El día que Ray Bradbury empacó dinosaurios y se marchó de la habitación: un año sin el genio de la ciencia ficción

05/06/2013 - 12:00 am
Foto: Especial
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Ciudad de México, 5 de jun (SinEmbargo).- Semanas antes de que el robot Curiosity de la NASA descendiera sobre el suelo de Marte, el que quizás sea el escritor más importante de ciencia ficción de finales del siglo XX falleció en su hogar en Los Ángeles a la edad de 91 años.

Agencias de información dieron la noticia del deceso y exaltaron los múltiples géneros que la obra de Bradbury abarca. Fantasía, ciencia ficción, horror y misterio: algunos de los sellos distintivos en la obra del escritor estadounidense que murió hace un año y cuyo legado, a través de obras como “Farenheit 451” o “Crónicas Marcianas”, dibujó todo un imaginario futuro.

Sin embargo, cuando el robot Curiosity descendió de manera exitosa en el cráter Gale, el 6 de agosto de 2012, las referencias a Bradbury fueron más obligadas que inmediatas. ¿Cómo dejar de lado la memoria del escritor que imaginara ríos y civilizaciones marcianas enteras destruidas por la presencia del hombre?

Si bien, aunque el terreno árido y estéril que sirviera de bautizo al rover de la NASA poco o nada tenía que ver con la lírica de Bradbury, desde los científicos más duros y pragmáticos hasta los geeks más soñadores no pudieron evitar echar un vistazo a su obra.

Foto: Wikimedia Commons
Foto: Wikimedia Commons

“Para muchos estadounidenses, la noticia de la muerte de Ray Bradbury inmediatamente trajo imágenes de su obra, impresa en nuestras mentes, a menudo desde una edad temprana. Su don para contar historias ha remodelado nuestra cultura y ha ampliado nuestro mundo”, dijo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un comunicado, a propósito del deceso del literato.

No obstante, pareciera que el terreno más fértil para corresponder la imaginación de Bradbury sería el septimo arte, pero lo cierto es que éste siempre se ha quedado falto de recursos o, bien, corto de imaginación.

Por increíble que parezca, el cine nunca ha prestado demasiada atención a la obra de Ray Bradbury. Pocas de sus novelas fueron llevadas a la pantalla grande, sin embargo para televisión se adaptaron gran parte de sus relatos cortos.

El honor recae principalmente en tres obras suyas. Por supuesto, también existe el registro de Bradbury como guionista de cine, pero son tres películas las que están basadas directamente en novelas del escritor estadounidense.

Largometrajes como “El hombre ilustrado” (1969), “Farhenheit 451” (1966) y “El carnaval de las tinieblas (1983) son los representantes cinematográficos del imaginario del autor de ciencia ficción.

Pero si las películas que inspiro son pocas, la única que es ampliamente reconocida es “Farhenheit 451”. El filme dirigido por Francois Truffaut y con una banda sonora de Bernard Herrman, tiene la virtud de seguir tan vigente como en el momento de su estreno, hace casi cinco décadas.

En el caso de Bradbury, su influencia en en el cine fue y es sutil y –a pesar de no gozar de ninguna adaptación en la pantalla grande realmente memorable– empapó una gran cantidad de producciones que, a pesar de no darle crédito, no pueden ocultar la influencia del maestro de la ciencia ficción.

Escribe Rubén Sánchez Trigos que el triunfo de los grandes como Bradbury consiste en que “Su legado permanece no porque los estudios paguen grandes sumas de dinero por los derechos de sus posibles adaptaciones, sino porque han sabido significarse de una manera tan personal que, haga lo que se haga después, todo remite a ellos.”

Ray Douglas Bradbury, nació en Waukegan, Illinois el 20 de agosto de 1920. Desde muy joven fue un ávido lector y comenzó a dar sus primeros pasos en la literatura haciendo versiones propias de algunas de sus novelas favoritas, como “El Señor de la Guerra de Marte”, de Edgar Rice Burroughs, a quien admiraba profundamente.

Es imposible dejar de pensar en Marte sin tener a Bradbury en la mente, pero tampoco se pueden dejar de lado las más de 500 obras de literatura de ciencia ficción que publicó en vida; ese género de definición tan vaga que muchos se esfuerzan por dividir en blanda y dura.

Al respecto, Bradbury dijo en una ocasión: “Nunca he escuchado a nadie que haya criticado mi gusto en viajes espaciales o gorilas. Cuando esto ocurra, empacaré mis dinosaurios y dejaré la habitación”.

Foto: Ethan Pines
Foto: Ethan Pines

No obstante, para alguien catalogado como futurista, Bradbury no siempre abrazaba la tecnología e incluso llegó a decir que internet era una estafa perpetrada por las compañías de computadores. De igual manera, desdeñó los cajeros automáticos y denunció los videojuegos como “una pérdida de tiempo para hombres que no tienen nada mejor que hacer”.

“La ciencia ficción también es una genial forma de pretender que estás escribiendo sobre el futuro, cuando en realidad estás atacando el pasado reciente y el presente”, declaró en una ocasión para New York Times.

Hasta el final, Bradbury demostró que el género que tanto se le achacaba no implicaba forzosamente abrazar desmesuradamente a la máquina y hablar del futuro. Por el contrario, su obra es bastante crítica y está plena de referencias oníricas.

Sueños que han inspirado a tantos, incluso a llegar a Marte.

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