Las ranas doradas de Panamá, que Mark Twain hizo famosas, están por desaparecer: un hongo las mata a pasto

28/08/2012 - 12:00 am

Ciudad de Panamá (dpa) – Científicos panameños trabajan contra el reloj para salvar de la extinción a la rana dorada de Panamá, una especie de anfibio venerada por culturas precolombinas e inmortalizada por el escritor estadounidense Mark Twain, a través de su cuento “Las ranas de oro”.

El biólogo Edgardo Griffith, director del Centro de Conservación de Anfibios de Panamá -ubicado en el Zoológico de El Níspero, en el Valle de Antón- reconoció que la endémica rana dorada (Atelopus zeteki) está en “serio peligro”, debido a la dispersión del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, o Bd, y la alteración del hábitat.

En medio del un desfile de estudiantes vestidos de anfibios, para reafirmar su compromiso con la naturaleza, el investigador reveló que los estudios científicos han dado “buenos resultados” en la reproducción de tres especies del género Atelopus, al que pertenece la rana dorada.

Las ranas doradas son únicas en Panamá

No obstante, admitió que es “difícil” simular en un laboratorio el ecosistema. El planteamiento fue confirmado por el médico veterinario Carlos Caballero, director del Zoológico de El Níspero, quien se refirió al proyecto de anfibios como una especie de “Arca de Noé”, para salvar a la fauna local.

El laboratorio incluye un área de cuarentena, un laboratorio y un exhibidor de animales descontaminados del letal hongo Bd, vinculado desde 1980 a la desaparición de 122 especies de anfibios en el orbe, reseñó Caballero.

Las ranas doradas, de atractivo color dorado rematado con manchas oscuras, son únicas en Panamá. Viven cerca de arroyos, en áreas cubiertas de niebla y se comunican a través de un lenguaje corporal, acompañado de sonidos throatales y ondas de manos.

El macho puede crecer hasta 48 milímetros y suelen tener un peso de 12 gramos, mientras que las hembras, más grandes, tienen unos 63 milímetros y hasta 15 gramos de peso. La belleza de las ranas fue reflejada en antiguos petroglifos y orfebrería milenaria.

Sin embargo, desde el 2007 no han sido vistas en estado salvaje. Los biólogos atribuyen su declinación a un hongo quítrido que ingresó a este país en 1997, desde Costa Rica, a la pérdida de hábitat y a la extracción furtiva de ejemplares, para ser usados como mascotas.

Griffith, quien asesora a República Dominicana y al Perú en temas de conservación, adujo que el proyecto científico ofrece un rayo de esperanza para los anfibios, que son “guardianes del bosque” y transportan energía entre los ambientes acuáticos y terrestres.

En la iniciativa científica participan autoridades panameñas, el Houston Zoo, el New England Zoo, el Cheyenne Mountain Zoo, los Defenders of Wildlife, el African Safari, el Smithsonian National Zoo, entre otras instituciones.

El programa prevé la reproducción en el Centro de Conservación de Anfibios, donde hay tres hembras y siete machos de Atelopus zeteki. En laboratorios de Estados Unidos permanecen más de 2.000 ranas doradas en cautiverio, que serán reintroducidas a Panamá libres de hongos, cuando haya condiciones ambientales aceptables.

“En 10 años, lo ideal sería que hayan sido reintroducidas en los hábitats naturales en este país la rana dorada y otras especies amenazadas”, y que rijan adecuadas medidas de conservación”, sostuvo el investigador.

Griffith apoya los experimentos para frenar el avance global del Bd y aclaró que “estamos es un momento crítico para la supervivencia de la hermosa rana dorada, símbolo de la ecología y antiguo guardián de la lluvia”.

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