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Alejandro Páez Varela

17/06/2013 - 12:03 am

Serrano, Bejarano: la izquierda se pisa la cola

“Bonito par de sábanas grises”, decían los viejos. Ya casi no escucho esa expresión. Me refiero a René Bejarano y a Héctor Serrano Cortés, ahora enemigos a muerte. El primero trabaja por su cuenta, amparado en el poder que le dan los vendedores ambulantes, los taxistas y todo tipo de subempleados que no tienen otra […]

“Bonito par de sábanas grises”, decían los viejos. Ya casi no escucho esa expresión. Me refiero a René Bejarano y a Héctor Serrano Cortés, ahora enemigos a muerte. El primero trabaja por su cuenta, amparado en el poder que le dan los vendedores ambulantes, los taxistas y todo tipo de subempleados que no tienen otra opción que aceptar los caciquismos por un lugar en la mancha urbana. El otro es exactamente lo mismo que Bejarano, con una diferencia: opera desde el Gobierno del Distrito Federal y es, ahora, el hombre del momento para Miguel Ángel Mancera.

Serrano es o fue un individuo muy cercano a Marcelo Ebrard Casaubón. Ex priista, operó en 2011 dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como Consejero Nacional; negoció para ese grupo político las posiciones para jefes delegacionales y varias diputaciones locales. Iztapalapa y Miguel Hidalgo son su orgullo, y adquirió un poder inusitado dentro de la actual Asamblea.

Sirvió al PRI como subdelegado en la Venustiano Carranza, de 1986 a 1988; luego se movió en la Cámara de Diputados y hasta fue Oficial Mayor tanto en ese órgano federal como en su versión del Distrito Federal. En 2001, llegó como Delegado a la Venustiano Carranza y Andrés Manuel López Obrador lo hizo director general de la Caja de Previsión Social de Trabajadores a la Lista de Raya. Con Ebrard fungió en varios cargos: director de Programas Delegacionales y Reordenamiento de la Vía Pública de la Secretaría de Gobierno; después, Subsecretario de Programas Delegacionales y Reordenamiento de la Vía Pública. Ahora, con Mancera, es el Secretario de Gobierno.

Su poder radica, como el de Bejarano, en los miles y miles de ambulantes y sus líderes, que viven pegados al PRD; en su capacidad de capitalizar esos votos. El reordenamiento de plazas comerciales y espacios públicos lo acercó a la “carne electoral”, la más sucia y cuestionable de la izquierda.  Serrano Cortés es un negociador y operador nato. Dicen que es el “Bejarano con la rienda suelta”, en referencia de que el otro opera desde una oficina equis mientras éste lo hace desde el Gobierno del Distrito Federal. Tiene conexiones y control de una parte importante del aparato corporativista de izquierda (al estilo PRI) y además de ambulantes, moviliza sindicatos, taxistas; de todo.

Es hábil, dicen, y marrullero: algunos medios publicaron que fue el “brazo ejecutor” que se encargó de despojar a varios propietarios en 2007 de sus locales ubicados en Mesones 126, en el Centro Histórico, para entregarlos a sus líderes de ambulantes favoritos; a Miguel Ángel Huerta, líder de comerciantes informales en la zona de Mesones, una especie de hampón que además se dice “dirigente” de los ambulantes invidentes y débiles visuales.

Serrano sirve bien a quienes lo protegen; le interesa el poder, usa el poder y lo disfruta; y con él, los que se sirven de él.

Serrano y Bejarano chocaron en 2013. El funcionario fue uno de los operadores políticos que llevó a Raúl Flores a la dirigencia del PRD capitalino. Por encima de Bejarano. Y ya se la tienen cantada.

***

Bejarano es lo que es. No hay manera de borrar de la opinión pública sus momentos “estelares”: él y Carlos Ahumada, él y los fajos de billetes, él y el maletín y las ligas. Mi pregunta es: ¿y Serrano qué? Mi respuesta inmediata es que mientras sirva al patrón (ahora a Mancera), no habrá un solo intento por aclarar su papel dentro y fuera de la administración pública; nunca vigilarán sus cuentas, sus propiedades. Nunca. Difícil comprobarlo sin voluntad política, pero de este nuevo “Bejarano oficial” se escucha todo tipo de historias negras. Relacionadas con carretadas de dinero, por supuesto. Pero ha servido bien a quien ha servido, y ha escalado, y ahora alcanzó un lugar privilegiado dentro de un gobierno “progresista”. (¿Progresista? ¿Sigue llamándose a sí mismo este gobierno como “progresista?)

A la izquierda se le llena la boca cuando habla de Carlos Romero Deschamps. Manotea y da gritos en el cielo cuando se menciona el solo nombre de Andrés Granier Melo. Grita que si Elba Esther Gordillo, que si Humberto Moreira y que Monex y demás.

Pero mientras mantenga una relación con personajes como este par de sábanas grises, no es posible pensar que realmente le interesa sanar el terrible mal de la corrupción –moral, ética– que aqueja a los mexicanos.

¿O me equivoco?

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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