En Saltillo se registraron tres exorcismos durante el 2015

05/12/2015 - 3:07 pm

Sacerdote atiende a personas que sufren posesión diabólica; señala que se derivan de la incoherencia entre las creencias y el actuar.

José Luis del Río, sacerdote católico exorcista. Foto: Vanguardia
José Luis del Río, sacerdote católico exorcista. Foto: Vanguardia

Ciudad de México, 5 de diciembre (SinEmbargo/Vanguardia).- José Luis del Río, sacerdote católico exorcista, informó que en lo que va del año ha realizado tres exorcismos, luego de que mujeres sufrieran supuestas posesiones diabólicas en Saltillo, Coahuila.

El sacerdote comentó que las posesiones diabólicas se presentan más en mujeres debido a que hay cierta incoherencia entre lo que creen y lo que practican.

“Siendo cristianos, a veces buscan remedios de curanderos, brujos, hechiceros, espiritistas, cajitas del niño Fidencio. Se meten en esos terrenos y después les aparecen perturbaciones diabólicas”, indicó.

Del Río comentó que en septiembre asistió a un congreso nacional de exorcistas, donde el conferencista principal fue el sacerdote italiano Francesco Monti, Presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas.

Durante este congreso, se habló de la existencia del demonio y los diferentes grados y modos de perturbación diabólica, así como todo el contenido del ritual de exorcismos y el análisis de las causas de perturbación diabólica.

Aunque Del Río aseveró que, aunque sí hay casos de verdadera posesión diabólica en Saltillo, son muy pocos; en cambio, grados menores de “perturbación” diabólica son más frecuentes.

Del Río explicó que son varios grados de este tipo de perturbación: a la primera se le llama infestación diabólica. En este grado la gente comienza a darse cuenta que en sus casas ocurren situaciones extrañas.

“Por ejemplo que oyen ruidos, que cambian de lugar las cosas, que los aparatos se encienden o apagan solos, que ven sombras”, reveló el sacerdote.

Hay un segundo grado llamada vejación, que es cuando la perturbación toca el cuerpo y la gente comienza a oír voces, le rasguñan el cuerpo, sienten una fuerza que los invade, sin llegar a dominar el organismo.

Un tercer nivel es la obsesión, donde aparecen ciertos impulsos obsesivos compulsivos de hacer algo malo, de fumar, tomar alcohol, consumir drogas, tener sexo, robar, mentir, matar o matarse.

Manifestó que también hay un grado que se llama de asedio, y es cuando a la persona le viene una racha de males al mismo tiempo, es decir, se enferma, choca, pierde el trabajo, no tiene dinero.

Sin embargo, aseguró que el grado más grave es la posesión diabólica, donde el demonio hace a un lado el alma, se apodera del sistema nervioso central y maneja a la persona tiránicamente.

Esta parte, dijo, se distingue muy fácilmente porque la persona habla en otras lenguas que la persona nunca ha estudiado, tiene fuerzas extraordinarias muy superiores a las de su cuerpo y una especial agresión a lo sagrado: la oración, el agua bendita, rosario y crucifijo le queman.

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