La obsesión por mantener la línea: 7 trastornos alimenticios modernos que ponen en riesgo la vida

26/08/2014 - 12:00 am
Foto: Shutterstock
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Ciudad de México, 26 de agosto (SinEmbargo).- La obsesión por mantener la línea, adherirse a los cánones de belleza que la sociedad dicta y seguir un modo de vida fitness, ha llevado a muchas personas a adoptar hábitos extremos que en lugar de beneficiarse, terminan dañando su cuerpo. ¿Alguna vez pensaste que preocuparte en exceso por tu salud podría convertirse una patología?

La anorexia y la bulimia han dejado de ser considerados los únicos trastornos alimenticios, pues si bien son los más comunes, desde hace algunos años, médicos de alrededor del mundo se han dado a la tarea de investigar las prácticas recientes de las personas a la hora de llevarse -o no- un bocado a la boca.

Los trastornos de la conducta alimentaria, como les llama el Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, no se limitan únicamente a irregularidades en la manera de comer de las personas, están además íntimamente ligados con otros problemas mentales tales como la depresión y otros factores culturales y sociales.

“La preocupación por la delgadez, la práctica de dietas y otras conductas alimentarias de riesgo, como el uso de laxantes y la práctica de ejercicio excesivo son conductas ampliamente difundidas en la población femeninas”, publicó el Instituto en su Guía Clínica para trastornos de la conducta alimentaria del 2012.

Ahí divide en cuatro categorías los factores de riesgo que pueden intervenir en el desarrollo de trastornos alimenticios: los biológicos, psicológicos, familiares y socioculturales. Y aunque los motivos varían de personas en persona, hay algunos sin los que sería imposible caer en alguno de estos, tal como la insatisfacción con la figura corporal, la depresión, ansiedad y baja autoestima.

Además tiene que ver, según el Instituto Nacional de Psiquiatría, los pensamientos obsesivos, la necesidad de control sobre el cuerpo, y una formación inadecuada de la identidad, sin embargo, las presiones  socioculturales “serán las que precipiten y perpetúen el trastorno”.

Sobre esta línea, Antonio Villarino Ruiz doctor en Ciencias Químicas y catedrático de Bioquímica en la Universidad Complutense de Madrid, donde es académico de Nutrición, publicó en España el manual Controversias sobre los trastornos alimentarios, en el que dedica un capítulo a los desórdenes relacionados con la alimentación que se diferencian de los ya bien conocidos: obesidad, anorexia nerviosa y bulimia, por tener características muy específicas.

En el apartado que precisamente llama “No todo es anorexia y bulimina”, el doctor explica que estas conductas, cada vez más frecuentes, tienen un origen claro: el culto a la salud corporal buscando “la salud total”, acompañado por un canon estético ilusorio de la perfección “que nos conduce a modificar o, al menos a modular, los hábitos alimentarios”, retoma la agencia EFE.

A continuación describimos algunos de los desórdenes de, relativamente, reciente descubrimiento, en los que las personas llevan a su cuerpo al extremo en pos de su apariencia:

1. Ebriorexia

Íntimamente ligada al alcoholismo en adolescentes, la también llamada alcoholexia o drunkorexia, consiste en dejar de comer para contrarrestar las calorías ingeridas durante el consumo de alcohol, es decir, pasada la fiesta, los jóvenes omiten las comidas de las siguientes horas con el fin de no acumular más ingesta calórica. Es el trastorno en el que se elige abiertamente entre el alcohol o los alimentos, y por supuesto, gana el primero, considerando que un lata normal de cerveza aporta alrededor de 110 calorías.

El año pasado, el Instituto de la Obesidad de España, alertó acerca del aumento en este tipo de comportamiento, el cual es difícil de identificar y puede provocar desnutrición severa e incrementar el daño que provoca el alcohol al hígado, además de pérdida de concentración, anemia, daños al corazón y alto riesgo de muerte.

Entre las alertas a las que los padres deben prestar atención están los cambios en el humor de la persona, así como una baja considerable de peso en poco tiempo, además de deterioro físico en general, como hinchazón en la cara.

Otra de las señales es que evitan comer en familia, y muestran un interés especial en el contenido calórico de alimentos y bebidas, así como en el cuidado de su físico.

2. Ortorexia

Éste es el trastorno en el que una persona lleva al extremo la idea de tener una alimentación y estilo de vida sanos hasta que lo convierte en una obsesión, al grado de tener episodios de ansiedad, limitar sus relaciones sociales y eliminar de su menú cualquier contenido graso o que no sea orgánico y sin conservadores.

De acuerdo con la Organización mundial de la Salud (OMS), la ortorexia es un fenómeno en crecimiento y afecta ya a un 28 por ciento de la población de los países desarrollados.

Las alarmas se deben disparar cuando alguien dedica más de tres horas a organizar su menú, cuando busca cualquier excusa para no comer fuera hasta el punto de minimizar sus relaciones sociales e, incluso, cuando cuenta cuántas veces mastica cada bocado”, dice Rubén Bravo, especialista en Nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad al diario El País.

“La persona que padece ortorexia desarrolla un control exhaustivo y cada vez más estricto de los compontes de los alimentos, procura ingerir solo comida orgánica, vegetal, no tratada con fertilizantes, sin conservantes, ni grasas saturadas. Un apostolado en pro de la alimentación inmaculada que, en muchas ocasiones, hacen extensivo a quienes les rodean, escandalizándose de ‘delitos’ alimenticios como las papas fritas, las salchichas o los refrescos”, dice el experto.

Las mujeres, adolescentes y los fisicoculturistas son los más afectados por este desorden, el cual les puede provocar déficit de grasa, hipotensión y problemas cardiovasculares, además de que psicológicamente presenta episodios de euforia y ansiedad, y una “falsa autoestima”, distorsionada por su idea de tener un estilo de vida superior.

 

3. Permarexia

Los consumidores obsesivos de los llamados “productos milagro” entran en esta categoría, en la que una persona se obsesiona tanto con su imagen que asegura que todo lo que come lo engordará, por lo que se somete a constantes dietas, la mayoría de ellas, sin una supervisión médica.

A pesar de que aún no está catalogada oficialmente como una enfermedad, la permarexia es considerada por los expertos como el paso previo a caer en la anorexia o la bulimia.

Los principales signos de alarma es la constante preocupación por revisar las etiquetas de los alimentos y bebidas para contar las calorías que se consumirán, y suelen someterse a varias dietas en el mismo año, apoyándolas en suplementos alimenticios o diuréticos.

De acuerdo con el manual escrito por Villarino Ruiz, otra de las características de los permaréxicos es la fluctuación constante de peso, esto debido a que al someterse a “dietas milagro”, pierden peso que poco tiempo después ganarán con el clásico “rebote”.

4. Potomanía

Pese a que el agua pura es uno de los elementos más importantes para mantener una buena salud, y los médicos recomiendan ingerir unos dos litros diarios para mantenerte bien hidratado, hay algunas personas que llevan tales recomendaciones al extremo, llegando a consumir hasta 10 litros al días.

Esto se da bajo la idea errónea de que el agua adelgaza, o bien como una técnica para sentirse saciado y así no ingerir alimentos que sí aumentarían nuestra ingesta calórica, sin embargo, la clave para bajar de peso es llevar una alimentación equilibrada y sobre todo aumentar la actividad física para así gastar más calorías de las que se consumen.

La potomanía podría causar una Hiponatremia, que es cuando la cantidad de sodio en la sangre es más baja de lo normal, lo que a su vez desencadenaría un daño al corazón, los riñones y un edema pulmonar.

5. Pregorexia

Esto no es más que la anorexia nerviosa pero en mujeres embarazadas, un trastorno en el que la vida de la madre y el bebé están en peligro.

De acuerdo con la Secretaría de Salud, durante el embarazo el aumento de peso normal es de 11 a 16 Kg dependiendo del estado de la mujer embarazada, su peso antes del embarazo y sus actividades cotidianas. Este aumento de peso es importante para la formación de tejidos del bebé así como reserva de energía que puede ser aprovechada durante la última etapa del embarazo y proporcionar una fuente adicional de energía durante el parto y la lactancia, pero hay algunas mujeres que ante el temor de este aumento se someten a dietas, hacen ejercicio y hasta lleguan a inducirse el vómito.

“Las mujeres que tienen un mayor riesgo de sufrir este problema, son las que han presentado anteriormente un trastorno en la conducta alimentaria aunque es posible que se pueda llegar a desencadenar sin ningún antecedente”, publica en su página la dependencia mexicana.

Entre las consecuencias que la mujer y el bebé pueden sufrir están ladesnutrición, anemia, baja producción de leche materna, alteraciones hormonales, pérdida excesiva de cabello, piel seca y deshidratada y malformaciones de diferentes tipos en el bebé.

6. Sadorexia

También conocido como la “dieta del dolor”, este desorden alimenticio y psicológico utiliza métodos extremos y dañinos en busca de una delgadez extrema.

“Procede de la anorexia, bulimia y ortorexia combinado con un maltrato corporal y empleo de métodos de adelgazamiento masoquistas”, escribe el experto en Controversias sobre los trastornos alimentarios

Las personas que suelen caer en este tipo de desorden suelen tener baja autoestima y depresión.

7. Diabulimia

La conjunción entre la bulimia, la diabetes tipo I y la obsesión por la imagen desencadenan la Diabulimia, un desorden alimenticio en el que sobre todo mujeres jóvenes insatisfechas con su peso abandonan el tratamiento médico, se provocan vómito o usan laxantes y diuréticos con el fin de conseguir o recuperar su figura.

Elsa Ruvinskis Pérez, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicó a inicios del año pasado una alerta sobre este nuevo trastorno alimenticio, y dijo que “en algunas personas el medicamento (insulina) provoca aumento de peso, por esta razón las adolescentes con diabulimia dejan de aplicarse la insulina preocupadas por su figura, sin darse cuenta que al hacerlo afectan de manera seria su salud”.

Alertó también que al abandonar el tratamiento o suministrarse dosis menores a las requeridas, corren el riesgo de presentar los síntomas de la diabetes tardía e, incluso, caer en estado de coma.

La experta recomendó que una vez detectado este padecimiento, la paciente reciba ayuda psicológica y que con ayuda de su familia continúe recibiendo las dosis de insulina.

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