Los robots estaban comunicados entre sí, registrando las dinámicas de uno de los grupos de animales y traduciéndolas en señales para que el otro intentara adaptarse a ellas.
Ginebra, 21 marzo (EFE).- Científicos de cinco universidades europeas, entre ellas la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), lograron que dos especies animales totalmente diferentes como son los peces y las abejas se comunicaran entre sí e incluso se coordinaran con la ayuda de pequeños robots.
El estudio, señaló hoy un comunicado de la EPFL, se llevó a cabo junto a expertos de las universidades de Lisboa, Graz (Austria), París Diderot y Zagreb, y puso en contacto a un banco de peces en un acuario suizo con un enjambre de abejas en la citada ciudad austríaca, a 700 kilómetros de distancia.
“Hemos creado un puente sin precedentes entre dos comunidades animales, permitiendo que intercambiaran sus dinámicas”, señaló el ingeniero de la suiza EPFL Frank Bonnet al comentar el estudio, que hoy se publica en la revista especializada Science Robotics.
Los robots, situados en plataformas en el acuario y junto al enjambre, emitían señales (visuales y vibratorias en el caso de los peces, mientras que las abejas recibían vibraciones, cambios de temperatura y movimientos de aire) que provocaban diferentes reacciones de atracción o dispersión.
Además, los robots en ambos países estaban comunicados entre sí, registrando las dinámicas de uno de los grupos de animales y traduciéndolas en señales para que el otro intentara adaptarse a ellas.
“Los robots actuaban como negociadores e intérpretes en una conferencia internacional, y a través de los intercambios de información los dos grupos de animales gradualmente llegaron a una decisión común”, destacó otro de los científicos de EPFL, Francesco Mondada, del Laboratorio de Biorrobótica BioRob.
Según la EPFL, la “conversación” entre peces y abejas fue “caótica” en los primeros minutos pero al cabo de unos 25 minutos se sincronizó, consiguiendo que todos los peces nadaran en una misma dirección mientras las abejas volaban también juntas alrededor de una de las terminales robóticas.
Además, Bonnet señaló que el diálogo provocó que las dos especies adoptaran nuevas características tomadas la una de la otra: “Las abejas se volvieron más inconstantes y menos dadas a volar juntas, mientras que los peces comenzaron a agruparse más de lo que lo hacen normalmente”, explicó.
El estudio, señaló el comunicado de la institución suiza, ha permitido a los ingenieros en robótica comprender mejor cómo la máquina puede capturar y traducir señales animales, mientras que para los biólogos amplía el conocimiento del comportamiento de las especies y la interacción dentro de un ecosistema.
En cuanto a aplicaciones prácticas, podría ayudar a elaborar métodos para cambiar comportamientos grupales de animales no deseados, por ejemplo en el caso de bandadas de pájaros que vuelan demasiado cerca de aeropuertos o de insectos polinizadores que se ponen en peligro al actuar en cultivos fumigados con pesticidas.