Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo). Michael Jordan dejaba incrédulo al mundo entero con una actuación superlativa mientras su organismo exigía descanso. Un día antes, el mejor jugador de la historia había llamado a los servicios médicos de los Toros de Chicago a su habitación. Un virus estomacal lo dejaba sin oportunidad de disputar el quinto partido de la final de la NBA frente al Jazz de Utah. Michael jugaría debilitado, siendo pieza clave en la victoria. Camino a los vestidores, Scottie Pippen lo abrazó por un costado y caminaron juntos.
En portada de los principales diarios en el mundo, la imagen de los dos líderes de la mejor dinastía en la historia de la NBA, resumía perfecto la relación entre protagonista y su fiel acompañante. Pippen funcionó como ese respaldo único al talento inconmensurable de Michael Jordan. Scottie arribó a Chicago en 1987 tras haber sido seleccionado por los Supersónicos de Seattle. La ciudad de los vientos contrato a un jugador que cambiaría el rumbo de uno de los deportes más emblemáticos de la cultura norteamericana. El debate sobre su validez dentro de la duela, es un asunto que causa incredulidad.
“Scottie Pippen orquestaba una ofensiva como un base armador, conseguía rebotes como un poste, anotaba como un guardia tirador y defendía el perímetro como muy pocos”. La página web de la NBA describe así al “33” histórico de esos Bulls que revolotearon a una ciudad entera con un espectáculo único en el mundo. Comprar un boleto para el United Center era garantía del mejor show en el planeta. Era un grupo de rock jugando basquetbol, con el solista y la guitarra principal creando éxito tras éxito, año tras año. Pippen nunca quiso usurpar un lugar que estaba bien ocupado.
“Esta noche demostró por qué es el más grande”, declaró Scottie al finalizar aquel juego con un Jordan sufriendo una severa calentura mientras el mundo se ponía a sus pies. Pippen retribuía el esfuerzo de su coequipero con una actuación de un jugador completo. Entendiendo el rol que le tocaba, formó el mejor duo en la historia de la liga. Michael Jordan revolucionó el juego con la ayuda de un tipo incapaz de sobrepasar el rol que le tocaba. La mayor virtud de Pippen la tuvo en la mente.
El retiro prematuro de Jordan subió el status del que supo ser un elemento vital de la Universidad de Arkansas. Enfilado en una institución fuera del rango élite de la NCAA, el camino de Scottie siempre fue cuesta arriba. Hace unos años, se declaró en bancarrota para sorpresa de toda la prensa deportiva. De pronto se vio jugar a una leyenda en el baloncesto de Suecia. Un capítulo más en el penoso escenario de las leyendas traicionadas por sus propios errores, se escribía. Michael corrió como en antaño para ayudar a su leal compañero.
Scottie Pippen es el debate constante en la información periodística en los deportes. Hay algunos que afirman a un Michael Jordan igual de grande sin la existencia de Pippen, pero no al revés. Increpar el legado de un tipo que tomó la estafeta en conjunto, provoca molestias en todo el ámbito de ex jugadores profesionales. Charles Barkley, figura emblemática de los Soles de Phoenix y amigo íntimo de Jordan, le reclamó en broma nunca dejarlo ganar un anillo de campeonato. “Tenías a Scottie, solo por eso”, le dijo. Jordan sonrió y contestó: “Afortunadamente”.