#Anuario2013 | La rebelión textil en Bangladesh: después de la tragedia, marcas ofrecen mejores condiciones

20/12/2013 - 12:01 am

Por Doreen Fiedler/dpa

Foto: EFE
La industria textil en Bangladesh y la tragedia: en abril se derrumbó un edificio con más de mil trabajadores adentro. Foto: EFE

Dacca, 20 dic (dpa).– En abril, tuvo lugar el accidente más grave en una fábrica de la historia de Bangladesh: un edificio de talleres textiles se derrumbó causando la muerte a más de un millar de trabajadores. Pero la industria textil del país no se vio dañada por ello.

Las grietas en los muros eran una señal de advertencia, pero los encargados de las fábricas textiles en el “Rana Plaza”, el edificio que se derrumbó a las afueras de Dacca, obligaron a las costureras a seguir trabajando. Era un 24 de abril cuando sobre las nueve de la mañana se escuchó un gran estruendo y seguidamente el edificio de ocho plantas se vino abajo enterrando a miles de trabajadores bajo una montaña gigante de escombros y hierros.

Los rescatistas comenzaron a escarbar de forma febril para intentar salvar vidas. Los vecinos del lugar se sirvieron de sus propias manos para buscar a supervivientes, usaron los “saris”, la tela con la que las mujeres se visten, para trasladar a los heridos. “Quiero vivir, por favor ayúdenme a salir de aquí”, gritó un superviviente que había quedado atrapado entre un pilar y una pared que se derrumbó.

Los equipos de rescate pasaron agua, comida y linternas a través de los huecos. Además, insuflaron oxígeno en algunos lugares de la montaña de escombros. “Excavaremos hasta que el último haya sido encontrado”, dijo el director del equipo de rescate. Todo ello duró tres semanas, hasta que fue definitivo el balance del accidente: más de  mil 100 muertos, 2 mil 500 heridos.

Cuando los rescatistas ya habían perdido la esperanza, ocurrió el milagro el día 16 después del derrumbe: De nuevo volvieron a gritar para ver si entre los escombros había alguien vivo y Reshma Begum respondió. “Creía que jamás volvería a ver la luz”, dijo tras su rescate. Cuando salió gritó a los que allí estaban: “Alá es grande”.

La mayoría de las víctimas eran mujeres, que trabajaban en cinco fábricas cosiendo ropa, en su mayoría para Europa y Estados Unidos. En los días, semanas y meses tras el derrumbe, compañeras enojadas de las víctimas salieron a las calles para exigir que se castigara a los culpables. “Deténganlos”, “Cuélguenlos”, gritaban.

Miles de fábricas textiles se vieron obligadas a cerrar varias veces por las protestas. Manifestantes enojados provocaron incendios, destruyeron vehículos y bloquearon carreteras. Muchos trabajadores temieron por su propia vida, pues la catástrofe no fue ni de lejos la única en este país del sudeste asiático. Son frecuentes los accidentes y los incendios por falta de controles de seguridad.

El gobierno extrajo pronto las primeras consecuencias: cerraron 18 fábricas que estaban en malas condiciones y se contrató a 200 inspectores de trabajo más. Los trabajadores podrán afiliarse a sindicatos independientes y negociar los salarios. Las medidas afectan a 3.5 millones de personas, en su gran mayoría mujeres, que cosen en las cerca de 4 mil fábricas de textiles que hay en Bangladesh.

Lo que sigue desatando una fuerte polémica es la exigencia de salarios más altos. Tras largas negociaciones, los propietarios de las fábricas accedieron a mediados de noviembre y aprobaron una propuesta del gobierno que prevé un salario mínimo de 5.300 taka (50 euros/69 dólares) al mes. Hasta ahora era de 3.000 taka. Pero los trabajadores siguen insatisfechos, exigen 77 euros (106 dólares).

En Bangladesh, la industria textil es el sector económico más importante y seguirá siéndolo después de la catástrofe. “La exportación de textiles seguirá subiendo porque los costes de la mano de obra resultan muy económicos”, dijo el presidente de la asociación de fabricantes y exportadores de textiles en Bangladesh, Atiqul Islam. Y las cifras le dan la razón: En el tercer trimestre aumentó una cuarta parte el valor de las exportaciones de tejido y género de punto en comparación con el mismo periodo el año pasado.

Desde los países compradores también se ha ejercido presión sobre los fabricantes, aunque con moderado éxito. Varias empresas grandes como Aldi, H&M, C&A, Zara, Primark y Kik acordaron imponer nuevos estándares de protección y contra incendios.

Pero muchas empresas también quedaron fuera como Gap o el gigante estadounidense Walmart. Además, las inspecciones fueron bastante superficiales, señaló Aminul Haq Amin, de la Asociación Nacional de Textiles.

Y poca preocupación hay por los supervivientes de la catástrofe, ni de parte del gobierno ni de los contratistas, dijo Amin. “Muchas de las víctimas que sobrevivieron al desastre van a depender de medicinas el resto de sus vidas y apenas tienen acceso a ellas”.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas