Siempre se sintió mucho y fue mucho: A 100 años de su nacimiento, perviven María Félix y su mito

08/04/2014 - 12:00 am
Mujer de belleza extraordinaria, de esas que cortaba el aliento. Foto: EFE
Mujer de belleza extraordinaria, de esas que cortaba el aliento. Foto: EFE

Ciudad de México, 8 de abril (SinEmbargo).- No sabía cantar. Como actriz no podría decirse que marcó escuela, pero su figura es sinónimo de cine nacional. La música, por otra parte, hizo historia alrededor de su belleza y canciones clásicas del repertorio mexicano estuvieron a ella dedicadas.

Era hermosa. Un mérito que la hoy centenaria María Félix no adjudicaba a la genética sino a su porte, su altivez, esa manera de avasallar y de enmudecer a los presentes cada vez que entraba a un sitio.

Era constante. Nació el 8 de abril de 1914 y murió en fecha idéntica del 2002. Era única y extraordinaria. Tanto que cuando la estadounidense Eva Longoria, bonita pero bajita, bella aunque no imponente, declaró en México en 2010 que quería honrar sus raíces mexicanas encarnando a La Doña en el cine, se multiplicaron las sonrisas escépticas, las expresiones de incredulidad.

La casi desconocida Ximena González Rubio la interpretó en Cantinflas, de Sebastián del Amo, estrenada recientemente en el Festival de Cine de Guadalajara, con el papel protagónico a cargo del español Oscar Jaenada.

Fue “María Bonita” porque así lo quiso Agustín Lara, el compositor flaco y poco agraciado que se enamoró perdidamente de ella aunque apenas duraron un año como casados. No pudo con la Félix y le fue inexplicablemente infiel.

Y fue “Doña Bárbara”, personaje de la novela homónima del venezolano Rómulo Gallegos que inmortalizó en la película de Fernando de Fuentes de 1943, junto a Julián Soler. Por ella se llamó para siempre La Doña. Y así la recordamos hoy, a 100 años de su nacimiento.

NACIÓ EN ÁLAMOS

María de los Ángeles Félix Güereña nació en Álamos, Sonora, en el norte de México, el 8 de abril de 1914. Su padre Bernardo Félix Flores era descendiente de indios yaquis, y su madre, Josefina Güereña Rosas, tenía sangre vasca.

La mezcla racial dio por resultado a una de las mujeres más hermosas en la historia del cine contemporáneo, prototipo de la belleza del norte mexicano, una dama que cortaba el aliento y que es recordada en su centenario por la Cineteca Nacional de México, institución que rinde homenaje a la actriz proyectando sus filmes y con una exposición fotográfica conmemorativa.

Tuvo 11 hermanos y destacó de muy niña por su belleza y su carácter. Se casó joven, antes de cumplir los 20 años, con Enrique Álvarez Alatorre, con quien tuvo a su único hijo, Enrique Álvarez Félix, que también fue actor, probablemente el único amor de su vida y que murió en 1996, dejándola sola y devastada.

A la Ciudad de México llegó divorciada y con un hijo. Mientras miraba las vitrinas de las tiendas, fue descubierta por el productor el cineasta Fernando Palacio. Fue el inicio de una carrera que la inmortalizó mediante 47 filmes en 30 años y donde lo proverbial fue su belleza extraordinaria más que su casi nulas dotes para la actuación.

Tenía una voz dura. Era una mujer dura. Y desde su primera película, El peñón de las ánimas, en 1942, mostró de qué estaba hecha al exigir que su nombre ocupara el sitio dedicado al protagonista, nada más ni nada menos que Jorge Negrete. “No era nadie, pero me sentía mucho”, supo decir muchos años después.

Con Negrete fue odio instantáneo y posterior matrimonio. A ella también le dio el sí Agustín Lara y sólo encontró la paz junto al millonario francés Alex Berger, con la que estuvo casada 18 años, hasta que enviudó en 1974.

La galería de personas que sucumbieron a su belleza es casi interminable e incluye celebridades que van desde Frida Kahlo a Diego Rivera, desde José Alfredo Jiménez (quien le compuso “Ella”) hasta un joven francés que le escribió la canción “Je Iáime a mourir”.

EN EL PALACIO DE BELLAS ARTES

Los Premios Ariel de este año, organizados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, recordará a la diva en la ceremonia de entrega de los galardones el próximo 27 de mayo.

Blanca Guerra,  presidente de la Academia, anunció el próximo lanzamiento de una colección especial en DVD con películas ganadoras del Ariel en las cuales participó “La Doña”.

La Filmoteca de la Universidad Autónoma de México (UNAM) hará lo propio con la proyección hoy de una copia en nitrato de plata (más añeja que el celuloide) de la película Río Escondido (1947), de Emilio “El Indio” Fernández, con el que ya había filmado Enamorada un año antes y con el que no tuvo un solo desencuentro, a pesar de la fama de mal llevado que perseguía al cineasta.

La Cineteca Nacional, en tanto, colocará imágenes en las rejas del inmueble, en la calle Real Mayorazgo, donde anteriormente estuvo una exposición dedicada a Ignacio López Tarso en Macario.

El próximo 11 de abril el filme encargado de inaugurar la 56 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca será La diosa arrodillada, en el que María Félix fue dirigida por Roberto Gavaldón.

“La mejor manera de rendir homenaje a María Félix es a través de sus películas, por eso en la Cineteca también haremos copias en 35 milímetros de sus mejores películas, que se exhibirán a partir del segundo semestre del año”, dijo el director de la Cineteca Nacional, Alejandro Pelayo, en conferencia de prensa.

Foto: Especial
Foto: Especial

La Alianza Francesa de México, en la colonia Polanco, organiza, con funciones gratuitas todos los martes de abril, el ciclo María Félix, à la française, con las películas que la diva realizó en Europa.

Hoy se proyectará French Can Can (1954), en la que fue dirigida por uno de los máximos exponentes del cine francés: Jean Renoir y en donde encarna a Lola de Castro, una figura del cabaret de la época.

UNA MUJER DE ARMAS TOMAR

Si alguien intentara describir el prototipo de la mujer mexicana con el adjetivo de sumisa no encontraría un ejemplo en María Félix. Indómita, rebelde, autoritaria, solía decir que tenía el corazón y el cerebro de un hombre.

Su mito tuvo proporciones magníficas y fue percibido en vida por su gestora, quien solía sorprenderse por las “cosas fabulosas” que le tocaba vivir casi a diario. Por caso, la anécdota que cuenta Fernando Díaz Juárez en el portal Filmewb.

“Un día en la década del 70, María Félix viajó a París, y sin anunciarse se presentó en Cartier. Llevaba sus diamantes envueltos en un pañuelo para que la marca de joyería más famosa del mundo le fabricara algo “diferente”.

María Bonita. Foto: EFE
María Bonita. Foto: EFE

El atelier trabajó en una pieza que se volvería icónica en la vida de la Félix: dos reptiles entrelazados por sus colas, pero lujosa y artesanalmente elaborados en oro, con incrustaciones de esmeraldas, rubíes y desde luego, los diamantes amarillos que ella había entregado.

Esa no era la primera vez que Cartier consentía los caprichos de María. En 1955 la firma de joyas confeccionó para ella un collar de coral platino, con perlas, esmeraldas y ónice”, dice el periodista.

UNA MUERTE A LA ALTURA DE MARÍA FÉLIX

El día de su muerte, el 8 de abril de 2002, María Félix tenía 88 años. Murió en su magnífica casa en la calle Hegel, de la exclusiva Colonia Polanco.

Todavía dio una sorpresa: legó todos sus bienes a un joven asistente, hijo del chofer de su mejor amigo.

Su hermano menor pidió la nulidad del testamento insinuando que podía haber sido envenenada y Félix fue sacada de la tumba para los peritajes, pero se comprobó que había muerto por causas naturales y que en el último minuto de su vida hizo lo de siempre: lo que le dio la gana.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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