“Inherent Vice”, lo nuevo de Paul Thomas Anderson y Joaquin Phoenix

16/03/2015 - 12:05 am
Paul Thomas Anderson retrata a caladas el final del sueño hippie. Foto: efe
Paul Thomas Anderson retrata a caladas el final del sueño hippie. Foto: efe

Ciudad de México, 16 de marzo (SinEmbargo).- En Inherent Vice, la nueva película del estadounidense Paul Thomas Anderson, más que la tensión, lo que se corta con cuchillo es una neblina de humo narcótico, que otorga el aire irreal y alucinatorio que el director pretendía impregnar a la película.

El insigne club de “fumados” de Hollywood tiene un nuevo socio: el detective privado Doc Sportello, que compone como siempre con solvencia Joaquin Phoenix y que sigue la senda de otros investigadores con querencia por el cigarrito cannábico, como el inolvidable Gran Lebowski de los hermanos Coen.

El ambiente narcotizado, la trama enrevesada y serpenteante, los diálogos chispeantes o la nostalgia por una era en vías de extinción son todos ellos elementos que se hallan en la novela original del escritor “maldito” Thomas Pynchon.

No por casualidad, se trata de la primera vez que el hermético autor estadounidense es llevado a la gran pantalla.

La confusión del protagonista, que ve desplomarse ante sus ojos el ideal hippie en la California de finales de la década de 1960, se aproxima en ocasiones a una experiencia casi física para el espectador del filme.

“Cuando era niño, tenía amigos con padres hippies que contaban historias de los sesenta. Eran muy pesados, yo no quería escucharlos. Pero mirando atrás, he llegado a comprender que su sensación de pérdida era genuina”, explicó Anderson en una entrevista con medios internacionales.

El director -autor, entre otras, de Magnolia, There Will Be Blood y The Master– considera que aquello “es algo que todavía los obsesiona: tuvieron una oportunidad de cambiar el mundo y lo echaron a perder”.

Es un mundo que se cae a pedazos, corroído por la droga, comprado por las grandes empresas y paranoico por las delaciones, en el que Sportello trata de socorrer a su ex Shasta (la poco conocida Katherine Waterston), mientras enlaza un “porro” tras otro.

Joaquín Phoenix confiesa que odia "ver al actor detrás del personaje". Foto: efe
Joaquín Phoenix confiesa que odia “ver al actor detrás del personaje”. Foto: efe

“Está contado a través de los ojos de un ‘fumado’ que trata constantemente de digerir toda esa información”, señala el director, que reconoce que él mismo nunca puede seguir las tramas de las películas, porque se pierde y se lía con los nombres.

EL MEJOR GUÍA DETRÁS DE LA CÁMARA

En una entrevista con Efe, Phoenix recordó su fortuna de contar con “el mejor guía” detrás de la cámara, y consideró que el filme “tiene un ‘feeling’ poderoso, esa especie de nube que viene de la iluminación y de las interpretaciones”.

Aunque Phoenix no vivió en primera persona aquellos años (nació en 1974), se siente muy interesado por el ambiente de desconfianza y traición que hizo desplomarse todos esos grandes sueños de hermandad y cambio.

“Había ese sentimiento de ‘estamos todos juntos metidos en esto’. Pero entonces empiezan a delatarse los unos a los otros. De repente, un dulce chaval del sur de California se enfrenta a 20 años de prisión por vender algo de maría y empieza a denunciar a todos sus amigos”, dijo.

Regada por una cuidada banda sonora, que se hace presente desde los primeros compases con la hipnótica “Vitamin C” de la banda Can, “Inherent Vice” aturde y entretiene con el retrato (en clave de humor) de una época extinta.

¿Dónde están hoy los hippies? Responde Phoenix: “Creo que todavía vemos sus remanentes. El movimiento medioambiental, las escuelas de salud alternativa… No creo que esté del todo muerto, todavía existe en algún sitio”.

UN ACTOR EN BÚSQUEDA PERMANENTE

Joaquin Phoenix es un hombre en búsqueda permanente. Tanto, que los directores que trabajan con él deben embridar esa intensidad, como le sucedió a Paul Thomas Anderson en el rodaje de Inherent Vice: “¿Joaquin, podrías tan solo entrar en la habitación, cerrar la puerta y ya está?”.

La anécdota, que el actor evoca en una entrevista con Efe, refleja bien el carácter obsesivo, metódico y perfeccionista de una de las personalidades más singulares de Hollywood, que siempre logra dotar a sus personajes de una turbulenta intimidad.

Su encarnación del detective privado Doc Sportello en la última película de Anderson se aleja algo de esas naturalezas torturadas con las que se lo suele identificar (Gladiator, Walk the Line, The Master…), pero conserva su toque distintivo.

“Siempre estaba buscando, intentando encontrar algo qué hacer. Pero a veces se trata simplemente de salir ante la cámara, meterse en un coche y punto”, dice el actor, que recuerda que Anderson no es un director que deje mucho a la improvisación.

Por eso, cuando Phoenix -amable a veces, franco siempre- llega a una conclusión sobre una escena y piensa “ya lo tengo”, rápidamente se da cuenta de que es una idea terrible, “porque entonces le estás diciendo a la audiencia lo que tiene que sentir, le estás vendiendo una idea”.

“Odio esas actuaciones cuando veo al actor detrás del personaje, en plan ‘ya ves de qué va esto, estamos haciendo una comedia’. ¡No quiero conocer su jodida opinión! Esa es mi concepción de la interpretación”, señala.

Si algo caracteriza el papel de Doc Sportello es su estado de embriaguez a lo largo de la película, causado por un ingente consumo de marihuana, que tan pronto le proporciona lucidez como obnubila su mente y ofusca sus acciones.

A Phoenix, que enlaza un cigarro (de tabaco) tras otro durante la entrevista, no le avergüenza reconocer que sí, fumó porros antes en su vida, así que sabe bien qué se siente y cómo actúa un consumidor de “hierba”.

Pero confiesa que no pretendía encarnar al prototipo de “fumado”, sino que su trabajo era más bien “experimentar algo y dejar al espectador que extraiga lo que quiera”.

La película está basada en una novela de Thomas Pynchon. Foto: Facebook
La película está basada en una novela de Thomas Pynchon. Foto: Facebook

En ese “viaje” que supone para el actor rodar un filme, tuvo en Inherent Vice a su “mejor guía”, Paul Thomas Anderson (PTA en el argot de Hollywood), el director con el que cualquier estrella de Hollywood pagaría hoy día por trabajar.

“Mi amigo Matt, atrezzista en la película, se pasaba el día corriendo de un lado a otro y sudando. Al verlo así, un día le pregunté cómo estaba y me dijo: ‘Nunca he trabajado tanto en mi vida, pero nunca me he sentido más completo’. Creo que así es como todo el mundo se siente al trabajar en las películas de PTA”, dice.

La maestría de Pynchon, la riqueza de su narración y de la recreación de una época, consiguen “hacerte reír y llorar en una misma frase”, dice Phoenix.

“Me gusta que todos los personajes tengan algún defecto, es algo que no sueles ver en la mayoría de las películas. Me atraen las cosas complejas”, explica.

Pese a ello, o quizá por ello mismo, tiene dificultades para encontrar las palabras sobre qué le motiva a ser actor: “Supongo que es esa sensación que no he encontrado en ningún otro lugar. No sé exactamente cómo explicarlo. Di a parar con esta forma de expresión y siempre acabo regresando a ella”.

Y, aunque sufre la “escasez de material interesante” en Hollywood, compara la pasión que siente al toparse con un buen guión al enamoramiento con una mujer.

“No sabes muy bien por qué, pero deseas estar junto a esa persona. Es lo mismo cuando leo un guión, que me digo: quiero experimentar esto, vivirlo durante un tiempo. Lo quiero tanto que quiero hacerlo todo el tiempo”, reflexiona.

Un tipo intenso, Joaquin Phoenix, tan intenso como la mirada algo torva e inquietante que dedica a su interlocutor, la misma con la que recita sus líneas o se despide de súbito.

Con información de efe

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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