Por Tercero Díaz Gutiérrez, especial para SinEmbargo
Ciudad de México, 20 de diciembre (SinEmbargo/Zeta).– “Frontera Junkie” es una muestra fotográfica que retrata las drogas que principalmente se consumen en la frontera norte del país, específicamente en Baja California. El proyecto busca mostrar ambas caras de la moneda: la vida junkie donde no existe nada más que obtener las dosis diarias para sobrevivir al dolor de la abstinencia, y la vida junkie donde se pretende llevar una vida socialmente aceptable, mientras el consumo no es algo primordial en la vida de la persona.
Además de la ubicación geográfica, el título del proyecto se debe al ánimo de hacer alusión a la línea que se cruza de diversas maneras cada vez que alguien utiliza este tipo de sustancias químicas: de la realidad a la distorsión, de la depresión a la alegría, del aburrimiento a la distracción, de la salud a la enfermedad, del dolor del síndrome de abstinencia a la gloria, la restructuración de las cualidades mentales y, en muchos casos, la frontera entre la vida y la muerte.
Bella Vista, la 18 de Marzo, Infonavit Cucapah y Los Virreyes son algunos de los sitios frecuentados para obtener las imágenes de aquellas personas que dedican tiempo de su vida al consumo de droga.
“Pero ¡qué terrible es el día siguiente! Todos los órganos relajados, fatigados, los nervios distendidos, las temblorosas ganas de llorar, la imposibilidad de entregarse a un trabajo continuado enseña cruelmente que has jugado un juego prohibido […] sobre todo la voluntad, la más preciosa de todas las facultades, queda mermada”, describió Charles Baudelaire, en su obra titulada Los Paraísos Artificiales.
El proyecto ha sido pensado para reflejar las consecuencias del uso de drogas, entre las que se pueden encontrar el desamparo, el abandono, la degradación y la soledad en que viven muchas personas adictas a este tipo de sustancias. Muchos de los protagonistas de las fotos están en completa bancarrota física, económica, social y emocional.
Sin embargo, “Frontera Junkie” también trata de reflejar la euforia, la alegría y el placer que producen las drogas.
Entre los consumidores participantes hay empleados, estudiantes y gente de familia, quienes opinan que llevan mucho tiempo consumiendo estupefacientes y nunca les ha causado problemas mayores.
