Día Mundial de la Alimentación | México cumple meta de la FAO en reducción de hambre, pero crisis continúa

16/10/2014 - 12:00 am

Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).- Hoy se celebra el Día Mundial de la Alimentación, fecha en la que se busca tomar acciones para erradicar la problemática del hambre que afecta a más de 805 millones de personas alrededor del mundo y que en México, deja en promedio a 8 mil 500 personas muertas por deficiencias nutricionales anualmente, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Fue en 1981 cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) celebró por primera vez este día con el fin de concientizar a la sociedad y las autoridades del problema que significan el hambre, la desnutrición y la pobreza a nivel mundial. Este año, estará dedicado a la “Agricultura Familiar: Alimentar al mundo, cuidar el planeta”, tema elegido para sensibilizar sobre los pequeños agricultores y su relevancia para la erradicación de estas problemáticas, así como para el desarrollo sustentable y calidad de vida de las comunidades rurales en las que se desenvuelven.

De acuerdo con el Mapa del Hambre realizado por la FAO para este año, alrededor de 805 millones de personas, es decir, una de cada nueve en todo el mundo, padecían subalimentación crónica o hambre, entre el 2012 y 2014, es decir, no disponían de suficiente comida para llevar una vida activa y sana, y pese a que la cifra se ha reducido en 100 millones durante la última década, aún implica un problema de grandes dimensiones.

Ahí señalan que la mayoría de las personas hambrientas vive en los países en desarrollo, con los casos más graves de prevalencia de subalimentación ubicados en el continente Africano, en los cuales el 13.5 por ciento de la población total vive en estas condiciones.

En el año 2000, la Organización de la Naciones Unidas (ONU) a través de su Declaración del Milenio estableció objetivos de desarrollo para mejorar las condiciones de vida en los entonces 189 países del mundo, entre los que están lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad de género, reducir la moralidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, fomentar una alianza mundial para el desarrollo y erradicar la pobreza extrema y el hambre.

En este último aspecto, el objetivo incluye reducir a la mitad el porcentaje de personas que padecen hambre, entre 1990 y 2015, los cuales, de acuerdo con la FAO, al año en curso son ya 63 países en desarrollo los que han alcanzado esta meta, incluidos México, Arabia Saudita, China y Panamá, mientras que otros 25 lograron ya lo estipulado en 1996 por la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, o sea bajar a la mitad su número total de personas subalimentadas.

De acuerdo con estos datos, la República Mexicana se encuentra en un nivel “muy bajo” de subnutrición con una prevalencia de menos del cinco por ciento, sin embargo, en su informe más reciente, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) señaló que en 2010 un 25 por ciento de la población, es decir, 28 millones de personas, tenían un acceso deficiente a la alimentación por falta de capacidad tanto económica como social, no era capaces de satisfacer sus necesidades en ese aspecto.

Al respecto, el doctor Jesús Valdés Díaz de Villegas, profesor investigador del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, dijo a SinEmbargo: “La meta es muy importante que se logre, incluso esta avanzada contra el hambre que se hizo a partir de la entrada de Peña Nieto como Presidente del país, fue importante porque los niveles de pobreza están muy altos, entonces lo que se ha hecho es abatir la pobreza extrema, que es donde cae la llamada pobreza alimentaria, se ha disminuido la cantidad de pobres en ese sentido y se ha disminuido también en el sentido de la pobreza de capacidades, pero la pobreza patrimonial no, por tanto, quiere decir que siguen existiendo problemas en los cuales hay que trabajar para mejorar la alimentación de la sociedad mexicana y para que haya mejores resultados”.

Ante la crisis alimentaria del país, en enero de 2013 arrancó, impulsada por le gobierno federal, la Cruzada Nacional contra el Hambre, a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) con la promesa de combatir el problema con recursos económicos y comedores a las comunidades más pobres del país y llega a siete millones de mexicanos en condiciones de pobreza extrema.

El Presidente Enrique Peña Nieto dijo en enero de este año que dicho programa logró reducir siete a cuatro millones el número de mexicanos con “escasez alimentaria”, pero desde que se impulsó el número de pobres en México ha aumentado en 2.1 millones de personas: unos 105 mil nuevos pobres por mes, según el Coneval.

Aunque en el país se han instalado cuatro programas nacionales desde 1991 para combatir el hambre y la pobreza (el Programa Nacional de Solidaridad Pronasol, el Programa de Educación, Salud y Alimentación, el Programa Oportunidades y la Cruzada Nacional contra el Hambre), México continúa con este problema.

De acuerdo con el Inegi, entre los años 2000 y 2011, más de 102 mil 568 personas perdieron la vida por deficiencias nutricionales, un promedio de 8 mil 547 anuales, es decir, 23.4 por día.

Por su parte, la FAO señaló que aproximadamente 20 millones de habitantes consumen la mitad o menos de los requerimientos mínimos nutricionales que, deben ser entre 2 mil 600 y 3 mil calorías diarias, y un porcentaje importante sólo ingiere entre 35 y 40 gramos de proteínas, cuando se recomienda de 70 a 80 gramos.

Además, en diciembre pasado, el Ranking Nacional de Nutrición Infantil (RANNI) dio a conocer que en México hay 1.5 millones de niños que sufren desnutrición y dos millones más sufren anemia

El académico Valdés Díaz de Villegas, dijo en entrevista que la clave está en no sólo tomar en cuenta programas gubernamentales, sino también otros diseñados por la sociedad civil que estén basados en resultados comprobados.

“Después de haber examinado el campo, lo primero que tenemos que instrumentar de una forma diferente y bien estructurada, son programas con base en resultados, que no sean solamente que emerjan del gobierno, sino que se aprovechen los programas que han sido elaborados por muchas organizaciones de la sociedad civil. Si esto se hace, se promueve y existe el apoyo gubernamental, yo creo que se podrán aumentar los niveles de producción de granos de este país y se pueden dar mejores condiciones para eliminar o erradicar en un mayor porcentaje los niveles de pobreza, es decir, el proceso redistributivo de pobreza no llega al campo”.

¿Qué es la agricultura familiar o cómo se le puede dar mayor apoyo?

El tema alrededor al que gira el Día Mundial de la Alimentación este año se refiere a la agricultura familiar, es decir, todas aquellas actividades agrícolas, pesqueras, forestales, y acuícolas, que están operadas, gestionadas y dependen principalmente de la mano de obra de una familia.

Ésta es una forma de organización predominante tanto en países en desarrollo como en primermundistas, de ahí su importancia en la seguridad alimentaria global, así como su contribución a una dieta equilibrada mediante el rescate de alimentos tradicionales, la protección de la biodiversidad agrícola y el uso sostenible de recursos naturales.

Sin embargo, estos pequeños agricultores se enfrentan a muchas problemáticas que les impiden tomar un papel relevante en la economías de cada país, el investigador de la Ibero, quien ha estudiado el fenómeno sobre todo en comunidades chiapanecas explica: “el primer problema que se ve es la ausencia de tecnología general, quiere decir que Chiapas está considerada entre las dos reservas hidrológicas más grandes del país, y no tienen una infraestructura hidráulica desde el punto de vista de la tecnología del riego, para que los productores ejidales puedan aprovecharse de estas ventajas”.

“El otro problema fundamental es que la mayor parte de los programas que se han desarrollado en el agro mexicano han estado dirigidos en lo fundamental al subsidio, o tratar de hacer una obra de caridad al campesino, como Procampo, entonces se le entrega una determinada cantidad de dinero para que puedan llevar a cabo sus resultados”, que en la mayoría de los casos quienes tienen acceso a este dinero son los dueños de la tierra, quienes no la cultivan, sólo la rentan a un campesino para que haga el trabajo.

Otro de los inconvenientes que tienen es el de la comercialización, que en algunos estados los productos se quedan en las manos de “especuladores agropecuarios”, quienes se dedican a comprar barato para vender caro, dijo el experto.

“Hay que darle al campesino una cultura mediante una educación social”, comentó, sobre todo en cuanto las formas de cultivo y de riego, pues muchas veces por la ignorancia de ciertos sistemas terminan gastando más en fertilizantes  o productos para arreglar la siembra.

Además, concluye que parte del error es que los programas de apoyo se usan con beneficio político “en muchos de los estados […] se le está prestando más atención al enfoque político de si voy a darme publicidad con lo que estoy haciendo para ver si me pueden elegir para un cargo mayor que al que estoy haciendo como gobernador”.

 

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