México

Inseguridad y economía débil golpean al mexicano: compra menos y de poca calidad: ANPEC

30/08/2016 - 12:02 am

Los mexicanos están comprando menos y de poca calidad. El débil crecimiento del país, que comienza a desacelerar, está arrebatándoles la oportunidad de adquirir productos en las tiendas de abarrote que hace unos años podían obtener. El aumento de la pobreza y el encarecimiento de la vida han orillado a la clase media a poder abastecer su despensa solo para tres días en comparación con la década de los 80 cuando tenía la capacidad de hacerla para todo el mes. ¿De qué bienes se ha privado el ciudadano? Del refresco y del cigarro, no.

La investigación explica que las compras de bebidas libres de impuestos aumentaron un 4 por ciento. Foto: Cuartoscuro.
A pesar de tener una menor capacidad de compra, el mexicano no se ha privado del refresco ni del cigarro. Foto: Cuartoscuro.

Ciudad de México, 29 de agosto (SinEmbargo).– Millones de mexicanos se han visto orillados a comprar bienes de poca calidad o incluso han dejado de adquirir productos de limpieza y aseo personal, así como bienes de abarrote como la sardina o el atún, por una caída en el poder adquisitivo. Esto es resultado del estancamiento económico que ha enfrentado el país durante este sexenio, aseguró Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).

La inseguridad y extorsión constantes, tanto por el crimen organizado como por el gobierno a través de sobornos, también han disparado las ventas a la baja.

El salario mínimo en México ha registrado una caída del 75 por ciento de su poder adquisitivo entre 1976 y 1995. Ante la disminución en la capacidad de compra, el aumento de la pobreza y el encarecimiento de la vida, los supermercados se están peleando con las tiendas de conveniencia para atraer a los clientes de clase media que comienzan a apretarse el cinturón. Los pequeños comercios, por su parte, compiten contra el sector informal para vender a los mexicanos que viven al día y no tienen acceso al crédito ni débito, expuso Rivera en entrevista.

“El estancamiento macroeconómico del país durante el mandato de Enrique Peña Nieto ha provocado que la mitad de la población –55.3 millones de mexicanos viven en pobreza con tendencia a la alza– se encuentra viviendo en una situación de emergencia económica, por lo que no le alcanza o está al límite de la pobreza. Esta falta de capacidad de contar con los recursos para satisfacer las necesidades de sus familias se refleja en las ventas de los pequeños comercios”, afirmó.

Por lo tanto, la situación económica de alrededor de la mitad de la población la lleva a consumir a diario de la mano de lo que gana. Respecto a la clase media, si en la década de los 80 ese sector podía realizar una despensa mensual en los supermercados, ahora solo tiene la capacidad de abastecerse para tres días, dijo el empresario.

La encuesta sobre la realidad económica del pequeño comercio y sus consumidores, realizada por la alianza que dirige, detectó que el aumento en los precios de los bienes ha influido.

El 40.8 por ciento de los mexicanos cambió sus hábitos de consumo en 2014 por el aumento de los precios y el 60.1 por ciento lo hizo por incrementos específicamente en los precios de la canasta básica, de acuerdo con una encuesta de la ANPEC. Dos años después, reveló el informe actual de la asociación civil, el 50 por ciento de los comerciantes de tiendas de la esquina dijo que las visitas de sus clientes disminuyeron en comparación con 2015 y el 51 por ciento consideró que el poder adquisitivo de su clientela bajó.

Tener menos oportunidad para gastar se da en medio de un círculo vicioso.

El crecimiento económico del país pasó de 3.9 por ciento en 2012 a 2.5 por ciento en 2015, y distintas instituciones económicas prevén que este año no se expandirá más de 2 por ciento. Un débil o menor Producto Interno Bruto (PIB) golpea a la creación de empleos y al dinero disponible del mexicano cuyo consumo es clave para el desarrollo económico.

Para el 52 por ciento de los pequeños comerciantes, la economía está “estancada”, el 46 por ciento la ve en “retroceso” y solo 2 por ciento percibe que “está creciendo como debe”. El 36 por ciento atribuye este lento ritmo tanto a “una mala política económica” como a “la corrupción y gasto excesivo del gobierno”.

Con respecto al año pasado, el 91 por ciento de los consultados afirmó que sus ventas van entre igual (48 por ciento) y a la baja (43 por ciento), y solo el 9 por ciento que van a la alza.

Pero, especificó Rivera, el flujo total de venta se ha desplomado de 2013 a 2016 porque aunque se sigue vendiendo, lo que actualmente se comercializa no suma la misma cantidad que hace cuatro años atrás.

En categorías donde se ha sostenido el consumo se debe a que el mexicano busca precios más bajos y los encuentra en el sector informal con productos de “marcas patito” de menor calidad y sin regulación sanitaria. Por ejemplo, una bolsa de papas fritas o un agua embotellada de dudosa producción.

PERO NO SUELTAN EL REFRESCO NI EL CIGARRO 

En México no se ha dejado de comprar refrescos ni cigarros a pesar de que su precio se encareció a partir del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS). La tradición arraigada, la estrategia de la industria y la alternativa de los productos en el sector informal han influido.

El objetivo de este gravamen, según el discurso oficial, es desincentivar el consumo de productos con alto contenido calórico y con ello combatir los altos índices de obesidad y sobrepeso. Pero, dado que la propia industria refresquera reconoció que les ha dado ganancias, quien terminó pagando el impuesto fue el consumidor, determinó Cuauhtémoc Rivera, presidente de la ANPEC.

La Encuesta 2016 de la asociación expuso que el 53 por ciento de los que atienden un negocio consideran que los productos más solicitados y que promueven más sus ventas son los refrescos y bebidas; el 17 por ciento dijo que los abarrotes; el 11 por ciento, las botanas y dulces; el 10 por ciento, la cerveza y el 9 por ciento los cigarros.

Dos años antes, solo el 15.5 por ciento modificó sus hábitos de consumo a raíz del impuesto y el 74.2 por ciento no dejó de tomar refresco.

El refresco se consume “desmedidamente” por tradición, principalmente en la región norte y durante la época de calor, explicó Rivera. Hace unas décadas aún era parte de la canasta básica.

“El mexicano asumió el costo del impuesto y lo sigue consumiendo de una manera impresionante”, declaró. De cada 10 refrescos que se venden en México, siete se ofrecen en las tiendas de abarrotes, documentó. Y a tres años del IEPS, esta bebida azucarada sigue siendo uno de los productos estelares en las tiendas.

Y la obesidad sigue. El 61 por ciento de los comerciantes encestados cree que el IEPS sirve más para recaudar para el gobierno y con ello contribuir a las finanzas públicas, y sólo el 12 por ciento opina que mejora la salud pública. El 83 por ciento, además, considera que el cobro de esos impuestos no ha ayudado en la reducción de los índices de obesidad.

Además del consumo arraigado del mexicano, la industria refresquera comenzó a ofrecer variados tamaños y presentaciones para que alcanzara para todos los bolsillos.

La gente tampoco ha dejado de fumar a raíz del IEPS porque en las calles encuentra carretillas con dulces a granel y cigarros sueltos, los cuales son baratos, pero de contrabando y baja calidad que atentan contra la salud, dijo Rivera. La venta de cigarros piratas deja altas ganancias al mercado informal.

LA VIOLENCIA TAMBIÉN GOLPEA AL CONSUMO 

Un México en guerra ha traído consecuencias sociales y económicas, reflejadas en las calles, escuelas, hogares y en la vida diaria.

Para el 30 por ciento de los pequeños comerciantes, su principal problema es la inseguridad y para el 20 por ciento el bajo poder adquisitivo, reveló la Encuesta 2016 de la ANPEC.

“La inseguridad no está por encima de los bajos salarios, es una mezcla”, especificó su presidente, Cuauhtémoc Rivera.

En los estados con altos índices de violencia debido a la presencia de grupos delincuenciales, los comerciantes perciben la baja en ventas, el desabasto de mercaderías y como consecuencia el encarecimiento de productos de consumo.

Ante ello, muchos pequeños comerciantes se han visto orillados a “bajar” la cortina por no tener condiciones mínimas de trabajo,  lo que provoca desempleo, depresión, inestabilidad social y falta de oportunidades para la población.

Los tenderos sufren de amenazas o presiones para el pago de “derecho de piso” vía telefónica o con mensajes escritos, por lo que gastan el doble tanto en impuestos como en cuotas al crimen organizado. De lo contrario, son golpeados, secuestrados o ejecutados.

El gobierno a nivel municipal y estatal también extorsiona a los comerciantes a través de la solicitud de “mordidas”, añadió Rivera.

En marzo, la Asociación de Comerciantes Establecidos en la Costera de Acapulco convocó a una reunión con el gobierno de Guerrero para pactar la paz con los grupos delictivos. “Nos tienen de rodillas, nunca habíamos vivido con tanto miedo aún con más de 4 mil 500 elementos de seguridad”, dijo su presidenta Laura Caballero.

Sin embargo, un mes después canceló el evento y “por cuestiones de seguridad” no detalló la causa.

Basta consultar titulares o notas de la prensa guerrerense para ilustrar la ola de violencia contra los comerciantes. “Cuatro sucursales del restaurante Los Buzos en Acapulco cerraron por ataques”, “Un joven que trabajaba en una tienda de abarrotes fue ejecutado y otro resultó herido”, “Mesero pierde la vida durante los ataques en Acapulco”.

Francisco Granados González, académico de la Universidad de Guadalajara experto en seguridad pública, escribió en una columna periodística que actualmente está de moda en el estado de Guerrero cobrar derecho de piso a los microempresarios de la industria de la masa y la tortilla. Son un promedio de mil 200 negocios, al menos 20 ya cerraron y seis trabajadores han sido ejecutados, documentó.

En Tamaulipas, afirmó, los delincuentes se han focalizado con las taquerías y los depósitos de cerveza. En Jalisco los lotes de autos y los comerciantes de la central de abasto son los extorsionados. En Morelos, añadió, las tiendas de abarrotes y las farmacias viven este terrible problema.

En Sinaloa, también. En enero un hombre de 53 años que se dedicaba a la compra-venta de productos del mar fue asesinado por un motociclista mientras se transportaba por una carretera de Navolato, reportó Noroeste.

En Veracruz, igual. Por ejemplo, Un grupo de comerciantes detuvieron a tres secuestradores en la Central de Abastos de Minatitlán en mayo.

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
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