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Alejandro Calvillo

03/02/2024 - 12:05 am

Capturados por la Inteligencia Artificial

“El desarrollo tecnológico ha sido, generalmente, interpretado como una liberación de la humanidad”.

Los expertos más reconocidos internacionalmente, tanto en el desarrollo de la inteligencia artificial como en la evaluación de sus consecuencias para la sociedad humana y el planeta, coinciden en que la IA puede tener un enorme potencial para el bienestar humano y, a su vez, representar un grave riesgo para la humanidad, agudizando el totalitarismo, la manipulación, la degradación social y ambiental. Si la IA fuera gobernada por un sistema democrático que garantizara su aplicación para el beneficio colectivo, sin duda, daría grandes beneficios al devenir de nuestra especie. Sin embargo, si el desarrollo de la IA se da bajo el principio del máximo beneficio económico de intereses privados se prevé una catástrofe para la especie y el planeta. Se trata de una revolución tecnológica de la magnitud o mayor que la propia revolución industrial.

El desarrollo tecnológico ha sido, generalmente, interpretado como una liberación de la humanidad. Aunque también se ha analizado como una forma de explotación y generadora de riqueza para un grupo reducido de la sociedad. Pongamos un ejemplo clásico: el invento de la máquina de cocer fue reconocido, incluso por personajes como Mahatma Gandhi, como un gran avance liberador de tareas muy arduas que recaían en las mujeres. Y vista la máquina de coser de esta manera, fuera del contexto social y su aplicación, sin duda permite un trabajo mucho más eficiente y menos desgastante. Pero el uso masivo de esa máquina de coser, en realidad, se ha convertido en una forma de explotación en las grandes maquilas de ropa en las naciones de bajos y medianos ingresos donde se encuentran instaladas, produciendo para las grandes marcas del vestido. Las centenas de miles de personas, la mayor parte mujeres, que trabajan en estas maquilas, los salarios que perciben, los ritmos en los que laboran y la extensión de sus jornadas, están en condiciones calificadas por la Organización Internacional del Trabajo como formas de “esclavitud moderna”. Sobran ejemplos de cómo los avances tecnológicos han servido más para la explotación humana que para su liberación, así como han servido más para el deterioro del planeta.

En las interpretaciones antropológicas e históricas del devenir humano brindadas por la ideología occidental, el desarrollo de las herramientas y la tecnología han sido consideradas formas de emancipación de la naturaleza, de liberación de la esclavitud a la que nos encontramos frente a la naturaleza. Poniendo así a la naturaleza como el objeto a dominar y explotar. Se nos enseñó que sólo gracias a las herramientas y la tecnología nos liberamos de la esclavitud que nos llevaba a destinar la mayor parte de nuestros días a producir alimentos, hacer nuestro vestido y mantener nuestro techo.

Con esta interpretación del devenir, la civilización europea clasificó a todas las demás sociedades como estados infantiles y menos desarrollados de la humanidad, destacándose a ella misma como su estado más avanzado, más adulto. Esto justifico la conquista, la colonización de otras culturas. Esta ideología justificó como natural la dominación y sometimiento ejercida por la cultura occidental para llevar a estas otras sociedades a la etapa adulta de la humanidad.  Así se impuso la ideología del progreso como forma de explotación y dominio global.

Si la liberación de las horas dedicadas a alimentarse, vestirse y cubrirse bajo un techo era una de las medidas para evaluar el desarrollo de una sociedad frente a otras, es decir, entre más horas libres de estas labores mayor era la evolución de una sociedad, la antropología desideologizada de la idea del progreso, pondría de cabeza esos preceptos. Muy diversos estudios de campo con los aborígenes australianos, con los bosquimanos en África, con las tribus amazónicas, entre muchos otros pueblos originarios del mundo, detallarían que el tiempo destinado a esas labores de sobrevivencia eran de solamente, en promedio, 4 horas al día. Marshal Salhins lo demostraría en su gran obra “La Economía en la Edad de Piedra”. Es decir, estas sociedades dedicaban menos horas a lo que llamamos trabajo que el que dedicamos en la sociedad moderna, no dedicaban más tiempo porque no tenían el deseo de acumular, no tenía sentido hacerlo.

Este contexto basta para establecer la relatividad de los avances tecnológicos en cuanto a su impacto positivo en el devenir humano. No se trata de decretar que todo avance lleva a la explotación y el retroceso, al contrario, señalar que los avances tecnológicos pueden convertirse en un beneficio común, siempre y cuando su diseño y gestión queden bajo el control del interés público, bajo el control de órganos democráticos que nada tienen que ver con lo que hoy en día llamamos regímenes democráticos. Hablamos de estructuras de representación ciudadana amplia, de controles que permitan evaluar sus impactos, así como sus aplicaciones. Algo imprescindible hoy en día con la IA.

El salto cualitativo que enfrentamos con la IA ha llevado a un grupo muy amplio de sus propios creadores a sonar la alarma sobre sus graves riesgos. No se trata de predicciones a futuro, se trata de los que ya está haciendo la IA en nuestras vidas con muy graves impactos, empezando con la salud de nuestras niñas, niños y jóvenes. En noviembre pasado, como resultado del encuentro de 29 naciones en la Cumbre de Seguridad en Inteligencia Artificial realizada en Inglaterra, se presentó la Declaración de Bletchley, en la que se reconocen los riesgos de esta tecnología en todos los ámbitos, incluyendo la manipulación y la desinformación. La declaración no avanza en mecanismo de control de la IA, solamente menciona que ésta debe estar encaminada a servir al desarrollo económico inclusivo, al desarrollo sustentable, a proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales. Las 29 naciones que participaron, en las que destacamos la ausencia de México, solamente llegaron a una medida concreta: apoyar la creación de una red científica que analice la IA de frontera, es decir, sus posibles desenlaces.

Pero mientras no hay avances claros en la gobernanza internacional y nacional de la IA, ésta avanza aceleradamente impulsada por las grandes corporaciones a través de aplicaciones en todos los ámbitos, muchos de ellos generando ya muy graves impactos. Esto ocurre sin verse la capacidad de los gobiernos de controlar a estas corporaciones, sin verse la posibilidad de que realmente protejan el interés colectivo.

Para concluir esta nota y dar una idea de la dimensión del problema, señalemos un sólo ejemplo. Se trata de la demanda contra Meta dada a conocer por el Fiscal General de los Estados Unidos, Bob Ferguson, que presentó como la acción más importante y sólida realizada por su administración para la protección de los consumidores. “Hoy estamos presentando una demanda federal en contra de Meta que es propietaria de Facebook e Instagram, por saber que habían dañado la salud mental de jóvenes usuarios de las redes sociales. En resumen, Meta diseñó intencionalmente sus plataformas para ser adictivas a niños y jóvenes. La demanda y otras más presentadas en el país, son el resultado de múltiples investigaciones realizadas en los últimos años por casi todos los fiscales generales de los Estados Unidos. Ahora hay algo que me gustaría mencionar que es importante: Meta ha solicitado que muchos de los documentos internos que hemos visto a lo largo del proceso, incluyendo aquellos que demuestran los daños a los jóvenes, sean mantenido de forma confidencial y nosotros le pedimos a la corte que los haga públicos”.

El uso de la IA ha sido fundamental por parte de Meta para volver adictos a niños, niñas y jóvenes a las redes sociales con los daños en salud mental que esto está significando, que está afectando el desarrollo saludable de generaciones enteras en todo el mundo. Hasta ahora no conocemos que se hayan dado a conocer públicamente los documentos internos de Meta en los que reconocen los daños a niñas, niños y jóvenes en su salud mental. Esta es una prueba de los graves daños que la IA está provocando y frente a los cuáles no vemos la capacidad y decisión de los gobiernos para detenerlos. La IA utilizada para explotar y dañar.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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