ENTREVISTA | El embeleco tecnológico y la posibilidad de publicar una novela más tarde: Andrés Neuman

07/01/2017 - 12:05 am

La posibilidad de publicar una novela quince años después -luego de que en su ocasión el libro se agotara- puso al escritor argentino Andrés Neuman en un muchas posibilidades, alguna de ellas no tan grata. De todas maneras, el autor no se arredró y volvió a publicar una historia de correos, sin redes sociales y y con dos protagonistas.

Ciudad de México, 7 de enero (SinEmbargo).- No es sencillo que un autor joven se atreva a publicar, quince años más tarde, una novela que se agotó en su momento. No lo es, además, si resulta ser un autor de éxito probado, a quien la crítica ha tratado bien y de quien se esperan grandes libros. La primera dificultad que esto entraña es toparse con la escritura de alguien que vive quince años atrás. Esto no es poco, bien podría ser casi el desarrollo completo de la obra narrativa que hoy lo tiene consolidado como uno de los autores latinoamericanos jóvenes con más presencia en la mente de los lectores.

Andrés Neuman, pese a ello, no se arredró. Y eso que su novela, La vida en las ventanas, implicaba una complicación extra. La había escrito en una época anterior a las redes sociales, cuando la maravilla tecnológica parecía residir en la posibilidad de enviarnos correos unos a los otros. Ése era el vértigo de hace poco: saber que nuestro destinatario tendría el correo en su computadora casi al instante. No había palomitas azules de confirmación ni nuevas angustias que se sumaron en la última década.

Así que el contexto ya estaba planteado. También la historia. Net, un joven universitario, le escribe sentidos correos a Marina, a quien suponemos el amor de su vida. Nada más. Sin respuestas. Una suerte de novela epistolar que va desvelando las manías y las obsesiones de Net pero, sobre todo, una historia que se va desarrollando en medio de la turbulencia de la propia voz del protagonista.

Conseguir, pues, que la novela se desprenda de su atadura contextual, es lo que le confiere un valor mucho más alto a la novela de Neuman. Foto: SinEmbargo
Conseguir, pues, que la novela se desprenda de su atadura contextual, es lo que le confiere un valor mucho más alto a la novela de Neuman. Foto: SinEmbargo

Resultaba casi inevitable preguntarle alrededor de la tecnología y sus lugares comunes. El más manido de todos, quizá, el cuestionable hecho de que las imágenes estén sustituyendo a las palabras. ¿Por qué, en ese contexto, aventurarse con una novela epistolar?

–La tradición epistolar concentra varias de las ambigüedades literarias que me interesaba explorar. Una de ellas es la relación entre comunicación y lenguaje verbal. La cultura se está convirtiendo en un conjunto de clisés que todos compramos a no muy buen precio. Uno de esos enormes clisés mediante los cuales hacemos sociología de cocina, es que vivimos una sociedad audiovisual y nos quedamos perfectamente cómodos con esa idea, como si fuera una idea apasionante. Sin embargo, si buceamos un poquito más, en ese lugar común encontramos que nunca hemos generado tanto lenguaje verbal en la historia de la humanidad. Incluso las plataformas diseñadas para intercambiar imágenes, pongamos Instagram, una foto que tiene repercusión es una foto que genera inmediatamente comentarios. Cuanto más aceptación tiene una foto, más reacciones verbales suscita… En cuanto a la tradición epistolar se da la paradoja de que mi generación (digamos, los que tienen alrededor de cuarenta años), volvieron a ser ciudadanos muy epistolares en su juventud, volvieron a escribir largas cartas de amor, solamente que, en lugar de ir al correo, le apretábamos <SEND>.

–Entonces la novela trata de pensar todo lo que cambiaron nuestros hábitos con la aparición del Internet.

–Una vez planteado el paradigma en torno al cual giraría la novela, era tiempo de construir una doble historia de amor; uno de los mayores aciertos de La vida en las ventanas. Por una parte, Net parece estar llevando a cabo una cierta clase de purga. Montado en la idea de que una relación pasada puede idealizarse hasta el absurdo, el tono del protagonista parece ser el de quien ha perdido al gran amor de su vida. Entonces la tensión dramática se establece desde el principio. No sólo el lector busca descubrir quién es Marina y por qué es tan maravillosa sino, por supuesto, necesita saber si volverán a estar juntos. En cierto sentido, una historia común aunque poderosa. Lo que la vuelve más atractiva es que Net, de pronto, conoce a Cintia. Primero es un encuentro casual, dos jóvenes en un bar. Pronto, una relación con muchas intensidades. Incluso llega el momento en que deciden irse a vivir juntos.

–Hay quien también podría asegurar que es una historia común (a fin de cuentas, todas las historias de amor lo son). Lo interesante, en este caso, es que accedemos a ella a partir de lo que Net le cuenta a Marina sobre Cintia. Esa idea, de entrada, ya despierta el interés de cualquiera.

–Me interesaba mucho poder volver literal una sensación que en general tenemos todos: cómo el amor anterior va perdiendo peso y se va disolviendo y casi dejando de existir cuando uno vuelve a enamorarse. La impetuosidad con la que el nuevo amor reescribe y, a veces injustamente, intenta abolir el amor previo. Entonces, es como que el personaje al principio está totalmente oprimido por el recuerdo de lo que parece ser una relación anterior, poco a poco esas dos fuerzas se van equilibrando, muy gradualmente, hasta que el amor anterior se convierte en un fantasma y ya hacia el final uno duda si ese amor anterior parece un fantasma, si siempre fue un fantasma o si, quizás, su existencia está a discusión, si alguna vez existió.

Hacia el final de la novela, después de que se nos ha revelado un misterio que ni siquiera sabíamos que existía, el lector tiene tiempo de reposar. Foto: SinEmbargo
Hacia el final de la novela, después de que se nos ha revelado un misterio que ni siquiera sabíamos que existía, el lector tiene tiempo de reposar. Foto: SinEmbargo

LO IMPORTANTE ES EL PERSONAJE CENTRAL

Andrés Neuman escribió, entonces, una novela de amor donde lo importante es el personaje central, la forma en la que establece el diálogo consigo mismo. Es la famosa escisión del yo: el narrador y el narrado. Aquél que cuenta las cosas no es el mismo que las vive. Y es una novela de amor que funciona muy bien gracias a que Neuman logró balancear el asunto formal con la historia misma. Utilizar este narrador tan limitado era la mejor manera de volver interesante la trama. Más aún, también consiguió sumar un contexto específico que le permitiera ganar en profundidad. Ese inicio del sueño tecnológico, esa apertura a la posibilidad de comunicarnos con el resto del mundo de forma casi automática, le confiere a la novela una especificidad temporal que hizo bien en no romper a la hora de actualizar la novela.

Hacia el final de la novela, después de que se nos ha revelado un misterio que ni siquiera sabíamos que existía, el lector tiene tiempo de reposar. La reflexión es clara: es cierto, la tecnología ha permeado en nuestras vidas, nos ha hecho dependientes de ella en muchos sentidos. Pese a ello, sigue quedando lo esencial en el ser humano, esa capacidad de relacionarse con el otro, de verse a sí mismo a partir de los demás, sin importar la cantidad de ventanas que medien entre unos y otros. Conseguir, pues, que la novela se desprenda de su atadura contextual, es lo que le confiere un valor mucho más alto a la novela de Neuman. En ese sentido, está más que justificada

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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