Se trata de una pieza musical inspirada en “Canción mixteca”, que retoma una de sus frases para darle nombre a la composición y cuya intención es evocar la melancolía de dichas palabras.
Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).- El compositor de origen zapoteco, Eduardo Ángel Aguilar Vásquez, contará con el honor de ver uno de sus sueños cumplidos pues en agosto de este año una de sus piezas musicales se presentará en Budapest. El evento significará el estreno mundial de su pieza “Quisiera llorar, quisiera morir…”, obra para cello, clarinete, piano y violín.
El joven es egresado de la Licenciatura en Composición de la Facultad de Música (FaM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fue ganador del tercer lugar en un concurso internacional llamado “New Special Ensemble Prize. Ensemble Impronta Composition Competition 2019”, celebrado en Mannheim, Alemania.
Este no sería el primer concurso que el compositor gana, dado que ha participado ya anteriormente en otros certámenes de este tipo.
La inspiración para la creación de esta obra data de una frase de “Canción Mixteca”, las cuales dieron nombre a la composición. La canción ganó el Primer Concurso de Canciones Mexicanas celebrado en 1918 y su letra se remonta al fenómeno de la migración.
“He buscado construir lo que ese fragmento –de la Canción Mixteca– me evoca: una penumbra, un ambiente silencioso donde los músicos puedan tocar con poca luz, donde una inmensa nostalgia pueda invadir el pensamiento, un frágil ámbito oscuro y vacío para llorar, para morir…”, dijo Aguilar Vásquez a Gaceta UNAM.
La composición del joven, cuya duración es de nueve minutos y 22 segundos, será presentada en un concierto del Ensamble Impronta, dirigido por Andreas Luca Beraldo y Jeanne Vogt, en Hungría. Además de la interpretación de su obra, el ensamble publicará la partitura de Aguilar en su página web.
Para participar en el certamen, la obra musical fue escrita por Eduardo Aguilar y ejecutada por el Ensamble Tamayo.
Sobre “Canción Mixteca” el joven comentó: “No he tomado fragmentos de su música, pero sí un par de palabras para titular mi pieza, específicamente la frase que considero más triste. Intenté que la música se manifestara en un límite etéreo, como si se tratara de escuchar pedazos amorfos de melodías. No las melodías definidas, sino sus estelas, sus ecos, algo cercano al aire”, concluyó.
