Ciudad de México, 19 de agosto (SinEmbargo).- En el hotel Holiday Inn de Newcastle, 10 familiares acompañaban a Marco Fabián en su aventura olímpica. Entre los sillones del Lobby, buscaban donde conectar sus celulares mientras a la promesa mexicana le pedían alguna foto. Con su semblante tranquilo, aceptaba. Tímido, con su tono de voz ligero, el jugador de Chivas formaba parte de un grupo que haría historia. A lo lejos, en las mesas del restaurante, un grupo de agentes no le quitan la mirada.
Con la medalla de oro colgada del cuello, el valor de Fabián incrementó. En el suelo sagrado de Wembley se consagró mientras el alarido de la grada mantenía la boca abierta por la capacidad futbolísitca del “8” mexicano. Con gran manejo de los tiempos, su lucidez brillaba menos que la de Oribe Peralta pero era su juventud la que hacía ilusionar. De gran visión de juego, el pueblo del Club Deportivo Guadalajara, puso todas sus súplicas en sus hombros.
Jorge Vergara salió a la escena pública luego de los rumores sobre varios equipos europeos que estaban pendientes de su situación contractual. Tantas veces polémico e inverosímil, el dueño del Rebaño Sagrado no quiso saber nada sobre vender a la más prometedora de sus joyas. “Hasta que nos haga campeones”, declaró, ante el entorno disgustado del jugador que se sentía defraudado. Marco Fabián no volvió a ser el mismo. Entre su agitada vida personal llena de farándula y fiesta, el “10” de las Chivas había perdido el deseo de continuar.
Cuando Carlos Vela arribó a México siendo el goleador del mundial Sub-17, en Perú, Vergara se vio obligado a venderlo al Arsenal, de Inglaterra muy a pesar de no estar de acuerdo. La perla de Cancún estuvo en un evento donde se les regalaría un Pointer a los jugadores de Chivas miembros de aquella escuadra que maravilló al país. Vela, un muchacho de 17 años estaba ilusionado con el premio. Al final, Jorge Vergara no le entregó el vehículo porque consideraba que su venta a Europa era suficiente. La actual figura de la Real Sociedad, no olvida aquel acto.
Al igual que al bombardero, Vergara no cumplió lo pactado con Marco Fabián al que le había prometido venderlo si llegaba una oferta seria. Desde Alemania se habló de cifras cercanas a los 10 millones de euros. El jugador estaba ilusionado pensando en un futuro de Champions League y Bundesliga hasta que el magnate le dijo que no. Marco Fabián es el reflejo de la desilusión. Con Chivas sumergido en una crisis existencial severa, su jugador más talentoso dijo “basta” en el peor momento. Apenas con el inicio de este Apertura 2013, Marco se rebeló.
De las promesas hechas hace más de una década, el dueño del Rebaño solo cumplió la de entregarle un campeonato al Guadalajara. Chivas no es el mejor equipo del mundo, ni tiene al entrenador número uno del planeta. En cambio, sus decisiones han terminado por desesperar a millones de mexicanos que cada fin de semana están al pendiente de 11 rojiblancos. Marco Fabián, de talento innegable, ha decidido marcharse sin más. Ante los rumores que lo dirigían a Lisboa, es una oferta árabe irrechazable la que lo hará escapar e intentar redescubrir la ilusión perdida.
