Todo comienza con preguntas en apariencia simples, impulsadas por la curiosidad natural de mis dos pequeños. Ignoro qué les explicaron en la escuela y cómo eso va evolucionando hasta llegar a certezas como “Hoy es el cumpleaños de México, ¿cómo vamos a abrazarlo?”. Esas preguntas pronto se vuelven más prácticas. Exploran conceptos relacionados con las reuniones multitudinarias, con las banderas por doquier, con el montón de personas llenando el Zócalo e, incluso, con un desfile militar que los entretiene por los aviones sobrevolando la ciudad.

El problema radica, claro está, en las razones para celebrar. Desde la escasa comprensión de mis pequeños, celebramos porque hace mucho tiempo ya éramos México, luego llegaron los españoles para volverse dueños del país, años después, Hidalgo tocó la campana y gritó tan duro que los extranjeros se fueron y nos devolvieron ese México que preexistía. Es difícil decidir cómo aclarar las cosas: ya sea por la vía del asunto fundacional de nuestro país, ya por los falsos enemigos que resultan hoy en día los españoles, ya por el carácter mítico de los gritos de Hidalgo.

¿Qué celebramos entonces?, preguntan de nuevo. Y entonces me refugio en las preguntas anteriores. Aquéllas que me permitían jugar a la historia, a la leyenda, a la ficción y al mito. Aquéllas en las que me hago bolas intentando ser claro pero que se ubican más allá de la comprensión de mis pequeños. Prefiero que ellos no sean capaces de abarcar un concepto como 1810 a acercarme a otros territorios.

Estos territorios son los de hoy en día. Es difícil decirles a mis hijos que esos soldados son los mismos que, durante las últimas décadas, sólo han disparado en contra de mexicanos. También, que aun cuando los españoles son nuestros amigos y no estamos en guerra contra ninguna otra nación, tenemos un altísimo índice de personas muertas: más, quizá, que si estuviéramos en medio de un conflicto bélico. Es harto complicado hacerlos entender las razones por las que ese sujeto, ante el cual todos los soldados presentan armas, es el jefe del país. La democracia es un concepto demasiado abstracto. Pese a ello, si lo lograren entender, seguiría siendo casi imposible hacerlos entender cómo alguien como él gobierna nuestro país. Mucho más, por ejemplo, por qué no hemos hecho nada para impedirlo.

Así que las preguntas de estos tres días se han vuelto demasiado complicadas. Más que nunca antes. Siempre he intentado responder a mis hijos con lo que creo verdadero, dentro de los límites de la lógica. Ahora me confieso maniatado (mentiatado, tal vez). En verdad, soy incapaz de explicar qué celebramos.

*Aprovecho este espacio para invitarles a la presentación de mi nueva novela, “Tus dos muertos”, editada por Alfaguara. Será el martes 20 de septiembre a las 19:30 horas en Gandhi Mauricio Achar. Me acompañarán Bruno Bichir y Fernando Rivera Calderón. Ahí, aunque personal y pequeña, sí habrá una razón explicable para celebrar.

Jorge Alberto Gudiño Hernández

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Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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