Artes de México

La mujer reptil, reseña de La fuerza de la luna

30/06/2019 - 12:01 am

La importancia de transmitir la concepción de la mujer-luna-serpiente no radica exclusivamente en el valor literario, religioso o pictórico que tiene: es una demostración de que la naturaleza no exige la separación ni la degradación de la mujer.

Por Sara Odalys Méndez

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).- En Serpientes en el arte contemporáneo, de Artes de México, número 71 de la revista-libro se analiza la concepción de las serpientes desde distintos enfoques: pintura, mitología, literatura, cosmogonía, construcción de identidad y urbanidad. A lo largo de la revista, nos encontramos con exploraciones que se centran en puntos muy específicos del animal y su relación con la historia de la humanidad, como es el caso de La fuerza de la luna texto de Mircea Eliade, donde el historiador relaciona a la serpiente con los múltiples elementos que componen el imaginario de las culturas antiguas.

Eugenia Marcos, Mujer con serpiente y naranjas, bella Eva, s/f. Óleo sobre tela. Foto: Archivo Artes de México.

Eliade encuentra los nexos entre cosmogonías de diferentes pueblos para establecer un hilo conductor en el que la serpiente, la luna y la mujer forman parte del mismo símbolo. Los tres elementos pueden presentarse de forma individual, en pares o en su triada: luna, luna-mujer, serpiente-mujer, serpiente-luna-mujer, pero constantemente refiriéndose a los mismos significados. En el caso de la serpiente es “porque aparece y desaparece, porque tiene tantos anillos como días cuenta la luna, porque es el ‘esposo de todas las mujeres’, porque cambia de piel (es decir se regenera periódicamente, es ‘inmortal’), etcétera.” Sea fuere la unión que le atribuya determinado pueblo a la serpiente y a la luna, siempre tiene que ver con la inmortalidad, la ciencia, la profecía y la fecundidad.

Ésta última se visualiza en el ciclo menstrual que gobierna la relación entre la serpiente y la mujer con la luna. Algunas culturas creían que la luna se convertía en serpiente para dejar embarazadas a las mujeres; en la cultura griega y romana existen historias en las que varios personajes míticos fueron producto de copulaciones entre serpientes y mujeres. De la misma forma se cree que estos animales son los primeros esposos de las mujeres debido a la menarca, la luna puede sustituir a la serpiente en otras culturas, creando una relación más entre lo místico y lo femenino.

Manuel Velázquez, Sexus, 1994. Técnica mixta. Colección particular. Foto: Archivo Artes de México.

De igual manera, existen representaciones de las serpientes en las que se suman el elemento fálico y la vulva, y esto da lugar, una vez más, a la idea del ciclo inmortal. La especie de andrógino reptil que se forma en algunas representaciones, es una muestra más de la naturaleza cíclica, la conjunción de dos polos que podrían parecer opuestos. A través de estas concepciones se desdibujan los límites aparentes que separan a los elementos del universo para fusionar a todo ente.

Las relaciones entre la luna, la mujer y la serpiente no hacen más que aumentar. Si tomamos de nuevo en cuenta la fecundidad representada por la luna, gracias a la regulación del ciclo menstrual, podremos entender mejor cómo en algunos países, como Guatemala, Australia, África e India, se considera que la serpiente es la encargada de traer a los niños al mundo y, por lo tanto, de distribuir la fertilidad.

Sin embargo, la tríada mujer-luna-serpiente va más allá de la fertilidad. Nos encontramos continuamente con divinidades acompañadas de serpientes, como Artemisa, la diosa de la caza; Perséfone, la reina del mundo de los muertos; la Gorgona, que petrificaba a cualquiera que la viera. Existen creencias de que la mujer, cuando está reglando, adquiere poderes mágicos que le permiten transformar partes de su cuerpo en serpientes. La hechicería femenina está constantemente relacionada con la luna y su comunicación con las serpientes. Por lo tanto, la serpiente, como la mujer, son inmortales y tienen acceso al subsuelo, al mundo de los muertos y conocen todos los secretos: son la fuente de la sabiduría. Aquí se inserta el mito de Adán y Eva, ella como la poseedora del conocimiento, la que se comunicó con la serpiente y aceptó la magia. Desaparece la idea de que la mujer nació de la costilla del hombre para ser dominada y que es la culpable del castigo de la humanidad: ella comenzó el ciclo, ella unió los elementos y obtuvo la verdad.

Magali Lara, “Naturaleza muerta”, #10 de la serie Insomnio, 1986. Acrílico sobre tela. Foto: Archivo Artes de México.

La importancia de transmitir la concepción de la mujer-luna-serpiente no radica exclusivamente en el valor literario, religioso o pictórico que tiene: es una demostración de que la naturaleza no exige la separación ni la degradación de la mujer. En el imaginario colectivo nosotras no somos las apestadas por la menstruación, ni las denigradas por no poseer conocimiento, ni las débiles: somos las diosas acompañadas por serpientes, somos las hechiceras, las sabias, somos el ciclo y la inmortalidad. Los astros, la tierra y la carne se fusionan en la mujer.

Lo que Mircea Eliade demuestra en su ensayo no es sólo la concepción de un animal que ha causado curiosidad y perturbación en todas las culturas que han tenido contacto con él. Mientras los demás ensayos de este número de la revista tratan sobre su representación pictórica y literaria, el texto de Eliade apela al imaginario colectivo de las culturas antiguas y busca las relaciones que unen a las diferentes cosmogonías. En su ensayo plantea a la mujer como hechicera, maga, sabia, luna y serpiente, rebasa cualquier elemento misógino que pueda contener el mito para analizarlo de forma objetiva, dejando que los actos históricos de la mujer hablen por sí mismos.

Francisco Toledo, Mujer del sur, 1972. Óleo sobre tela. Foto: Archivo Artes de México.

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