, ¿vale para un programa semanal?

DANCE MOMS (Canal Bio)

Foto: Especial
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La crueldad y la ira son los estridentes rasgos de la voluminosa Aby Lee Miller, una profesora de baile que tortura psicológicamente a sus alumnas y que insulta con fruición a sus madres, casi todas ellas mujeres imposibles que hacen de las piruetas de sus hijas en la pista el sentido de su vida. No hay contexto, sólo discusiones feroces, a menudo estúpidas y en el medio las niñas como víctimas propiciatorias de un sistema donde el éxito, ser la número uno, eliminar como sea a la competencia, donde no hay solidaridad, compasión, mucho menos amor por el prójimo ni por uno mismo.

CHEATERS (Infinito)

Foto: Especial
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Es un programa repudiable. Pionero en la historia de los shows de realidad, comenzó a emitirse a fines de 1999. Si bien debe de haber pagado muy buena renta y otorgado una vida sin preocupaciones económicas al presentador Joey Greco (que lo condujo entre 2001 y 2012), le impidió en cambio poner su talento al servicio de un show respetable. Ya saben: una mujer o un hombre que sospechan que su pareja es infiel, van al programa, que se encarga de cazar in fraganti a los desleales. Puaj.

RUTAS MORTALES (History Channel)

Foto: Especial
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Hace tiempo que History Channel perdió el norte y ese halo de seriedad que rodeaba a todas sus propuestas televisivas. Una muestra de ello es Rutas Mortales, un programa que a muchos gustará por lo que tiene de exigencia física y por el territorio extraño, ajeno a nuestra cotidianeidad, en que se desarrolla. Pero no hay contexto histórico ni geográfico. No hay análisis sociológico ni marco que describa los temas físicos y psicológicos involucrados en la lucha de los camioneros por vencer los obstáculos del camino y las inclemencias del tiempo. El lenguaje es vulgar, los comentarios, obvios.

THE BIGGEST LOSER (Discovery)

 Foto: Especial
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Ah, los gordos. Qué buen material para los shows de realidad, un territorio ancho y amigable con la crueldad y la falta de dignidad hacia los participantes, como el caso de The Biggest Loser.

Del pan y circo dejaron sólo el pan. Ponen a los obesos a realizar tareas físicas extraordinarias y a vencer sus límites físicos, sin tomar en cuenta la edad ni la historia del individuo. Perpetúan la idea de que el gordo es un flojo que nunca quiere hacer mucho por bajar de peso y de que sólo ser delgado proporciona la felicidad.

Para colmo de males, el esfuerzo no siempre se ve compensado, pues una vez por programa uno de los participantes es eliminado por “no haber dado la talla”. Muchos médicos se han quejado largamente del show, pero nadie les ha hecho caso. Los gordos venden.

ERES LO QUE COMES (BBC)

Foto: Especial
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La doctora Gillian McKeith sufre de una escoliosis galopante que la mantiene en un grito de dolor constante. Pobre mujer. Sin embargo, no faltarán los espectadores que vean en su dolencia física un acto de justicia del destino.

Por lo mucho que la doctora ha denigrado, humillado e insultado a los participantes de su programa de la BBC Eres lo que comes, donde entre otras linduras ha tenido a bien mostrar las heces de los gordos para mostrar desde la caca lo mal que les ha hecho comer tantas hamburguesas.

La culpa, la vergüenza, la idea de que eres un gordo despreciable y que tienes que cambiar urgentemente si quieres que alguien te quiera, las técnicas policiales, denigratorias, el reemplazo de la comida rica por una insípida y totalmente extraña a las costumbres, fruto de la cabeza de una mujer que, evidentemente, jamás ha disfrutado la comida, son los ingredientes de este show deplorable y totalmente ajeno a la ciencia nutricional seria y responsable.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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