ENTREVISTA | La poeta de Juchitán Natalia Toledo se sube al dorso del cangrejo…y escribe en dos lenguas

20/08/2016 - 12:05 am
Natalia Toledo presenta el poemario "El dorso del cangrejo". Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo
Natalia Toledo presenta el poemario “El dorso del cangrejo”. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Zapoteco y español, traducirse a sí misma, esa es la pertinacia de una creadora atada esencialmente al primer verso que le sale del alma y que luego despliega en una actividad febril donde hoy es una defensora de las culturas indígenas y mañana una lúcida analista de la realidad social de su país.

Ciudad de México, 20 de agosto (Sin Embargo).- “Nunca me preocupé por ser la hija de fulano, porque siempre fui la hija de fulano”, admite con voz firme la poeta juchiteca Natalia Toledo, con el rostro luminoso, mirando siempre a los ojos de su interlocutor, a pesar del cansancio y la falta de sueño por el viaje que la ha traído a la ciudad.

Viene para presentar su nuevo libro de poemas, El dorso del cangrejo, una preciosa edición a cargo de Almadía, con portada de Alejandro Magallanes e ilustraciones de Dr. Lakra, su hermano.

Nacida en 1967, vive entre el zapoteca y el español, dos formas de decir las mismas cosas, vocablos distintos para crear lazos y marcar diferencias entre las culturas originarias y las impuestas, un hecho palpable y dinámico en la Oaxaca contemporánea.

Deche bitoope/ El dorso del cangrejo es un intento amable y también desesperado por conservar una lengua que se pierde entre el fragor del devenir. Es honrar a los viejos maestros que le enseñaron la lengua zapoteca y es la pasión de la hija del pintor Francisco Toledo por llegar a dos almas, dos pensamientos.

“Es una lucha que tenemos todos los escritores que escribimos nuestra obra en una lengua originaria, que es la de buscar también que nos lean en nuestros pueblos, si no, no tiene mucho sentido ser bilingüe”, dijo en una de las tantas entrevistas que ofreció en el marco de una nutrida agenda de prensa.

“Tenemos varias formas de nombrar la poesía”, dice. Y mueve las manos. Sonríe. Gira los ojos.

En su libro aparecen las flores, símbolos fuertes de la cultura de Juchitán, el matriarcado según San Vicente, patrono de la comunidad, la crítica los rituales que cosifican a la mujer, como cuenta en su poema “Tumba primera”, para quejarse del concepto de la virginidad como algo que honra al género femenino.

La poeta nació en Juchitán en 1967 y es la primogénita del pintor Francisco Toledo. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo
La poeta nació en Juchitán en 1967 y es la primogénita del pintor Francisco Toledo. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Toledo, la Natalia, en entrevista:

–¿Cuál fue la primera palabra que escuchaste?

–Cuando nací, mi hermano mayor le fue a decir a las vecinas que había nacido una niña bonita como el cielo. Soy cielo min, mucho gusto. Min es porque mi padre se llama Francisco Benjamín…Es mi hermano mayor de parte de madre, porque de parte de padre soy la mayor. Hay dos hombres, uno más grande y otro más chico.

–¿Dr.Lakra donde estaría?

–Es el tercero de cinco.

–¿Te llevas bien con él?

–Me llevo bien con todos mis hermanos porque casi no los veo, todos andan metidos en sus propias vidas, pero cuando nos vemos lo hacemos con mucha alegría. Quiero pensar, por lo menos eso me pasa a mí. Durante la niñez viví con Laureana, la madre de Dr.Lakra, mi papá y él, en la Ciudad de México. Siempre me llevé muy bien con él, realmente es muy talentoso y estoy encantada de que mi hermano me acompañe en este libro. Es la primera vez que compartimos un trabajo. Le mandé un poema con todo el miedo del mundo, a pesar de ser mi hermano, porque lo busca mucha gente y me preparé para que me dijera que no. Por suerte aceptó.

–¿Son hijos que quieren estar a la altura del papá?

–Es difícil. Cuando pienso en mi papá no pienso en Francisco Toledo, en ese hombre que todos conocen, de quien todos quieren un cuadro, una vasija o un papalote. Para mí es el cuate con el que hago proyectos. Claro que reconozco su talento, sé quién es, no sé si él se dedicó a moldear personas que se le parecieran, pero tantos mis hermanos como yo aprendimos mucho de él. No buscamos igualar su talento, porque no va a existir otro Francisco Toledo. De hecho, lo que hace Dr.Lakra es muy distinto a lo que hace mi padre, yo escribo poesía, claro que un poco a raíz de que siempre me daba libros de poemas y en las cartas que solía mandarme siempre había una cita poética. De Lorca, de Borges, de los zapotecas, de Olga Orozco…todo el tiempo nos enseñaba cosas, casi sin proponérselo, como hacen los padres, al fin y al cabo Francisco Toledo es casi un padre como cualquier otro.

–La poesía es eso que surge cuando estás completamente desnudo. ¿Es así?

–Todo lo que tiene que ver con la defensa de los derechos de la mujer, con el activismo, incluso con la defensa de las lenguas indígenas, vino después. Nunca pensé cuando empecé a escribir poesía que debía defender un idioma, nunca pensé que era hija de Fulano porque siempre he tenido claro que soy hija de Fulano, esos temas en los que me he involucrado han venido después de la poesía. Empecé a escribir desde chiquita. Mi primer libro lo hice a los 20 años de edad. Ese compromiso –que no alcanza de ninguna manera los niveles en lo que lo ejercen mis padres- viene del hecho de que los juchitecos somos muy politizados, siempre hemos peleado por las tradiciones, por las lenguas originarias…

–Leyendo tu libro, la poesía en español no suena como “traducida”

–Es un tema del que hablamos todos los poetas bilingües cuando nos reunimos: ¿Por qué nos traducimos? Llegamos traducidos por nosotros mismos, puede ser porque no teníamos lectores en zapoteco y los buscamos y puede ser porque apelamos a los dos modos de creación. Traducirse a uno mismo tiene sus ventajas, porque uno tiene claro lo que quiere decir cualquiera sea el idioma. Que se pueda transparentar.

Escribe en español y zapoteco. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo
Escribe en español y zapoteco. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

–Es un doble trabajo lingüístico

–Totalmente, porque muchas veces el zapoteco me refleja algo en español y me regresa al zapoteco, lo que me obliga a trabajar más sobre la raíz de la palabra, soy bastante curiosa. Hago ese trabajo, regreso de un idioma al otro y a veces surgen poemas muy diferentes según la lengua.

–No hay géneros en el zapoteco, ¿verdad?

–En el zapoteco no hay hombre ni mujer, hay personas. Nada tiene sexo, salvo los mushes que dicen representar el tercer sexo. Eso es una complicación cuando estudiamos el español; en la escuela confundía los géneros, para mí nada es la cosa o el coso.

–Eso cambia todo

–Yo digo que sí, porque además empezamos por el verbo, por la acción, después viene el sujeto. Somos bilingües y bisexuales (risas).

–¿Tu libro de poesía tiene como esencia la identidad?

–Me parece que sí, porque sin querer me aparecen los mitos, las leyendas, las tradiciones, las supersticiones. Tengo un poema de puras supersticiones, de lo que debía hacer y no hice y por eso me fue como me fue. Las abuelas te trazan un camino y luego tú te pierdes en un bosque, tomas tus propias decisiones, te das cuenta entonces de que traicionaste a todas las mujeres de tu pueblo. Pero de eso se trata. Mi libro es una mirada amorosa, con mucho respeto y también algo de autocrítica. Admiro mucho a las mujeres de mi tierra, a las mujeres que me inventaron, pero también he visto otras cosas estando lejos de ella y eso aparece mucho en mi poesía. “El dorso del cangrejo” es el poema más largo, lo escribí de un jalón, quería ser un poema de amor y me salió otra cosa…

–¿Tiene que ver son esa visión de que los mexicanos somos como cangrejos, que caminamos para atrás?

–Para nosotros el cangrejo es un animal en cuya caparazón hay una mujer que baila un son. Una mujer que tiene la enagua extendida y que protagoniza un momento festivo. Contamos lo que vivimos para sobrevivir.

El libro tiene ilustraciones del famoso Dr.Lakra. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo
El libro tiene ilustraciones del famoso Dr.Lakra. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

–¿Por qué un país tan rico e influyente para el mundo como México está hecho pedazos?

–Porque los que tienen el poder toman las peores decisiones. Está en nuestras manos cambiar el país, pero no sé, tal vez esa riqueza lingüística, cultural, nos tiene a todos geográficamente separados y no nos permite hermanarnos. ¿Por qué dejamos el país en manos de esta gente? Esas personas que no ven el bien común. Los pueblos originarios tendrían mucho que enseñar a los gobernantes, porque ellos viven en comunión con los otros y con su entorno. Los que gobiernan no tienen llenadera, son tan pobres que necesitan muchas cosas para vivir, no pueden ser felices leyendo un poema. Las luchas en México están desperdigadas, como si lo de Oaxaca fuera solo de Oaxaca y no del país entero.

–Oaxaca es un lugar mágico, con un conflicto de maestros que parece que no va a acabar nunca

–No va a terminar porque es un conflicto generado por ambas partes. Esta reforma educativa, por ejemplo, es una reforma laboral donde todos los maestros pierden lo ya ganado. Lo más triste es el poder de fuego. Un solo muerto nos afecta a todos. No tenemos que discutir la cantidad de muertos, uno solo que pierde la vida alcanza para que nos dé vergüenza a todos. Estamos atrapados en una guerra que no es solo esa guerra. En Juchitán hay muertos a diario. Tienes que ir a enterrar a un vecino todos los días. En el fuego cruzado pagamos todos y no sabemos de dónde viene la bala. Ya no sabes bien contra quién peleas.

–Tu padre fue capaz de renunciar a muchas cosas por la defensa de México…

–No se trata de perder, pero cuando viajo y veo los museos donde deberían estar sus piezas, me doy cuenta de su sacrificio. Creo que es feliz así. Prefirió hacer un proyecto de vida relacionado con su raíz, con su pueblo, con su idioma. Siempre decía que se quería ir de Oaxaca para pintar, pero no pudo.

–¿Estuviste cerca de las cerámicas que hizo recientemente en homenaje a los desaparecidos?

–Estuve cerca, porque me tocó ir a Oaxaca cuando mi padre moldeaba sus piezas. Él casi no tiene obra en su casa, pero con las cerámicas fue distinto. Ocupaban toda la casa de mi padre. Yo tropezaba con las vasijas. Predominaban el rojo, los naranjas, el tono de la sangre derramada de todos los muertos de México. Fue algo extenuante para él, fueron más de 100 piezas que trabajó con sus manos. Las horneaba, las transformaba, las rompía y las volvía a hacer. No es alguien que busca la perfección, pero hasta que no logra lo que quiere no para. Ni mis hermanos ni yo tenemos su energía. Cuando a mí no me sale un poema en el que estoy trabajando, dejo todo, salgo a caminar, leo un libro, salgo con mis amigos y luego regreso con menos angustia a seguir la tarea. No hay prisa. La poesía no debe tener esa prisa, la vida sí.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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