Entrevista

Cárdenas: No sólo son las redes, jóvenes: tomen acción a pie, con la gente…

28/09/2016 - 12:05 am

En México hace falta un cambio, pero está lejos debido a que hoy no existe un líder que aglutine a toda la sociedad mexicana en una sola causa, como ocurrió en 1988, dice Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, uno de los líderes morales más importantes de la izquierda mexicana. En entrevista con SinEmbargo, el ex candidato a la Presidencia de la República en tres ocasiones–1988, 1994 y 2000– le pasa la estafeta a los jóvenes y reconoce que son ellos quienes disfrutarán o padecerán el México que construyan. El ingeniero que encabezó una larga lucha democracia en México afirma que a pesar de las redes sociales, que permiten a las nuevas generaciones manifestarse velozmente en la red, se requiere también hacer política “como antes”: salir a las calles, tocar puertas y buscar el cambio cara a cara con la gente.

Ciudad de México, 28 de septiembre (SinEmbargo).– Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el hombre que en 1988 movió masas y construyó junto con Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Heberto Castillo y otros líderes el movimiento de oposición al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que derivó en la fundación de la izquierda aglutinada en un partido en 1989, reflexiona en entrevista con SinEmbargo sobre las condiciones que hace casi tres décadas originaron un cambio democrático que llevó a la izquierda al Gobierno de capital, y a tener mayor presencia en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República.

Cárdenas Solórzano, de 82 años, habla del pasado, del presente y del futuro. A éste último se acerca con prudencia, pero es claro: hoy hace falta un movimiento que aglutine a todas las demandas de los mexicanos, así como un líder capaz de convencer a la mayoría para lograr un nuevo cambio en un país sumido en la crisis.

Sentado en uno de los sillones de su recibidor –en el edificio ubicado en la calle República de Chile en el Centro Histórico de la capital del país–, el ingeniero llama a los jóvenes y les entrega la estafeta: son ellos, dice, los que deben concientizarse. Serán ellos, agrega, los que disfrutarán o sufrirán el México que construyan.

Veterano en la política, luchador social, ex líder moral del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que él y otros construyeron, habla de los escombros de ese instituto político, de lo que fue, lo que pudo ser y lo que se le desmoronó en las manos.

El movimiento que surgió del fraude electoral de 1988, afirma, logró cambios. Pero el más profundo fue generar una fuerza política de izquierda que logró grandes triunfos electorales, pero que se perdió en el tiempo, preso de las cuotas políticas de sus miembros.

Para Cuauhtémoc Cárdenas, a menos de dos años de la sucesión presidencial de 2018, no hay un líder capaz de construir el movimiento en donde todas las voces confluyan. Y es contundente: mientras las luchas continúen aisladas, y los liderazgos dispersos, aunque las causas sean justas no habrá un cambio.

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El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezó en 1988 un movimiento social que hizo cimbrar al PRI en las elecciones federales de ese año. Foto: Cuartoscuro
El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezó en 1988 un movimiento social que hizo cimbrar al PRI en las elecciones federales de ese año. Foto: Cuartoscuro

–Ingeniero, sobre aquellos grandes cambios que iniciaron en 1988 con usted y otros liderazgos a la cabeza y que lograron grandes victorias para 1997. ¿Qué había en la sociedad mexicana en esa época para que esta gran movilización lograra tener un eco?

–En esos años había, primero, una gran irritación de la gente por la falta de oportunidades, la falta de crecimiento, las complicaciones de la economía, la pérdida de empleos. Había un fuerte deterioro social, deterioro en los niveles de vida y esto hizo que la gente se movilizara buscando un cambio de esa situación; pensando que una apertura democrática y que la gente pudiera tomar parte efectiva de las decisiones podría llevar a cambiar un proyecto nacional que estaba deteriorando niveles de vida, que estaba concentrando la riqueza en pocas manos, que estaba transfiriendo muchas de las decisiones importantes para el país a empresas de extranjeros. Un llamado a buscar este cambio cohesionó a la sociedad. Hubo un fraude electoral reconocido por quienes lo instrumentaron y documentado; a partir de ahí, quiero pensar, se tomó conciencia que a pesar del fraude, mediante la participación y el voto las cosas podrían cambiar. Yo digo que las cosas empezaron a cambiar en elecciones locales, se siguieron cometiendo fraudes, luego vino la crisis económica de 1994, aquella que llamaron “el error diciembre”, y esto obligó al Gobierno federal a buscar válvulas de escape: las buscó en la economía, a través de créditos, préstamos que ordenó el Presidente de Estados Unidos [Bill Clinton] para restablecer el crecimiento de alguna forma; y, por otro lado, se buscaron salidas políticas. ¿Cuáles fueron éstas? El convocar a una elección para elegir al Jefe de Gobierno del Distrito Federal y se le dieron más facultades a la Asamblea Legislativa. Pero hubo un cambio importante porque se abrieron los medios y se permitió la participación de los candidatos de la oposición. Hubo oportunidad en 1997 de estar presentes en los medios, no sólo los candidatos oficiales como había sido el caso anterior, y no sólo la información oficial, que era lo que se transmitía en 1988, en las intermedias, las mismas del 1994. En 1997 ya fue diferente y trajo un cambio importante: se logró que la oposición ganara en la Ciudad de México y la gran mayoría en la Asamblea Legislativa. Se logró que por primera vez –puesto que fue coincidente con la elección federal– el PRI perdiera la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, misma que no ha vuelto a tener desde ese año. Estos fueron cambios muy importantes producto de la movilización y la toma de conciencia de la gente, de que participando y votando las cosas podrían cambiar, claro faltan muchas cosas por delante.

–Pero, entonces, ¿se perdieron las batallas ganadas entre 1997 y 2016?

–Por un lado se perdió la unidad que se había logrado en 1988. La unidad de 1988 fue una unidad muy amplia, no sólo de partidos políticos sino de organizaciones sociales, de gente que no estaba encuadrada en ninguna organización y que participó activamente en la búsqueda del cambio. Eso fue poco a poco disminuyendo, quizá, porque al formarse concretamente el PRD hubo que dar más atención a las cuestiones electorales que a la propia organización. Esto fue error de quienes tuvimos a nuestro cargo la dirigencia en aquellos años, pero que se mantuvo, no se corrigió con otras direcciones posteriores. Se siguió dando atención a las cuestiones electorales por encima de la propuesta política, la discusión, el debate, la formación de cuadros, el fortalecimiento de las bases ciudadanas y surgió algo que fue, considero, muy nocivo, o lo más nocivo: la división interna del partido en corrientes, en grupos y después la institucionalización de estos grupos desde el punto de vista estatutario. La división llevó a que todo se decidiera en función de cuotas, entonces se le dio únicamente importancia a la vida interna y se dejó de buscar otros caminos, otras vías para la participación partidaria.

Cárdenas, en 2005. Foto: Cuartoscuro
Cárdenas, en 2005. Foto: Cuartoscuro

–Esta división de la izquierda, ¿es un obstáculo para el cambio?

–Yo creo que para que las cosas cambien se requiere formar, como sucedió en 1988, una mayoría política que esté consiente de los objetivos que se persiguen y que al mismo tiempo esté dispuesta a movilizarse en función de esos objetivos. Yo creo que eso requiere dejar de lado en alguna forma, como prioridad, lo electoral. No que no se participe electoralmente; creo que los partidos políticos y los ciudadanos tenemos la obligación de buscar en función de nuestras ideas las participaciones más altas, las votaciones, el empujar los programas y propuestas que uno crea, y que estén representadas en su momento por determinados candidatos. Pero me parece que esto no debiera hacer que se perdiera de vista la necesidad de crear una gran mayoría política, una gran mayoría social que realmente empuje para el cambio del sistema. De otro modo veo difícil que a partir de pequeños cambios o avances parciales pueda darse el cambio profundo y amplio que el país está requiriendo.

–Recientemente emergió un movimiento que exige la renuncia del Presidente Enrique Peña Nieto. Algunos analistas hacen hincapié en que no hay líderes en el Congreso ni en el país para tomar las riendas de México…

–Yo creo que los hay. Cada organización, cada agrupamiento tiene sus propios liderazgos. Quizá no haya en estos momentos un liderazgo que se pueda ver amplio y mayoritario en el país. Pero liderazgos sí los hay. Quizás lo que esté faltando son las propuestas que se hagan públicas, las que puedan resultar atractivas y creíbles para la gente, me parece que este es un elemento que está faltando en nuestra vida cotidiana.

–¿Hacen falta líderes que unan a los mexicanos?

–Hacen falta propuestas y, en su momento, personas que resulten creíbles para sectores muy amplios para la población. Es lo que quizás no se ve en este momento.

MÉXICO DEBE TRABAJAR POR LA UNIDAD

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano Foto: SinEmbargo
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano afirma que la sociedad mexicana no ha encontrado el denominador común que le dé la fuerza para provocar un cambio. Foto: SinEmbargo

En México hay motivos de sobra para movilizarse y exigir un cambio de timón en el rumbo del país. La economía se mantiene con un crecimiento inferior a todas las proyecciones, el peso se ha depreciado velozmente durante el último año, mientras la seguridad y el bienestar social no han mejorado en relación a la administración del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. El sexenio del priista Enrique Peña Nieto ha sido una continuación de la estrategia de la guerra contra el narco, coinciden analistas y expertos en la materia, pues los muertos y los desaparecidos no se han dejado de contabilizar con el Ejército aún en las calles.

Los casos de violaciones a los derechos humanos continúan, hasta hoy, caracterizando a la administración actual: Tlatlaya, Tanhuato y Ayotzinapa son casos pendientes, a pesar de la presión nacional e internacional.

Sin embargo, los mexicanos luchan dispersos cada quien por sus causas y no hay, hasta este momento, un movimiento que aglutine todas las desgracias y los dolores del pueblo de México.

Hace una semana la maestra Ifigenia Martínez y Hernández dijo en entrevista con este medio digital, que la movilización social ya no genera la misma excitación que en la época en la que ella, con Cuauhtémoc Cárdenas y Muñoz Ledo, tomaban las calles: “Ahora las corrientes políticas son más diversas. Hay varias que se autodenominan de izquierda, pero ya no tienen el mismo significado, incluso el PRD tenía un significado diferente del que tiene ahora con el que han surgido más políticos […] hay varias expresiones y no hemos encontrado un denominador común que nos dé esa fuerza”.

Cuauhtémoc Cárdenas coincide con Ifigenia Martínez.

–¿Qué más sacudida requiere el país para cambiar? Hay cientos de miles de muertos desde el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa hasta Enrique Peña Nieto. Miles de desaparecidos y mucha efervescencia social en diferentes partes, pero al final no se logra nada. Hay movilizaciones dispersas. Ayotzinapa logró una gran solidaridad, pero luego se apagó. ¿Qué más requiere México para sacudirse?

–Yo creo que lo que se requiere es que mucha gente se ponga a trabajar para lograr esa unidad, que pudiera ser una unidad organizada y que se moviliza en función de metas concretas. Pero esto es un trabajo lento, no fácil, no sé qué tanto tiempo requiera, no es cuestión de tener ganas nada más; de que un grupo más grande o más pequeño tenga ganas de hacer tal o cual cosa, unir a mucha gente, sino de que existan las condiciones. Habrá que irlas creando en el país a partir de que la gente tome conciencia de que si no es unidos, si no es organizados, las cosas no van a cambiar.

–Ingeniero, usted hablaba del cambio de los medios de comunicación, la apertura que hubo en 1997, cuando en aquella época los políticos y los partidos peleaban porque se abrieran esos espacios. Ahora con el boom de la Internet, las redes sociales y los jóvenes que están muy activos por esos medios… ¿usted ve una ventaja en el presente?

–Es muy importante la labor que se realiza y se puede realizar a través de las redes sociales. Pero me parece que no es suficiente. Lo que se puede hacer a través de las redes sociales hay que impulsarlo, pero eso no quita el trabajo político de a pie; hay que ir a tocar puertas, hay que ir a encontrarse con la gente, ir a debatir directamente y no sólo a través de pequeños o grandes mensajes a través de los medios electrónicos.

–¿Qué papel deben de jugar los jóvenes en un cambio para México?

–Son los que van a lograr el cambio. Son los que tendrán que disfrutarlo o cargar con las principales consecuencias de que no lo haya. Sería importante que los jóvenes fueran tomando conciencia de que tendrán que unificarse, pero no sólo a través de las redes sociales y quedarse, pues, en el espacio, llamémosle así, sino que tiene que haber una acción a pie, donde la gente se encuentre cara a cara y se complemente. Hay que utilizar y aprovechar todos los avances tecnológicos y científicos que se están dando, sobre todo en materia de comunicación. Pero, al mismo tiempo, hay que hacer el trabajo político como se hacía antes, sobre todo en el encuentro cara a cara con la gente.

–Hay movilizaciones y liderazgos que están apelando mucho a los jóvenes, a que no voten en las elecciones, porque el cambio debe de venir de otro lado, no de las urnas. ¿Usted qué opina?

–Son visiones. Yo creo que habrá que ver cuáles son las que pueden prevalecer y cuáles no. Son visiones, puntos de vista. Habría que ir a un debate y ver qué quiere decir una cosa y qué consecuencias puede tener otra.

–¿Pero el cambio debe darse a partir del voto?

–El cambio debe de darse a partir del voto, de la movilización social, de la toma de conciencia, de muchas cosas, no sólo de un factor.

2018: HAY QUE HACER POLÍTICA

Aunque los reflectores de la clase política mexicana están enfocados en las elecciones federales intermedias de 2017 –pues se disputarán las gubernaturas del Estado de México y de Coahuila, dos entidades sin alternancia, además de la de Nayarit–, son los comicios federales de 2018 los que ya mueven a grupos políticos.

Cuauhtémoc Cárdenas no se atreve a pronosticar qué sucederá. Sin embargo afirma que para el cambio no debe haber “fechas fatales” y llama a los jóvenes a no perder la esperanza en la política.

–¿Cómo ve 2018? Ya está encima…

–Ya está cerca, pero no sé qué vaya a suceder. Hacer pronósticos es difícil y me parece que el trabajo político no debe ponerse fechas fatales. Si no se logra tal o cual cosa en una fecha determinada, hay que seguir trabajando por ese mismo proyecto, si uno está convencido que eso es lo correcto.

–Ahora, lo que sucedió con la visita de Donald Trump dejó un mal sabor de boca en muchos sectores de la sociedad mexicana. ¿Qué le está pasando al país? ¿Ya no hay políticos patriotas?

–Yo creo que es un tropiezo político serio de la gente del Gobierno federal, porque no debieron comprometerse o dar la impresión de comprometerse en una elección que no nos corresponde. Yo creo que además la visita resultó contraproducente para el Gobierno actual. Después de la visita, las declaraciones de Trump en torno a las cuestiones migratorias, el muro y a ponerse en contra de quien lo había recibido con cordialidad en el país.

–Estos mensajes de la clase política, ¿no cree que están alejando a la juventud de la política?

–Puede ser, pero hay que decirle a los jóvenes y a los no jóvenes, que hay que buscar a los agrupamientos en función de las ideas que uno tenga.

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