La esquizofrenia de extrañar

22/12/2013 - 12:00 am

Veinticuatro horas sin saber de ti equivale a una visita al psiquiatra. ¿Mi diagnóstico? Esquizofrenia. Mirar a todas partes y no parar de escribir sin reparar siquiera si tiene sentido o no lo que su ausencia en materia prima de letras produce.

Dientes ronronean ante la desesperación de no tener conocimiento, parecía que un tren estaba por cruzar el ferrocarril de mi dentadura dispuesto a atropellar el único sentido que aún funciona, mi lengua.

Contener una patada interna que viene del estomago y sube al pecho hasta llegar a rodar como lagrima de regreso hacia la locura de no tener conocimiento exacto de tu paradero y adivinar el porvenir de tu presencia entre varias posibilidades:

Que el vendedor de pizzas haya querido desquitar una propina que no le pagaste y te haya arrojada su motocicleta como acto de venganza, mientras acudías a nuestra cita no planeada al estilo Rayuela, andando sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.

Tal vez los extraterrestres vinieron a buscarte después de medianoche porque necesitaban tus saberes autodidactas para conquistar el mundo y hacerle competencia a los líderes políticos a realizar un experimento científico con tus órganos vitales.

Seguro la cámara baja te secuestró. Te enfundaron en corbatas y sacos para ser diputado y votar por las reformas que sacan una sonrisa Colgate al país. ¿Por qué no me avisaste que la burocracia te alejó de mi lado? Hubieras apartado un curul para mí.

Probablemente tu gato tuvo una crisis nerviosa y no paraba de maullar. Sus dudas existenciales impidieron que salieras de casa y no había teléfono disponible para que me avisaras.

Quizá de tu tostador saltaron dos rebanadas de hojas blancas y te dieran las respuestas que buscabas. A las afirmaciones del cosmos no hay que pasarlas por alto, sino atenderlas y dejar que fluyan mínimo 48 horas después del salto eléctrico.

Que un pájaro mordió tu mano porque le hablaste y le hiciste creer que le darías migas de pan cuando en realidad solo querías apreciarlo de cerca y agitaste tus manos para vencer el frio.

Que despertaste y el dinosaurio todavía estaba allí y saltase de la cama con un grito furibundo que se escuchó hasta el centro de la ciudad y Monterroso sonrió.

El monitor de la computadora succionó tu cara para envolverte en las redes sociales y colocar tu foto con un letrero de Se busca, recompensa en abonos, se le acusa de extraviarse con facilidad por conversar con las nubes y perderse en ellas brindando con una cerveza.

Con certeza, puedo afirmar que te ganaste la lotería sin siquiera participar y en un arranque corriste a recoger el cheque que comprobara el sentido de tu existencia. Un rostro de lycra te asaltó y despojó los pétalos monetarios y con escupitajos te arrebató la vida.

Dudo mucho que no sepa de ti porque hayas encontrado una opción múltiple masculina o femenina, simplemente me dio la esquizofrenia de extrañar. Quién sabe dónde estás.

@taciturnafeliz 

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