ENTREVISTA ¬ El amor es construir una verdad en medio de mentiras: Jorge F. Hernández

13/04/2025 - 12:00 am

¿Qué es la verdad y qué es la mentira? ¿A partir de qué momento una se vuelve la otra y viceversa? Esas son cuestiones que ahonda en su novela Jorge F. Hernández: Alicia nunca miente.

Ciudad de México, 13 de abril (SinEmbargo).- “El amor quizás sea la construcción de una verdad en medio de todas las demás mentiras. Es decir, en las parejas, las mentiras de tu familia y las mentiras de mi familia vamos a dejarlas al lado. Tú y yo vamos a afincar una verdad”, comentó el escritor Jorge F. Hernández sobre el que considera que es el mensaje de su más reciente novela Alicia nunca miente (Alfaguara).

En esta novela, Jorge F. Hernández recorre de la mano de Adalberto Pérez, su protagonista, los rincones en donde juguetean la verdad y la mentira. Su personaje, de hecho, se obsesiona por esclarecer los límites entre uno y otro concepto muchas veces sin percatarse de la delgada línea que hay entre ambos. La vida misma de Adalberto se encuentra batida en un duelo por esas dos fronteras y sobre todo cuando conoce a Alicia, una mujer que personifica la certeza misma.

“En el caso de él lo que pasa es que se vuelve escepticismo total y se vuelve insoportable. Ya nadie puede estar con él porque a través de las libretas, su constante afán por estar anotando, lo lleva a ser muy incómodo, es decir, se vuelve un personaje incómodo. No puedes comer con él porque él está detectando que lo que estás comiendo en realidad no es lo que tú pediste. La ropa, el clima, las noticias, la mañanera, el Código Penal, el Código Civil”, comentó Jorge F. Hernández.

Lo cierto es que no sabía hacia dónde iba la historia hasta que un planteamiento se le vino a la mente: “¿y qué pasa si se encuentra con una mujer que resulta que no miente?’. Todo lo contrario. Y ahí hay un choque, hay un choque interesante. Tenía que ser extranjera porque yo quería que él se diera cuenta que el país de las maravillas no solamente es México. Esto es un fenómeno mundial, esto está pasando en todos lados. Ha pasado antes, no es novedad, pero ahora es descarado, ahora es descaradamente lo que es ya la verdad es una mentira”.

“Aquí hay una mirada muy documental. Esto parecería que es el documental que yo te entrego breve, porque no quise que fuera una novela larga. No había que alargar nada. Simplemente dar un buen golpe de efecto. Estamos rodeados de mentiras, parece ser que todo es falso, pero hay manera de salvarnos”.

—¿La verificación de todo lo que nos rodea se vuelve en algún punto una labor sin sentido?

—Sí. Hay dos escenarios.Uno es que si tú llegas a ir a un telediario y a hablar con el productor y decirle, ‘Perdón. Pero yo detecté que cuando dieron la noticia de una tragedia en Afganistán, pusieron un video que en realidad es de Tampico’ .El productor te diría, ‘Fueron 4 segundos, güey. Nadie se dio cuenta’. ‘No, yo me di cuenta’. ‘Bueno, okay. Tú eres el único que se dio cuenta, de entre miles que no se dieron cuenta’. Si tú te enojas y le dices, ‘Sí, pero entonces ustedes proyectaron una mentira’, él te diría, ‘ya no, ya no es mentira. Porque en el momento en que lo pusimos se volvió una verdad. No nos puedes demandar’.

—De alguna manera hay una realidad alternativa en cada una de las cuestiones que se enfrenta Adalberto Pérez.

—Sí, por supuesto. Porque además eso me fue poniendo el territorio propicio para seguir creyendo en la ficción. La ficción es eso. La literatura es eso. Y qué bueno que yo creo que se resuelve a través de la literatura. La otra parte que sería, digamos, abundante, es que ya vivimos una época en que hay que aclararle a los incautos de la inteligencia artificial sí parece Ray Charles, sí es su voz. Sí está moviendo los labios. Sí está cantando una rola de Juan Gabriel. Es falso. Y además Ray Charles ya murió. ¿Cómo? El video acaba de salir. Pero ese hombre murió hace años. Entonces, ojo, porque te están dando gato por libre.

—Para que una mentira sea mentira pues tiene que ser descubierta porque si no es forma parte de un mito, una realidad, ¿no?

—Por supuesto. Hay que recordar a George Costanza gran personaje de la serie Seinfeld. Su credo es ‘no es mentira si tú crees que es verdad’. Entonces, él siempre anda diciendo que es arquitecto y biólogo marino y lo que sea. No es cierto. Y yo creo que Adalberto Pérez se desengaña de eso y lo que quiere es desvelarlas en sus libretas por lo menos. Lo bonito de esto es cuando Alicia le dice, ‘Bueno, sí, pero si realmente vas a seguir por ese sendero, te vas a dar muchos descalabros.’ ¿Qué pasa en las familias? A mí en mi familia en Guanajuato muchas veces me dijeron, ‘Ya no andes preguntando. Ya no le muevas a ese tema. Porque es muy doloroso, es muy feo’.

—La verdad está allá afuera, el chiste es que muchas veces no quiere ser descubierta

—Es como el que se cree detective. El que se cree detective, se manda a hacer la charola, anda tomando huellas dactilares con un Durex como Carlos Anaya, mi tío, que estudió para detective por correspondencia, pero no representaba la ley, no trabajaba para una corporación policía, no. Era investigador privado y la tarjeta decía, "discreción garantizada". Ahora, se tomaba muy en serio su trabajo, sí, pero no dejaba de ser un palomazo de un loco, de un orate. La locura está muy por aquí, muy por la literatura, muy en los libros. Hay una forma de la locura que es esta. Y yo creo que en el fondo de eso trata la novela. La locura de la literatura.

—Jorge ¿qué es para ti la mentira tal cual? ¿Qué elemento te sirve a ti?

—En mi caso personal tengo una obsesión en contra de la mentira. Me he peleado de por vida con personas que me mintieron. Tengo reacciones que parecen berrinches, pero son instantáneas en el momento en el que soy víctima de una mentira. La vida me ha surtido de distintas maneras. En la columna de hoy de Milenio, por ejemplo, hablo de mi fugaz viaje a Guanajuato, que es de donde soy y fui víctima de mentiras de la feria del libro. En cuanto vi que todo eso era mentira, era mentira que yo tenía reserva en el hotel, era mentira que el taller estuviera pensado para cuatro sesiones en Zoom, querían que diera yo juntas presenciales de seis horas sin comer. En cuanto me di cuenta que era mentira, tomé el mismo camión en el que llegué, me regresé. Entonces, para mí si es como casi como Adalberto Pérez. Ahora también es sabiéndolo acomodar el sustento de la literatura.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

Opinión en video