Por Claudia Campero*

Hace unos días se anunciaron cortes de agua en la zona metropolitana de la Ciudad de México debido a una reducción del suministro del sistema Cutzamala por el bajo nivel que tienen las presas. Ya sea por mantenimiento o por nivel de las presas, esta clase de cortes suceden con cierta frecuencia. La experiencia nos dice, que cada vez que estos cortes ocurren las personas más afectadas son las que de por sí tienen un mal servicio. Las personas que normalmente se surten con pipas, ven una mayor competencia y, a veces, cobros indebidos aumentan. Las personas que tienen agua por tandeo ven reducido más aún el acceso. También estas colonias son las últimas en ver el servicio restablecido cuando se finalizan los cortes.

La realidad es que el mal servicio está relacionado con una infraestructura precaria casi casi sostenida con pinzas. También es importante considerar que aunque se anunció que varias alcaldías serán afectadas, son las que están más distantes del Cutzamala las que verán su flujo reducido de manera más drástica. Todo esto nos remite a un tema central: la crisis de gestión del agua en la ciudad se manifiesta de forma totalmente inequitativa. Mientras en unas colonias nunca falta el agua, en otras, la falta de agua y los problemas de calidad son tema cotidiano.

Cuando se hizo este anuncio, surgieron las dudas, si las lluvias llegarán hasta mayo, ¿cuánto tiempo durará la medida? ¿Se irá reduciendo el flujo progresivamente? Y posiblemente la que más preocupa frente al contexto actual ¿con el agua recibida alcanzará para la higiene necesaria para evitar aún más contagios por COVID-19?
Todavía es pronto para saber cómo se vivirán los cortes en las colonias con mayor precariedad hídrica de la ciudad. Lo que sí es probable es que esta situación se seguirá repitiendo y afectando de manera desigual al interior de la ciudad y de los hogares mismos, donde las mujeres frecuentemente ven su carga de trabajo doméstica aumentada también de forma desproporcionada. Por esta razón, es que se requieren de políticas públicas integrales y congruentes que procuren la regeneración de la cuenca de tal forma que incluso podamos eventualmente dejar de importar el agua de otras cuencas. En particular, dejar de depender del sistema Cutzamala reduciría en gran medida el costo energético y la huella de carbono de la ciudad dado que este sistema requiere el bombeo del agua a mil metros de altura.

Hace unas semanas, treinta organizaciones y colectivos manifestamos nuestra preocupación por la crisis de gestión del agua y su contribución a la emergencia climática. Argumentamos que para cambiar la gestión actual a una que permita la regeneración de la cuenca se requiere considerar diez ejes estratégicos que incluyen la participación ciudadana significativa en el ordenamiento territorial, la educación socioambiental, la conservación de los suelos de infiltración, la cosecha de agua de lluvia, la disminución del consumo, el reúso y tratamiento del agua, la reparación de la red, la regeneración de ecosistemas, la gestión de riesgos hídricos y climáticos y la definición de microcuencas prioritarias.

La crisis de gestión del agua tiene años castigando a colonias enteras de la ciudad y este castigo se recrudece cada vez que hay cortes de agua. Urge que se tomen acciones que atiendan a las colonias con peor servicio para que cotidianamente puedan gozar del derecho humano al agua y al saneamiento, siempre con la participación activa de la población y particularmente de las mujeres.

*Claudia Campero, Estratega para Movilización Urbana, Greenpeace México

Greenpeace

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