“Hasta acá se escucha el silencio de Mälmo”: buen viaje, Henning Mankell

06/10/2015 - 12:06 am
Desde que le fuera diagnosticado el cáncer, en enero de 2014, se dedicó a hablar abiertamente de su enfermedad. Foto: Facebook
Desde que le fuera diagnosticado el cáncer, en enero de 2014, se dedicó a hablar abiertamente de su enfermedad. Foto: Facebook

El escritor sueco, considerado un genio de la novela negra, muere en Gotemburgo, a los 67 años, víctima del cáncer de pulmón que se le había detectado en 2014

Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).– “Hasta acá puedo escuchar el silencio de Mälmo: buen viaje Henning Mankell. Y hasta siempre, Wallander”, escribe el autor mexicano David Miklos, en una de las tantas leyendas casi personales, como si de un familiar se tratara, que aparecieron en la víspera en las redes sociales, dedicadas al considerado el genio de la novela negra en Suecia, quien falleció ayer a los 67 años, víctima del cáncer de pulmón que le fuera diagnosticado en 2014.

Henning Mankell (Estocolmo, 1948-Göteborg, 2015) ha sido el padre también de Kurt Wallander, el detective fracasado y demasiado sensible que le dio fama mundial y que llegara a la televisión en una versión inolvidable para la televisión sueca, protagonizada por Krister Henriksson, y recientemente en una versión inglesa con el protagonismo magistral del actor y director Kenneth Branagh.

Kenneth Branagh como Wallander. El actor lamentó en un comunicado oficial la muerte del célebre autor sueco. Foto:  Especial
Kenneth Branagh como Wallander. El actor lamentó en un comunicado oficial la muerte del célebre autor sueco. Foto: Especial

Mientras en el mercado anglosajón ya corre la cuarta y última temporada de Wallander, producción de la BBC, Branagh ha emitido un comunicado oficial donde lamenta el deceso del escritor a quien considera “un hombre de compromiso apasionado” y del que extrañará –dijo- “su inteligencia provocadora y su gran generosidad como persona”.

“Quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, junto con lectores en todas partes del mundo, llorarán a un buen escritor y un buen hombre”, afirmó el célebre intérprete shakespearano y quien le dio a su detective esa sustancia melancólica y de abandono, de tanta fragilidad existencial, que supo volcar su creador en tantas páginas inolvidables.

MURIÓ MIENTRAS DORMÍA

Mankell, que decidió hacer pública su enfermedad apenas le fuera diagnosticada, contar su cáncer de pulmón y su metástasis en la nuca, en columnas que luego fueron agrupadas en su libro reciente Arenas movedizas, editado en español por Tusquets, para su colección Andanzas, murió mientras dormía en su casa de Gotemburgo.

Se apagaba así la vida del autor de más de 50 novelas y numerosas obras de teatro, que llegó a vender 40 millones de libros en todo el mundo y que a través de la figura portentosa de su policía gordo, diabético y totalmente inhábil para las relaciones, denunció las injusticias sociales de su país.

Porque también murió un hombre profundamente preocupado por el mundo, que dividía su tiempo entre la escritura y las obras benéficas en Mozambique, donde su interés por la infancia carente en África, lo llevó a construir una aldea para niños huérfanos a causa del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

El intelectual no sólo debía escribir, también ejercer acciones precisas para mejorar el mundo. Foto: Tusquets.
El intelectual no sólo debía escribir, también ejercer acciones precisas para mejorar el mundo. Foto: Tusquets.

Luchó y sufrió arresto por tratar de llevar ayuda humanitaria a los palestinos de la franja de Gaza en 2010 y desestimaba las invitaciones que le llegaban de todas partes del mundo para participar de algún festival literario, ocupando su tiempo libre en cumplir lo que a su juicio debía hacer un intelectual: obrar, no sólo escribir.

Amaba a Sherlock Holmes y siempre tuvo nostalgia de su madre que lo abandonó cuando él apenas tenía un año. Con ella se reencontró en medio de un clima de mucha tensión cuando Henning era adolescente. Su madre, una bibliotecaria de nombre Birgitta, luego se suicidaría.

“Mi miedo es grande pero más o menos consigo mantenerlo bajo control”, escribió en su primera columna sobre el cáncer.

“Mi ansiedad es muy profunda, aunque a grandes rasgos puedo mantenerla bajo control”, señaló en un artículo titulado Una lucha desde la perspectiva de la vida.

Mankell lanzó su primera novela, Bergsprängaren (El rompedor de rocas), en 1973, y casi dos décadas después, publicó la primera de la exitosa serie protagonizada por el inspector Wallander.

Casado con Eva Bergman, hija del cineasta sueco Ingmar Bergman, murió joven y activo, con la pluma en la mano y el pensamiento lúcido a favor de un mundo mejor en ristre. Hasta aquí se escucha el silencio de su muerte desolada.

WALLANDER, UN HOMBRE COMÚN

Kurt Wallander es un hombre común proveniente de Ystad, una pequeña ciudad sueca con un gran puerto, con barcos que van y vienen de Polonia y Bornholm, los terrenos que pisó Kenneth Braanagh para encarnar a un detective vencido por la depresión que le causa su reciente divorcio (su mujer lo ha dejado por un hombre más joven), el deterioro mental de su complicado padre (interpretado magistralmente por el mítico David Warner) y las tendencias suicidas de su hija Linda, que también se ha hecho policía.

Branagh se sacude en esta serie -por la que ha ganado el Bafta al mejor actor- la etiqueta de intérprete shakespeariano que le ha colgado la crítica desde su preciosa Mucho ruido y pocas nueces y desde el rotundo Hamlet que dirigiera y protagonizara en 1996.

Al detective Kurt Wallander le sale todo mal. Es un tipo gordo, diabético, falto de bohemia y de mística que cultiva un costado filosófico que lo acerca al entrañable alcohólico Philip Marlowe, creación imprescindible del estadounidense Raymond Chandler.

Hay que decirlo: Wallander no es tan inteligente como Sherlock Holmes y ni por las tapas se prodiga en excesos gastronómicos como el comisario Montalbano, aquel italiano prodigioso del súper vendedor Andrea Camilleri (basta ver el refrigerador vacío del sueco para entender por qué los placeres terrenales le son tan esquivos).

Dividía su tiempo entre Suecia y África. Dirigía un teatro en Maputo, Mozambique, país que amaba. Foto: Tusquets
Dividía su tiempo entre Suecia y África. Dirigía un teatro en Maputo, Mozambique, país que amaba. Foto: Tusquets

Sin embargo, es en esta carencia de virtudes heroicas en donde reside la popularidad mundial de un investigador privado hundido en la melancolía y atravesado por la falta de éxito social.

Un club de fans en inglés, varias películas y series, además de la popularidad mundial de las novelas que hicieron famoso a Mankell dan cuenta de cómo Wallander, después de todo, ha conseguido derramar su antimagia en un mundo que lo ama por mostrarse siempre humano, demasiado humano.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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