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Salvador Guerrero Chiprés

03/01/2024 - 12:03 am

EZLN, ciertas lecciones

“Nadie fuera del EZLN y los intelectuales cercanos a ese organismo creyeron nunca en la posibilidad autoatribuida de encabezar una insurgencia nacional exitosa en contra del Estado Mexicano”.

Ante cientos de zapatistas y sociedad civil afín al movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el subcomandante Moises ofreció un discurso en el marco del 30 aniversario del levantamiento zapatista, centrando su palabra en las desapariciones y violencia que azotan el país, mencionó que como hace treinta años siguen solos y deben continuar con su camino a la autonomía y la defensa de su territorio.
La ciudadanía, hasta entonces en su mayoría cooptada por el viejo priismo, encontró en los pasamontañas y carrilleras una esperanza de cierta utopía derrotada globalmente. Foto: Isabel Mateos, Cuartoscuro.

Paradójicas e ilustrativas. Las lecciones y repercusiones del surgimiento del EZLN.

Antes del 1 de enero de 1994, la Secretaría de Gobernación, la Defensa Nacional, la Marina, la iglesia católica con trabajo campesino e indígena, así como activistas sociales e institucionales, sabían de la intentona insurgente.

En la víspera del comienzo del Tratado de Libre Comercio, el gobierno de Carlos Salinas, finalmente con una formación diferente a la de sus antecesores priistas como Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, no tenía ningún interés en atraer un descomunal desprestigio político con el arrasamiento de una revuelta de la cual ya había desistido un enorme segmento de las comunidades diocesanas de base.

La apuesta del gobierno del PRI era el lento desmantelamiento del organismo y, si acaso, una insurrección limitada y limitable por la fuerza del accionar del Estado e incluso de una opinión pública nacional probablemente empática solo después de la anulación de la parte violenta de la misma insurgencia.

Nadie fuera del EZLN y los intelectuales cercanos a ese organismo creyeron nunca en la posibilidad autoatribuida de encabezar una insurgencia nacional exitosa en contra del Estado Mexicano. Sin embargo, a todos sorprendió la manera de ocupar el espacio mediático y retórico, incluso a ellos mismos.

La caída del Muro de Berlín en 1989, de la URSS en 1991 y la consecuente derrota del proyecto socialista mundial como una expectativa razonablemente verosímil dejaron un enorme vacío.  Ningún documento relevante del EZLN antes de aquella fecha revelaba interés por “lo indígena”.

Solamente después de la admirativa y asombrada reacción europea y de algunos segmentos continentales, pero sobre todo luego de la fascinación por “la revuelta indígena”. El organismo insurgente descubrió su preponderante vocación discursiva ya construida en la formación didáctico teatral e insurgente althuseriana del subcomandante Marcos.

En pocas semanas se exhibió el rechazo de la sociedad mexicana a la guerrilla, pero no a la connotación gigantesca de la agenda pendiente de la nación. La idea de instrumentar una transformación por la vía armada como único recurso careció de apoyo tanto como gozó de respaldo una insurgencia concentrada en las palabras, imposibilitada de acciones armadas tras su derrota militar.

La ciudadanía, hasta entonces en su mayoría cooptada por el viejo priismo, encontró en los pasamontañas y carrilleras una esperanza de cierta utopía derrotada globalmente; las izquierdas advirtieron su propio límite en contraste con la creatividad de Marcos, y las derechas aseguraron una contundente victoria electoral acentuado el temor luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio el 23 de marzo de ese 1994.

Salinas ganó la elección con Zedillo con la más alta proporción de electores para el PRI de los últimos sexenios. Treinta años después no existe un cambio ni en la distribución de la renta en favor de los indígenas ni en términos de la desaparición de la desigualdad entre razas.

El EZLN se replegó a una paradójicamente visible y tolerada clandestinidad. Las comunidades zapatistas se quedaron en formas básicas de la economía, y aunque frenaron los efectos nocivos del neoliberalismo, no crearon una alternativa para el desarrollo de los pueblos indígenas.

La parte retórica fue deslumbrante.

Salvador Guerrero Chiprés
Salvador Guerrero Chiprés es presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. Es doctor en Teoría Política por la Universidad de Essex, Inglaterra; maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y licenciado en Derecho y en Comunicación por la UNAM. Fue asesor de la Secretaría de Seguridad Pública del entonces Distrito Federal y de la Comisión Nacional de Seguridad, y Comisionado Ciudadano de Transparencia en el InfoDF.

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