México

Acartonados, aburridos y bajo el yugo del reloj, los debates en México terminan por ser fallidos

21/04/2018 - 10:00 pm

Los debates en México, a diferencia de las naciones más desarrolladas, son monólogos, exposiciones que dejan en el espectador la sensación de que no conocieron nada nuevo de la personalidad de los aspirantes, coinciden expertos en imagen y comunicación política, entrevistados por SinEmbargo.

Ante la falta de dinamismo y confrontación por el formato “acartonado” y “aburrido”, los debates mexicanos terminan casi siempre por ser fallidos o pasan a la historia por alguna descalificación, una “silla vacía” o el escote y el vestido entallado de una edecán, afirman.

Sin embargo, para este próximo domingo el Instituto Nacional Electoral (INE) acordó un nuevo formato en donde participarán tres periodistas, lo que ha elevado las expectativas de los analistas.

Ciudad de México, 21 de abril (SinEmbargo).– En México no existe una cultura de debates políticos que pueda competir con la de países desarrollados como Estados Unidos y Francia. Se trata de meras exposiciones, en medio de un formato acartonado y aburrido que no permite al espectador ver un verdadero enfrentamiento, como el que tuvieron la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump en el proceso electoral estadounidense de 2016, dijeron especialistas en imagen y comunicación política en entrevista con SinEmbargo.

“En el caso específico de México los formatos que tenemos no son formatos reales de debate. No son debates, son exposiciones muy controladas, muy pactadas por los candidatos. Acuerdan formatos muy acartonados de exposición. En este sentido la gente sí se va enterando de algunas cosas, pero si uno revisa con cuidado la gente se queda con muy poco de lo que dicen los candidatos”, dijo Manuel Alejandro Guerrero, director del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.

Encuentros como el de los siete contendientes por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, realizado el miércoles pasado en las instalaciones de Canal Once, son una muestra de lo aburrido y fallido que puede llegar a ser un debate en México, aseguraron.

“Volvimos a ver el formato viejo, pésimo, aburrido, que no sirve para nada”, dijo José Antonio Crespo Mendoza, politólogo, sociólogo e historiador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

Los debates sí pueden cambiar preferencias electorales, sobre todo en el electorado indeciso, dijeron, pero sólo cuando se trata de una confrontación directa entre los ideales, proyectos y personalidades de los aspirantes.

“Pero en México el modelo que tenemos es muy defectuoso. Para monólogos de acusaciones a sus rivales no necesitamos de un debate. Lo vemos todo el tiempo en spots y declaraciones. Lo que se requiere es un esgrima natural entre los contendientes. El debate tendría que ser una bocanada de aire fresco”, comentó Roberto Duque Roquero, constitucionalista y experto en sistema electoral de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Duque Roquero recordó que el debate entre Hillary Clinton y Donald Trump en 2016 estuvo lleno de dinamismo y en los intercambios estuvo ausente la rigidez de un cronómetro como ocurre en México.

“El moderador se metía, interpelaba, lo hacía con equidad entre los dos candidatos. También en las últimas elecciones de Francia hubo grandes debates”, explicó.

Avances de la construcción del set televisivo para el primero de los tres debates presidenciales que se llevará a cabo este domingo 22 de abril. El escenario: el Palacio de Minería de la Ciudad de México. Foto: Cuartoscuro

DEL “MANDILÓN” A LA SILLA VACÍA Y LA EDECÁN

La historia de los debates en México data apenas de 1994, cuando se enfrentaron Ernesto Zedillo Ponce de León, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Diego Fernández de Ceballos, abanderado del Partido Acción Nacional (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Ese 12 de mayo Fernández de Cevallos fue el ganador y acuñó algunas frases célebres como la que le dijo a Ernesto Zedillo: “está aquí como consecuencia de dos tragedias: por una parte la muerte de [Luis Donaldo] Colosio, y por otra la designación presidencial”.

“El primero que se dio, el de 1994 es un buen ejemplo de cómo un debate puede mover preferencias electorales. Ganó con claridad Diego Fernández de Cevallos y aplastó a sus adversarios. Luego subió en las encuestas por el papel tan destacado que tuvo ahí”, explicó Duque Roquero.

Pero aunque Fernández de Cevallos logró repuntar después de aquel debate, finalmente no le alcanzó para ganar la elección. Los analistas consideraron que bajó el ritmo después de aquel encuentro.

Vicente Fox Quesada, Francisco Labastida Ochoa y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano durante el debate presidencial, realizado el 25 de mayo de 2000 en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, en la Ciudad de México. El moderador fue el periodista Ricardo Rocha. Foto: Cuartoscuro

El 25 de mayo del 2000 se enfrentaron Francisco Labastida Ochoa, candidato del PRI; Vicente Fox Quesada, abanderado de la “Alianza por el cambio” entre el PAN-Partido Verde Ecologista de México (PVEM); Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del PRD, Partido del Trabajo (PT) y Convergencia; Porfirio Muñoz Ledo, del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; Gilberto Rincón Gallardo, del Partido Democracia Social; y Manuel Camacho Solís, del Partido Centro Democrático.

Fue Francisco Labastida el gran perdedor y Vicente Fox el gran ganador de un debate en donde su blanco fue siempre el priista.

“Me ha llamado  chaparro, mariquita, me ha dicho la vestida, me ha dicho mandilón. Ha hecho señas obscenas en la televisión refiriéndose a mí”, se quejó Francisco Labastida.

Días antes del debate, Vicente Fox provocó a Labastida, pero el día del debate no utilizó los adjetivos para denostar a su contrincante; sin embargo, el priista decidió sacarlos a flote favoreciendo a su rival quien le contestó con algo más contundente: “mi estimado señor Labastida: a mí tal vez se me quite lo majadero, pero a ustedes lo mañosos, lo malos para gobernar  y lo corruptos no se les va a quitar nunca”.

“Se quiso victimizar pero calcularon mal, porque recordemos que los mexicanos apreciamos las reglas de cordialidad política. Esa era la apuesta: era decir que un loco iba a llegar a la Presidencia. No se esperó jamás Labastida esta sagaz respuesta de Vicente Fox que le dio la vuelta, le dio la razón, pero planteó un argumento más convincente”, dijo el doctor Iván Iturbe Carbajal, experto en campañas políticas y discurso del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana.

Otro de los debates más recordados es el de “la silla vacía”, celebrado el 23 de abril de 2006 en donde el contendiente de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador no se presentó y supuso, para los analistas, un error que le costó un caída de cuatro puntos porcentuales que pudieron hacer la diferencia contra su principal rival Felipe Calderón Hinojosa quien ganó la Presidencia de la República en una elección cerrada.

“En 2006 le quitó cuanto puntos de los 10 que tenía de ventaja a López Obrador el no asistir al debate. López Obrador perdió ventaja por muchas razones, pero una de ellas fue el no acudir al debate”, consideró José Antonio Crespo, investigador del CIDE.

La ausencia de Andrés Manuel fue leída como un “acto cobarde” por la población, aseguraron los analistas.

“Ese fue un error muy grave, porque puede leerse como cobardía. Le costó sin duda a López Obrador”, opinó Roberto Duque.

Los entonces candidatos Enrique Peña Nieto, de la alianza Compromiso por México; Josefina Vázquez Mota, del PAN; Gabriel Quadri de la Torre, del Panal, y Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Movimiento Progresista, previo al primer debate presidencial, que se realizó el 6 de mayo de 2012 en el WTC de la Ciudad de México. Foto: IFE, Cuartoscuro

El debate de 2012 entre Enrique Peña Nieto, candidato del PRI; Josefina Vázquez Mota, del PAN; Andrés Manuel López Obrador del PRD, PT y Convergencia, y Gabriel Quadri de la Torre, de Nueva  Alianza (Panal), es recordado por la indumentaria de la edecán que se encargó del sorteo de los turnos de participación y que causó revuelo en las redes sociales y medios de comunicación.

El escote y el vestido blanco entallado de la edecán Julia Orayen, quien dejó perplejo al candidato Gabriel Quadri, fue lo que más se comentó después de la transmisión.

Para los expertos la influencia de aquel primer debate y de los que le siguieron, no llevó a modificar las preferencias electorales.

Sin embargo, aunque los debates son importantes, el experto en discurso Iván Iturbe explicó que los debates en todo el mundo cambian poco las tendencias electorales.

“Eso se ha estudiado mucho. No cambian mucho las tendencias porque la gente tiene bien identificados los puntos fuertes de su candidato, no reconoce sus debilidades y tiende a apoyarlo. Donde sí inciden los debates es en los indecisos, que en México estarán entre un 15 a 20 por ciento”, explicó.

La edecán Julia Orayen y el vestido que tanto dio de qué hablar en los medios nacionales e internacionales, durante primer debate presidencial del 6 de mayo de 2012. Foto: Impresión de pantalla, YouTube

CAMBIO DE FORMATO, INSUFICIENTE

Después de 24 años de historia de debates en México, el Instituto Nacional Electoral (INE) decidió un nuevo formato para el próximo domingo 22 de abril en donde se enfrentarán los candidatos Andrés Manuel López Obrador de la coalición “Juntos haremos historia”, Ricardo Anaya Cortés, de “Por México al Frente”, José Antonio Meade Kuribreña de “Todos por México” y los independientes Margarita Zavala Gómez del Campo y Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”.

El nuevo formato incluye la participación de tres periodistas que podrán realizar preguntas y rebatir a los participantes: Azucena Uresti, de Milenio Televisión; Denise Maerker, de Televisa y Radio Fórmula, y Sergio Sarmiento, columnista del diario Reforma.

La decisión del INE elevó las expectativas de los analistas respecto a lo que sucederá el próximo domingo.

“¿Qué se van a decir?, ¿cómo van a contestar? Ahora hay mas expectativas porque el formato será más ágil con tres conductores que pueden hacer preguntas que los candidatos no saben; eso da la expectativa de a ver si mejoran y que sea mas entretenido. Antes los temas estaban fijados, el conductor no podía hacer preguntas, ahora tendremos un elemento de incertidumbre, habrá más improvisación que puede reflejar más de los candidatos”, explicó Crespo Mendoza.

Pero Roberto Duque añadió que el nuevo formato no es suficiente para garantizar debates dinámicos como en los países desarrollados.

“Es un avance, porque el INE ha avanzado para este proceso electoral en esta cuestión, pero tiene que ir más lejos: se tiene que dejar de lado a los partidos y candidatos para definir el formato. No se les debe escuchar en nada, cero, para eso está la autoridad electoral. En otras democracias los debates son el plato principal de una campaña”, argumentó.

Iván Iturbe de la Universidad Iberoamericana agregó: “el problema de nuestra cultura política es esta sensación de políticos timoratos que tienen miedo a tener un debate como en Estados Unidos donde no son los partidos los que fijan las reglas, sino un Comité Nacional. Eso crea unos debates bastantes nutridos en cuanto a su calidad. La variable nueva es la incorporación de periodistas; será interesante ver qué tanto van a confrontar”.

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