Carta a Putin

03/10/2013 - 7:34 am

Sr.Vladímir Putin:

Hace unos días Gueorgui Trapéznikov, presidente de la Academia Internacional de la Unión de las Naciones del Mundo (AIUNM), anunció que le había propuesto a usted como candidato al Premio Nobel de la Paz porque el mundo conoce bien el papel pacificador que usted, como Presidente de Rusia, ha desempeñado en zonas conflictivas. La propuesta fue inspirada a raíz de su intento por evitar la intervención bélica en Siria.

Siguiendo las reglas de etiqueta política usted no respondió; lo hizo su vocero, el señor Dmitri Peskov, quien nos aseguró que usted no es partidario de recibir condecoraciones o premios. Es partidario de encontrar satisfacción en lograr resultados con su trabajo. Peskov, el hombre que habla en su nombre, dijo a miembros de la prensa: “Putin ha hecho mucho, toda la parte rusa ha hecho mucho, ha dedicado gigantescos esfuerzos y mostrado una maestría diplomática fuera de lo común para proteger la región (de Oriente Medio) y todo el mundo de la aparición de un nuevo conflicto armado”.

Aprovechando su postulación al Nobel quisiera enviarle desde México algunas observaciones, para que sepa cómo le miramos desde Latinoamérica.

Está claro que en últimas fechas algunas organizaciones civiles se sintieron agradecidas con su decisión de proteger la libertad y la vida de Edward Snowden, el espía que tras años de trabajar para la CIA decidió revelar los alcances del espionaje que el gobierno norteamericano lleva a cabo en el mundo entero. Sin embargo, casi paralelamente, cientos de miles de activistas hispanoparlantes firmaban peticiones desde América Latina para que su gobierno liberase a las cantantes/activistas de Pussy Riot, quienes fueron sentenciadas por cantar canciones de protesta contra usted, señor Presidente; la última dentro de un templo ortodoxo. Hoy es el tercer día en que los medios latinos cubren con preocupación el riesgo que corre la vida de la joven activista Nadezhda Tolokónnikova dentro de la prisión de Moldovia, así como la integridad de su compañera María Aliójina.

La opinión pública se pregunta cómo en Rusia el sistema judicial sigue obedeciendo a las filias y fobias personales del Presidente, pues ya usted ha declarado a medios rusos que apoya personalmente el encarcelamiento de las Pussy Riots. Desde el 7 de octubre de 2006 en que nuestra colega la periodista ruso-norteamericana Anna Politkóvskaya fue asesinada a la puerta de su casa (luego de publicar libros y artículos sobre actos de corrupción de su gobierno, señor Putin), seguimos esperando se esclarezca el crimen, porque aún persiste la duda sobre quién es el autor intelectual del crimen. Aquí, de este lado del mundo, las sospechas recaen sobre altos mandos de su gabinete de seguridad.

Hace unos días 30 activistas pacifistas de Greenpeace, fueron arrestados por su gobierno al intentar manifestarse sin un solo grito, sin armas, sin violencia, en la plataforma de Gazprom, empresa socia de la petrolera Shell en el ártico ruso. En una acción a todas luces ilegal y por órdenes de los más altos mandos de su gobierno, las y los reconocidos activistas ciudadanos de 18 países, entre ellos Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Dinamarca, EEUU, Francia, Italia, Nueva Zelanda, Polonia, Reino Unido y Rusia, fueron tratados como terroristas. A pesar de la evidencia que demuestra que ésta, como todas las manifestaciones de Greenpeace, era una especie de performance pacífico para hacerle saber al mundo que la draga de petróleo y gas en el ártico pone en riesgo al mundo entero, la fiscalía elaboró cargos falseando información. A estas mujeres y hombres que defienden el ártico se les encarceló y acusó de ser extremistas. Para sostener el arresto, el gobierno que usted encabeza hasta el día de ayer, 02 de Octubre, catorce activistas han sido culpados por cargos de piratería, pudiendo enfrentar hasta 15 años de prisión.

El Juez y la fiscalía saben que jamás hubo ninguna intención de apropiación de propiedad ajena (lo cuál constituiría un acto de piratería). Mientras a usted le proponen como el gran negociador de los conflictos en su país, en Europa y Latinoamérica miles de personas se suman a la firma de la petición de liberación del arresto ilegal de activistas de Greenpeace. Mientras escribo este texto señor Putin, la prensa internacional cuenta ya con evidencia de que el Comité de Investigaciones de su gobierno ha impuesto todo tipo de trabas para que abogados y diplomáticos contacten con las y los detenidos, derechos que tanto la ley rusa como el derecho internacional les confiere. ¿Esa es su maestría diplomática?

Fuera de Rusia se le conoce  a usted como un líder político intolerante, un censor incapaz de comprender al diferencia entre disenso y terrorismo, entre libertad de expresión y criminalidad, entre los intereses económicos de las trasnacionales y los intereses vitales del ecosistema global. Son su región y su país, señor Putin, quienes resentirán con mayor dureza los efectos colaterales de la explotación de hidrocarburos en el ártico. La paz, señor presidente, no se construye solamente evitando los conflictos armados; comienza por casa, porque la promoción de la violencia de Estado, de la represión, de la destrucción del medioambiente, son síntomas de las dictaduras postmodernas.

No, en este texto no acompaño la carta de petición para que se le considere como Premio Nobel de la Paz. Incluyo la petición para que se respete el estado de derecho en Rusia y se libere a las y los activistas injustamente presos, falsamente acusados por su gobierno. http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Artico/free-our-activists/

@lydiacachosi

Lydia Cacho
Es una periodista mexicana y activista defensora de los Derechos Humanos. También es autora del libro Los demonios del Edén, en el que denunció una trama de pornografía y prostitución infantil que implicaba a empresarios cercanos al entonces Gobernador de Puebla, Mario Marín.
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