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Tomás Calvillo Unna

29/11/2017 - 12:00 am

Cien años: Conchita

Cien años de Conchita y ciertamente no de soledad. Intensa en su vivir, no tuvo duda desde niña, sabía que andar por la tierra es un compromiso con los otros, los cercanos; y al paso de los años también los lejanos. Hay imágenes reveladoras de su carácter, cuando en los años sesenta ante la represión […]

“Cien años de Conchita y ciertamente no de soledad”. Foto: Especial

Cien años de Conchita y ciertamente no de soledad.

Intensa en su vivir, no tuvo duda desde niña, sabía que andar por la tierra es un compromiso con los otros, los cercanos; y al paso de los años también los lejanos.

Hay imágenes reveladoras de su carácter, cuando en los años sesenta ante la represión ejercida contra los ciudadanos potosinos por el gobierno de López Mateos, enfrenta a un soldado.

No rendirse nunca, es su consejo a quien le pregunta ¿cómo le hace, que come, para estar tan lúcida, llena de vida dispuesta a seguir dando la batalla?

Meses atrás firmó una carta, la primera que un pequeño grupo de potosinos identificados como “navistas”, le enviaron al presidente municipal de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, para señalarle que iba por un camino equivocado, carta que rompió el silencio cívico y el temor de una ciudad, San Luis Potosí, que ha decidido no vivir con miedo, su historia de dignidad no se lo permite.

Acompañó a su esposo Salvador Nava en sus luchas cívicas y organizó la resistencia de las mujeres desde aquella época conservadora (Los 50) hasta los ochenta y noventa donde la tradición de la ruptura, parafraseando a Paz, le hizo caminar hasta Los Altos de la selva en el sur mexicano, el de Samuel Ruiz, el de los zapatistas, que no ha dejado de acompañar incluso en sus oraciones; eso sí, solitaria en ello, pide por ellos, por Galeano, Javier Sicilia, Álvarez Icaza, por tantas mujeres y hombres que ella identifica como sus amistades en esta lucha interminable por un México justo y democrático.

Conchita no deja de leer, sus últimos diez años han sido de gran lucidez, sabiduría cotidiana que comparten los que están cerca de ella y la buscan.
Firme y compasiva, ha dejado lejos facciones y fricciones.

Para ella el día es un don y trata de vivirlo así, no cede al dolor, al cansancio, a las divisiones que advierte en los que ella quisiera que estuvieran juntos. ¿Porque no se reúnen Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Juan Ramón de la Fuente, Emilio Álvarez Icaza, Javier Sicilia, Miguel Álvarez, Carmen Aristegui, Elena Poniatowska, Luis Villoro, Marichuy, Verá, Solalinde, y tantos otros y otras y los que ya han partido como Samuel del Villar y Adolfo Aguilar Zínser? Si estuvieran juntos las cosas no irían tan mal en el país, habría balance, eso tan necesario para que la vida sea plena, para que la democracia sea cierta.

Al menos su familia toda, numerosa y diversa si está junta, estos días con ella, acompañándola, inspirándose con su presencia. Y también los amigos y amigas de cuatro generaciones que persisten en una enseñanza que ella encarna: vivir con dignidad.

Del libro Pausada Tinta.

El cuerpo está tejido de imponderables
y resistimos
es la enseñanza de mi tía
a sus noventa y nueve años
“nunca me he rendido” dice
mientras mueve su cabeza afirmando

sin dejar de mirarme
y compartir
la pregunta de su silencio.

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