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Jorge Alberto Gudiño Hernández

05/09/2015 - 12:03 am

El horror

No quiero escribir sobre la imagen del niño sirio ahogado.             Han sido varios días en los que me he debatido. Desde que apareció la primera fotografía en las redes sociales hasta que me enteré de que el padre había sobrevivido. El cuerpo tendido en la playa se ha fijado tras la cortina de mis […]

La imagen que conmocionó al mundo. Foto: EFE
La imagen que conmocionó al mundo. Foto: EFE

No quiero escribir sobre la imagen del niño sirio ahogado.

            Han sido varios días en los que me he debatido. Desde que apareció la primera fotografía en las redes sociales hasta que me enteré de que el padre había sobrevivido. El cuerpo tendido en la playa se ha fijado tras la cortina de mis párpados y me ha acompañado durante la vigilia.

            No quiero hablar de la imagen porque ya muchos lo han hecho. Con mayor conocimiento de causa. Amigos míos se han sumado a la discusión. También escritores y columnistas a los que respeto. Así, es muy poco lo que puedo yo abonar a ella.

            No quiero escribir sobre ese niño que se ha convertido en un símbolo. No quiero hacerlo porque implica adoptar posturas políticas, criticar un mundo decadente, hablar de una guerra que no entiendo. No soy especialista en el tema, en la migración, en las motivaciones que llevan a una familia a tomar la más temeraria de las decisiones.

            No quiero hacerlo pero lo hago. Busco cómo enfrentarme a la desesperación del padre que supo que el bote se hundía, que sintió escapar las manos de sus hijos de las propias. Intento empatizar con su dolor. Tampoco puedo.

            Por eso, sólo aventuro unas cuantas líneas. Tal vez lo hago de manera muy egoísta, intentando exorcizar la imagen. Lo sé, ha habido miles de ahogados, cientos de niños muertos. Sin embargo, es ese pequeño tumbado en la playa, en una posición que bien podría ser la de un sueño tranquilo, la que llega hasta mí. Y me duele. Va más allá de mi comprensión y me sigue doliendo.

            Lo siento, soy parcial, soy subjetivo. No busco extrapolar el discurso hacia la injusticia del mundo, tampoco deseo comparar esa migración con otras, esa muerte con otras. A veces el horror apenas necesita una imagen para asentarse en el ánimo. Y no queda más remedio que respirar profundo y aceptar que convivimos con él. Apretar los puños sirve de poco. Lo mismo que enarbolar discursos.

            Por eso no quiero escribir sobre esa imagen. Sobre ese niño tendido en la playa, con las olas chocando contra él. Lo siento.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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