Ernesto Hernández Norzagaray
30/11/2024 - 12:01 am
La tormenta perfecta
"Tenemos un país balcanizado por la irracionalidad de ese discurso polarizador y no fuera problema, sí no fuera que no somos ni Estados Unidos ni China o, una isla de un archipiélago que no pinta en el sistema geopolítico internacional".
Nunca estuvo tan polarizada la sociedad mexicana producto de un discurso ideológico insistente de izquierda y derecha, revolucionarios y conservadores, socialistas y neoliberales, pobres y ricos, jodidos y fifís, librepensadores y chairos, lo que significa, que ante los grandes problemas nacionales haya inevitablemente dos puntos de vista extremos que han fracturado frecuentemente familias, amistades, organizaciones sociales y políticas, y todos los días, escuchamos a la menor provocación esa bipolaridad en la sobremesa o los medios de comunicación.
Y es que, el nuevo gobierno, que es el mismo, como lo ha reconocido la propia presidenta Sheinbaum, ha seguido, con la misma estrategia de polarización golpeando aquí y acullá mientras la mayoría parlamentaria morenista en la federación y en los estados, avasalla, el consenso en la diferencia.
Los gobernadores morenistas siguen la estrategia de captura de las instituciones públicas mientras, en muchos de sus estados, se viven verdaderos infiernos y la sociedad, está arrinconada, por el miedo y el estado de indefensión en que se encuentra, lo que significa, que los problemas estructurales, se vuelven cada vez más inmanejables y crecen exponencialmente, como el caso, de la violencia que asola al país.
Tenemos un país balcanizado por la irracionalidad de ese discurso polarizador y no fuera problema, sí no fuera que no somos ni Estados Unidos ni China o, una isla de un archipiélago que no pinta en el sistema geopolítico internacional, cómo le sucede a Nicaragua, Etiopia o Camboya, pero, no somos del perfil económico de estos países sino una de las principales economías emergentes y estamos en la antesala de un frenón económico de consecuencias insospechadas.
Y, será, entonces, cuando nos veremos en el espejo de la polarización que continúa como una fiesta sin límite de horario. Lo vimos recientemente en el acarreo para el registro de aspirantes a jueces, magistrados y ministros y que permitió a un analista político acuñar la expresión “democracia milagrosa” porque, a su juicio, el oficialismo logró multiplicar en dos días lo que no se había logrado en varias semanas.
Es decir, una raya, más al tigre del abuso, de esa mayoría, creada artificialmente por consejeros y magistrados electorales.
Se dirá autoritariamente que para eso son las mayorías y que, no hay de otra sopa en el menú, por lo que, de ella, hay que comer.
Sin embargo, si bien sirve para afianzar el discurso ante la grey morenista no sirve para presentarse ante el mundo como una democracia de pesos y contrapesos respetable.
Ante socios comerciales a quienes vemos con señalamientos cada día más duros. Los de Trump que no para de calificarnos de “violadores, narcotraficantes y criminales” y ahora de “tramposos”, estar al servicio de los intereses chinos que estarían metiendo goles bajo el amparo del T-MEC.
Pero, peor, nos viene de los políticos canadienses, quienes, en sintonía, con el discurso trumpista se muestran ofendidos porque el futuro presidente de los Estados Unidos pone a su país al mismo nivel que México y los amenaza con aplicar el mismo arancel del 25 por ciento para sus productos.
Y digo, dice, porque este tipo de lógica de presión, no nos engañemos, responde a una estrategia usual entre los tiburones de Wall Street, de “calambres” para debilitar las capacidades de reacción de sus socios comerciales.
Busca, vamos, responder a la expectativa de sus votantes y eleva el cordón de lo que Trump denomina “renegociación” del T-MEC que, según él, es desventajoso para su país y ventajoso para sus socios.
Entonces, ese arancel independientemente de lo termine siendo va a elevar el costo de los productos mexicanos y canadienses en el mercado norteamericano y eso, en una economía inflacionaria al borde de la recesión, habrá, de pegar duro a los productores y consumidores de uno y otro lado.
Sin embargo, es muy probable, que la intención de ese discurso sea la de siempre, animar a la vuelta de las grandes empresas que han salido y con ello, generar empleos en su país bajo el espíritu proteccionista de “primero los estadounidenses”.
O sea, un juego de suma cero, donde lo que pierde uno, lo gana el otro.
Ya veremos si lo logra porque la relocalización es una cuestión de incentivos y lo tendrán que valorar los directivos de las empresas que la presidenta Sheinbaum dice saldrían perdiendo con esa política de altos aranceles sin considerar una máxima del marxismo clásico: “el capital, no tiene patria”.
La postura soberanista de Claudia Sheinbaum resulta impecable desde el punto de vista mediático, supera al propio López Obrador de triste memoria cuando terminó cediendo ante el político neoyorquino, el tú por tú entre Sheinbaum y Trump, está en el primer round, y el concierto de aplausos está en su mejor momento, vamos, hasta Loret de Mola se sumó en la edición nocturna de Latinus del pasado martes, sin embargo, como bien lo dibuja Loret, es un concurso de cachetadas para ver cuál de los dos presidentes aguanta más.
No hay que olvidar que el principal mercado de nuestros productos de exportación es el estadounidense, y en menor grado el canadiense, siempre se ha calculado que dependemos de ese mercado en un 80 por ciento, mientras, nosotros para ellos es mínimo, escasamente del uno por ciento, lo que es reflejo de las disparidades de las economías.
Y no hablemos del escaso valor agregado sobre todo en materia de productos agrícolas, ganaderas o pesqueras.
Entonces, Trump, lo tiene claro con sus socios, lo que indica que, en política, se impone la economía sobre las ideologías y aquí, ponemos por delante la ideología y alianzas obradoristas, lo que ello signifique.
Con esta estrategia, ¿está en juego el T-MEC?
Sin duda, aunque la presidenta Sheinbaum y Ebrard lo minimicen ante una eventual renegociación donde gane Trump, pero, perdiendo, algo ganen sus socios de México y Canadá.
En definitiva, la pregunta que me asalta es, si la simpatía general que ha despertado Claudia Sheinbaum en el primer round se mantendrá en los siguientes asaltos o la polarización social y política terminará por imponer una tormenta perfecta para todos los mexicanos.
Al tiempo.
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