“La Roca”, Kanye West y Lindsay Lohan… ¿presidenciables en EU para 2020?

16/11/2016 - 11:23 am

Dwayne “La Roca” Johnson, Kanye West y Lindsay Lohan son algunas de las celebridades que podrían interesarse en contender por la Casa Blanca en los comicios del 2020. Sin embargo nada es seguro, pues hasta el momento, expresiones aparte, es un sueño que dista de volverse realidad. Pero así, hace no mucho tiempo, lo soñó Donald Trump, quien hoy es el Presidente electo de Estados Unidos, y quien hoy por hoy se convirtió en el Primer mandatario en la historia estadounidense que carece de experiencia previa al frente de un cargo público. Y así, en cuatro años, cualquier opción podría ser considerada como la buena.

Ciudad de México, 16 de noviembre.- Personalidades como la del luchador y actor Dwayne Johnson, mejor conocido como “La Roca”; como la del cantante Kanye West o la de la actriz Lindsay Lohan podrían atraer al electorado estadounidense para el 2020 luego del desencanto de las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Una situación que quizá revele un incipiente desequilibrio socio-político en el vecino país.

Hace aproximadamente ocho meses un artículo firmado por Parker Lee, titulado “The People Are Loudly Clamoring for One Republican Actor to Save America This Election Cycle”, y publicado por el medio Independent Journal Review (IJR), mencionaba que “mientras un creciente número de estadounidenses se alzan desilusionados con los principales candidatos demócratas y republicanos, ellos [los ciudadanos] comienzan a desear un tercer partidario que de el paso y que represente sus valores. Con ese fin, existe un movimiento que clama por un hombre que se erija y una a estos estadounidenses divididos de una manera en que los actuales candidatos de ambos partidos [Demócrata y Republicano] no han podido, y ese hombre es Dwayne ‘La Roca’ Johnson”.

A lo largo del artículo, Lee destaca que Johnson tiene las cualidades para el trabajo: es querido por electores tanto del Partido Demócrata como del Republicano; es respetado tanto por policías como por militares; es un hombre de familia; es exitoso y por años ha sido capaz de manejar una “frenética y ocupada agenda”; trabaja duro y representa el “Sueño Americano”, ya que es una estrella de origen humilde; “tiene un corazón de oro”, y por sobre todo, cuenta con una base de aficionados de “650 millones de hogares distribuidos en 130 países que lo apoyarían”.

En respuesta, “La Roca” dijo a través de su cuenta de Twitter “padre artículo sobre el por qué yo debería lanzarme para Presidente. Tal vez un día. Seguramente la Casa Blanca tiene un espacio para mi camioneta pick up”.

Foto: Twitter.
Foto: Twitter.

Sin embargo este prominente luchador no es la excepción, pues anteriormente otras celebridades expresaron sus aspiraciones presidenciales, e inclusive algunas otras se postularon para el cargo: en octubre de 2015 la actriz Lindsay Lohan anunció tener interés en buscar la presidencia en 2020; ese mismo año, durante los MTV Video Music Awards, el cantante Kanye West dijo que en 2020 se postularía por el cargo -aunque pudo tratarse de una broma-; en 2012 la actriz Roseanne Barr participó de la elección presidencial como candidata del Partido de la Paz y la Libertad, logrando alcanzar la sexta posición durante la elección general; en 2008, el comediante y presentador Stephen Colbert dijo durante una emisión de su Late Show que iría por la presidencia. Broma o no, el Partido Demócrata le dio su voto en Carolina del Sur; por su parte, el difunto Fred Thompson (actor de la serie televisiva “Law & Order”), aunque no aspiró a la presidencia, fue Senador republicano por el estado de Tennessee durante ocho años consecutivos (1994-2003).

Inclusive existe un caso muy representativo de este tipo de situaciones, uno real, uno de un personaje que brincó de la pantalla grande de Hollywood a la política, llegando a convertirse en Presidente de Estados Unidos -y no, no hablamos de las expectativas del ex Gobernador de California Arnold Schwarzenegger, quien aunque aspiró a ser el Primer Mandatario del vecino del norte, por su condición de extranjero no pudo siquiera contender (aunque lo intentó, inclusive proponiendo cambiar la Constitución estadounidense)-.

Nos referimos al cuadragésimo Presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan (1981-1989), quien mucho antes de participar de la vida política se desempeñaba como actor. Fue hasta mediados de la década de los sesenta que anunció su candidatura para contender por la gubernatura de California, misma que obtuvo y que ejerció de 1967 a 1975. Tiempo después llegó a la Casa Blanca, y a pesar de la duda de muchos, mantuvo el poder por dos periodos consecutivos.

Cuando compitió por la Oficina Oval, Reagan distaba de ser el candidato favorito -ya que gran parte de la ciudadanía cuestionaban la capacidad del otrora actor para manejar una nación tan poderosa-. Sin embargo, para muchos especialistas, la victoria de Reagan se debió a una ristra de circunstancias favorables para él y a una campaña bien manejada.

La crisis económica que asediaba a los Estados Unidos desde principios de los años setenta y las limitadas soluciones del Presidente Jimmy Carter (1977-1981) culminaron a finales de la década en una crisis producida por los altos precios del petróleo y la “estanflación” (estancamiento económico con crecimiento inflacionario). Para el final de su administración, la economía del vecino país estaba en jaque: para septiembre de 1980 el desempleo iba al alza (7.5 por ciento), y a pesar de una ligera reducción del déficit presupuestario, la recesión era evidente, además de que las tasas de interés explotaron hasta alcanzar un 11.25 por ciento.

Aunado a ello, la imagen del Presidente Carter se vio lastimada tras la llamada “Crisis de rehenes en Irán” (1979), misma que resultó en un desastre después de dos intentos fallidos de rescate. Además, de acuerdo con The Ronald Reagan Presidential Foundation y con el Center for Civic Education, “las encuestas de Gallup estimaron que millones de votantes cambiaron su elección a favor de Ronald Reagan durante los últimos días de campaña, luego de su fuerte actuación en el debate con el Presidente Carter”.

Cierto, el “endeble” país heredado por Jimmy Carter impulsó, de modo alguno, al otrora actor. Cierto, el discurso de Reagan respondían a lo que quería el pueblo, es decir, “bajos impuestos y menores regulaciones, aunque todavía [los ciudadanos] querían que el gobierno resolviera ciertos problemas sociales y políticos”, refieren las organizaciones mencionadas.

CRISIS: LA OPORTUNIDAD PARA LAS ALTERNATIVAS

En ese sentido y como en múltiples ocasiones lo ha demostrado la historia, cuando la crisis azota, las medidas desesperadas pueden parecer una solución adecuada, lo sean en verdad o no. Ese tipo de fenómenos ha puesto en la silla presidencial a muchos “underdogs” -termino que refiere a los competidores (en general) considerados como poco aptos para ganar-. Entre ellos podemos considerar al magnate inmobiliario Donald Trump, que aprovechándose del infortunio de muchos, dijo lo necesario pare endulzar sus oídos. Y lo logró, hoy es Presidente.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué no, así como Trump, Dwayne “La Roca” Johnson, Kanye West, Lindsay Lohan o el “Monstruo Come Galletas” no pueden dirigir al país de las franjas y las estrellas?

La respuesta: sí podrían si entienden la mentalidad de su pueblo. Sí podrían si saben qué decir en el momento preciso. Sí podrían si manejan las carencias -que nunca cesan en ninguna parte del orbe entero- con la actitud política adecuada. Y sí podrán, si además de ello, el actual descontento con la situación nacional, con las figuras públicas y con el sistema político continúa.

Las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre en Estados Unidos dejaron entrever el desencanto de una sociedad con sus candidatos, para el caso, con la demócrata Hillary Clinton y con el republicano Donald Trump. De acuerdo con la encuestadora Gallup, en los últimos cincuenta años no había habido candidatos presidenciales con peor imagen pública. Al respecto, la organización señala que mientras el 61 por ciento de los encuestados desfavorece a Trump, el 52 por ciento desampara a Clinton.

Tomado de la encuesta de Gallup "Trump and Clinton Finish With Historically Poor Images". Foto: gallup.com.
Tomado de la encuesta de Gallup “Trump and Clinton Finish With Historically Poor Images”. Foto: gallup.com.

A ello se suma la crisis por la que atraviesa aquella nación, revelando que las propuestas alternativas o inclusive extremas como la de Trump -por más incoherentes que sean-, en tiempos de hartazgo, pegan con tubo.

En su más reciente encuesta, Gallup señala que para septiembre de este año la población encuestadas indicó que el 33 por ciento de las personas consideran a la economía como el mayor problema que actualmente enfrenta Estados Unidos -destacando los rubros de “economía en general” (14 por ciento), “desempleo” (11 por ciento) y “déficit presupuestario” (3 por ciento)-.

La mayor parte (70 por ciento) consideró que los problemas más álgidos de aquél país no tienen que ver con la economía: 11 por ciento se mostró inconforme con el gobierno; 8 con las elecciones; 7 con el racismo; 6 con la inmigración; 5 con el terrorismo, la seguridad nacional y la ética/moral (respectivamente). La lista continúa.

Cabe destacar que en este caso no importa necesariamente la realidad por la que atraviesa el país, sino más bien, la opinión que tienen sus ciudadanos respecto de ella… porque ellos son quienes votan, y en última instancia, quienes marcan una tendencia que termina por definir a los representantes que ocuparán los cargos públicos, sean representantes en el Congreso, Senadores, Primeros mandatarios, entre otros.

A esta crisis se suma una que involucra al sistema político, cuyo régimen de representación indirecta, desde hace ya algún tiempo, no agrada del todo a la ciudadanía.

Durante las pasadas elecciones, la decisión del Colegio Electoral causó revuelo, ya que para muchos, al no corresponder con la decisión electoral de la mayor parte de la población -que votó por Hillary Clinton-, transgredió un derecho fundamental a pesar de haberse conducido con plena legalidad: la voluntad popular como la base de la vida política estadounidense.

La encuestadora Gallup, según sus datos más recientes (2011 y 2013), arroja que en los últimos años hay un creciente deseo de la ciudadanía por acabar con el Colegio Electoral, o bien, borrarlo de la faz de la tierra del “Destino Manifiesto”, y en su lugar, establecer un sistema de representación directa, en donde el voto popular lo sea todo.

En 2011 “el 62 por ciento de los estadounidenses dijeron que enmendarían la Constitución estadounidense para remplazar ese sistema [de representación indirecta] por un sistema de elección de presidentes a través del voto popular [directo]. A penas el 35 por ciento dijo querer mantener el Colegio Electoral”, menciona Gallup.

Además, la encuestadora señala lo siguiente: “con el 62 por ciento de los estadounidenses que hoy en día quieren abolir al Colegio Electoral, los americanos demuestran relativamente poco apego por este único invento de los Padres Fundadores de la nación […]. Aquellos que apoyan la abolición del Colegio Electoral generalmente lo hacen basados en la idea de que el sistema hace un indebido énfasis en un pequeño número de estados clave [“swing states”]. Sin embargo no es claro si los estadounidenses, en su conjunto, están preocupados por esta circunstancia [de los “swing states”]. Empero, concuerdan ampliamente en que el país debería adoptar un sistema en el que el voto popular prevalezca”.

Para 2013 las cifras apenas variaron, pues según Gallup, para ese año la mayor parte de la población encuestada (63 por ciento como media) admitió querer poner un fin al grupo colegiado, sobre todo los jóvenes: 69 por ciento de las personas entre 18 y 29 años desean un sistema democrático directo; 62 por ciento de la gente entre 30 y 49 años concuerda; así también los de 50 a 64 años (64 por ciento) y los de 65 y más años (60 por ciento).

Cabe destacar que el desdén por el Colegio Electoral no es novedoso, ya que la encuestadora señala que en 1968 el 80 por ciento de la población no quería un Colegio Electoral, y para 1980 esa tendencia decreció hasta topar en 67 por ciento.

A pesar de que generalmente son más los demócratas (69.5 por ciento como media entre 2011 y 2013) que los republicanos (60 por ciento como media) los que apoyan la abolición, ambos sectores concuerdan en querer reformar al sistema, explica Gallup.

CONCLUSIONES DEL DESENCANTO 

Hastío por los candidatos; hartazgo por la crisis generalizada por la que atraviesa Estados Unidos; un tejido social lastimado y la crisis relativa de un sistema político que ahora es cuestionado por sus formas -democracia indirecta-, son la causa de lo que parece ser un desengaño, y de ello surgen las dudas, luego el miramiento a otras opciones.

Cuando uno está cansado de la medicina tradicional -demócratas y republicanos-, existe la posibilidad de voltear a cualquier otra alternativa que seduzca por su atractivo, no necesariamente por su racionalidad. Más allá de los candidatos independientes, la tercera vía son las figuras públicas que se ciernen como celebridades, y tal parece ser que en Estados Unidos no sólo hay quienes apoyan a prospectos poco convencionales, sino que hay figuras que por el apoyo podrían considerar inscribirse a la carrera política rumbo de los comicios del 2020.

Así llegó este año Donald Trump, quien se llevó la victoria en la carrera por la Casa Blanca, convirtiéndose en el primer Presidente en la historia estadounidense que carece de experiencia previa al frente de un cargo público. Y así, en cuatro años, cualquier opción podría ser considerada como la buena.

Efrén Flores
Es politólogo por la UNAM. En SinEmbargo se ha especializado en el análisis de datos. Su investigación periodística es multitemática, pero sobre todo enfocada en temas políticos y económicos.
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