Elena Garro, como Juan Rulfo, como José Revueltas: 100 años de una autora fundamental

17/09/2016 - 12:05 am

La autora de Los recuerdos del porvenir revive con la fuerza de una literatura que la pone entre los escritores más relevantes del siglo XX en México. Una antología editada por Cal y Arena y un coloquio mañana en el Palacio de Bellas Artes son sólo algunos de los múltiples homenajes que recibirá en nuestro país.

Ciudad de México, 17 de septiembre (SinEmbargo).- Cuando Elena Poniatowska se encontró con Elena Garro, la autora de Los recuerdos del porvenir le preguntó si sabía por qué Octavio Paz había ganado el Premio Nobel. La pregunta era retórica. “Porque soy un caballero y le cedí el paso”, fue la respuesta de Elena Garro a su propio cuestionamiento.

La anécdota la revive el joven escritor Geney Beltrán, autor de la antología editada por Cal y Arena, segundo tomo de la colección ESENCIALES DEL XX, serie dedicada a los creadores mexicanos nacidos después de la Revolución Mexicana, que empezaron a publicar sus primeros textos a mediados del siglo pasado.

“La dramaturgia, la novela y el cuento: he aquí la tríada de géneros con que Elena Garro (1916-1998) irrumpió entre finales de la década de 1950 y principios de los ‘60 en las filas más notables de la literatura mexicana. Son estas tres vertientes —más la novela corta, habitual en sus publicaciones de los ochenta y noventa— las que se hallan consideradas en la presente antología”, informa la editorial.

Cuestionado a propósito del centenario del nacimiento de la autora mexicana, el también periodista la considera integrante de una triada magistral: Juan Rulfo, José Revueltas y en el medio la que fuera primera esposa del Premio Nobel Octavio Paz y madre de su única hija, Helena Paz Garro (1939-2014)

Hija de padre español y madre mexicana, Elena Garro Navarro nació en Puebla y tuvo a bien renovar la literatura mexicana, con una obra diversa que tocó todos los registros creativos, convirtiéndola entre otras cosas en una de las más importantes dramaturgas de nuestro país.

Para Geney Beltrán, el escaso reconocimiento que tuvo en vida –no llegó a ganar ninguno de los premios literarios, por caso el Nacional de Artes y Ciencias o el Juan Rulfo de la FIL- obedece más al machismo de la “República Mexicana de las Letras” en su época, que a las anécdotas de su vida personal –sobre todo las relacionadas con Paz- que en algún momento pudieron reducir su figura a un simple desencuentro entre divorciados.

Mañana, a las 12, se llevará a cabo un coloquio en Bellas Artes. Foto: INBA
Mañana, a las 12, se llevará a cabo un coloquio en Bellas Artes. Foto: INBA

Con el autor de El arco y la Lira se casó en 1937 y se separó en 1959, cuando ya era una activa dramaturga que había dado a conocer las obras en un acto Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca y Un hogar sólido, que fueron dirigidas por Héctor Mendoza.

En 1963 dio a conocer Los recuerdos del porvenir, no sólo una obra clásica de la literatura latinoamericana, sino también la novela cumbre de una autora mítica.

La historia de los hermanos Isabel, Nicolás y Juan transcurre violentamente en  torno a un episodio de la Guerra Cristera (1926-1929) en Ixtepec, pueblo escondido en el territorio mexicano que se convierte en el narrador omnisciente y perplejo de la tragedia.

El siniestro general Francisco Rosas, la misteriosa belleza de una mujer esquiva llamada Julia y las aventuras de las queridas de los militares conforman el pintoresco marco donde la búsqueda del amor imposible y las ansias humanas de libertad propician una lucha encarnizada que concluye sin vencedores ni vencidos.

Personajes inolvidables como el loco Juan Cariño o el héroe Nicolás Moncada, que se somete como cordero de Dios al sacrificio, dan sustancia a una novela que la crítica revaloriza año tras año, describiéndola como la gran precursora del realismo mágico que tanta trascendencia cobrara a mediados del siglo XX.

LA ESCRITORA MÁS IMPORTANTE DEL SIGLO XX

Para Beltrán, nacido en 1976 en Tamazula, Durango, timonel él mismo de una interesante obra narrativa, Garro es la más importante autora de la literatura mexicana de la centuria pasada y su legado es tan fascinante precisamente porque no puede ni debe encerrarse en la vida de una sola novela, aun cuando esa novela se titule Los recuerdos del porvenir, ganadora del Premio Xavier Villaurrutia y vista por algunos críticos como el antecedente del realismo mágico inaugurado por el colombiano Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, cuatro años después.

“Es una autora de una obra muy amplia, con muchos registros y sin embargo es vista como una autora de un solo libro, echando sombras sobre otros trabajos como los cuentos de La semana de colores”, publicada en 1964 y a través de la cual indagó sobre la infancia, dice Beltrán.

“Su vida personal ha tenido inevitablemente una repercusión que obstaculizó en algún momento una apreciación más justa de su obra”, agrega.

Garro escribió el relato “La culpa de los tlaxcaltecas”, donde narró la Conquista de México, una obra como Felipe Ángeles, donde trató la Revolución Mexicana.

Andamos huyendo, Lola, es una novela de obsesiones, con grandes tintes autobiográficos, así como trató las luchas sindicales en Y Matarazo no llamó.

Escribió mucho y todo bueno. Foto: Facebook
Escribió mucho y todo bueno. Foto: Facebook

Fue una de las primeras escritoras en hablar de las clases sociales, de las injusticias cometidas contra las comunidades originarias, en señalar la desigualdad que ha sido siempre el rasgo esencial de la sociedad mexicana. Y todos estos intereses temáticos, la alejaron de sus colegas de la época, como Nellie Campobello, Inés Arredondo y Josefina Vicens.

“Garro es dueña de una obra más extendida. No fue pues una autora que redujera su obra a una lista muy parca de trabajos, con una presencia discreta. Por el contrario, su voz literaria se define por la audacia reflejada en los cuentos, la novela, la crónica y la novela corta”, apunta Geney Beltrán.

Para la autora de El rastro, una obra con la que denunció la marginalidad de los indígenas en México, todo texto era fruto de su biografía, en el sentido de que eran los recuerdos propios la arcilla con la que diseñaría un cuenco que albergara la imaginación, la fantasía, las emociones suscitadas frente a hechos injustos o dolorosos de la realidad.

“No puedo escribir nada que no sea autobiográfico; en Los recuerdos del porvenir narro hechos en los que no participé, porque era muy niña, pero sí viví; asimismo, en Reencuentro de personajes y Testimonios sobre Mariana, trato las experiencias y sucesos que me acontecieron en la multitud de países donde he vivido. Y como creo firmemente que lo que no es vivencia es academia, tengo que escribir sobre mí misma”, dijo en una oportunidad.

Enorme dramaturga, también fue periodista. Foto: Facebook
Enorme dramaturga, también fue periodista. Foto: Facebook

LA TOLSTOI DE MÉXICO

Jorge Luis Borges (que la llamó “La Tolstoi de México), Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares (con el que mantuvo un romance apasionado y adúltero) fueron admiradores de la obra de Garro e incluyeron en la segunda edición de su Antología de la literatura fantástica la obra “Un hogar sólido”, un reconocimiento que Geney Beltrán refrenda con su convicción de que “ninguna autora como ella reflejó en la literatura mexicana la relación hombre-mujer, desde muchos puntos de vista y con variados registros”.

“Esta recurrencia fue vista en algún momento de la historia de nuestra literatura como un intento de ajustar cuentas con Octavio Paz, pero eso pasa porque no ha sido leída con cuidado la última parte de su obra, que es muy rica y arranca en los ’80. Toda la producción de esa época es muy diversa”, afirma el experto.

Paciencia es lo que pide el crítico para abarcar la obra de una escritora “increíblemente talentosa, rayana en lo genial, interesada desde el principio en ser una autora profesional y que al mismo tiempo no se guardaba una visión crítica de la sociedad mexicana, del machismo, de las complicaciones en las relaciones de pareja, de la pobreza, de la desigualdad, sobre todo en el campo”, explica el autor de Cualquier cadáver.

Para Geney Beltrán, la obra de Garro tiene un carácter literario más que confesional y en ella ocupa el lugar que tiene que ocupar su relación turbulenta con Octavio Paz, sin que pueda medirse como lo sustancial en un trabajo tan rico narrativamente hablando.

De todos modos, no hay que negarle al Premio Nobel la importancia que tuvo en el desarrollo literario de la que fuera su primera mujer, puesto que fue el gran impulsor de la carrera profesional de la escritora. De hecho, él llevó el manuscrito de Los recuerdos del porvenir a Joaquín Díaz Canedo, para su publicación en 1963.

Su obra cumbre. Foto: Facebook
Su obra cumbre. Foto: Facebook

Fue además el sostén económico de Garro, en el largo exilio que transitó primero en los Estados Unidos, después en Francia, desde 1972 a 1993, luego de que unas desafortunadas declaraciones contra los líderes estudiantiles del 68 la convirtieran en un personaje repudiable para la izquierda nacional.

Eran los tiempos en que era una mujer bellísima y contradictoria, seductora como la que más, enemiga de los intelectuales –un rasgo visto como un tiro por elevación a su ex marido, con el que muchas personas que la conocieron dicen que estaba obsesionada- y amiga de los luchadores del campo y los indígenas, a quienes consideraba parte de los suyos.

“Rodeada de gatos franceses y gatos mexicanos que no se llevaban entre sí y necesitaban dos piezas para no pelearse, una para los franceses y otra para los mexicanos, en un mísero departamento de Cuernavaca, sentada en un sillón con sus inseparables cigarros Lucky Strike, la atmósfera en la que vivió sus últimos días fue deplorable”, contó Elena Poniatowska en La Jornada.

“No hubo complot, ni confabulación, ni conspiración en contra suya. Las novelas y los cuentos de Elena eran leídos y comentados. Muchos universitarios querían hacer su tesis sobre su obra, no sólo en México sino también en Estados Unidos. Jóvenes entusiastas deseaban verla, “no seas mala, me muero por conocerla”, y varios periodistas andaban tras una entrevista con ella”, agrega la autora de La noche de Tlatelolco en un largo texto destinado a desmentir y cuestionar la veracidad de la obra la biógrafa Patricia Rosas Lopategui.

Geney Beltrán, autor de una nueva antología sobre la escritora. Foto: Cal y Arena
Geney Beltrán, autor de una nueva antología sobre la escritora. Foto: Cal y Arena

EL CENTENARIO DE ELENA GARRO

Las nuevas generaciones descubren a Elena Garro, afirma Geney Beltrán. Este septiembre es todo Garro, como lo demuestra el micrositio creado por Radio Educación, para rendir homenaje a la escritora mexicana.

La emisora producirá seis obras escritas originalmente para teatro y las podrá a disposición del público a través de su plataforma digital:  “La culpa es de los tlaxcaltecas”, “La señora en su balcón”, “La mudanza”, “El encanto, tendajón mixto”, “Un hogar sólido” y “Los recuerdos del porvenir”, en transmisiones en vivo desde el Centro Cultural Elena Garro y distribuidos digitalmente a través de e-radio

Mañana domingo 18, a las 12 horas, en la sala Manuel L.Ponce del Palacio de Bellas Artes, tendrá lugar el coloquio El tiempo de la dicha: la lectura de Elena Garro

Participan: Luzelena Gutiérrez de Velasco, Sandra Lorenzano, Elena Poniatowska, Sara Poot Herrera y Sara Sefchovich.

Modera: Jacobo Sefami

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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