El sábado 20 de octubre de 1973, Nixon tomó una decisión a la desesperada que aceleraría su salida prematura del poder por el escándalo “Watergate” al pedir la salida del fiscal especial independiente encargado de las indagaciones, Archibald Cox. De manera similar, Trump despidió al director del FBI, James Comey.
Por Jairo Mejía
Washington, 10 may (EFE).- La última vez que un Presidente estadounidense despedía al principal investigador de unas pesquisas que le afectaban fue cuando Richard Nixon (1969-1974) desencadenó la llamada “Masacre del sábado noche”, que en lugar de apagar el fuego precipitó la salida del mandatario por el escándalo “Watergate”.
Salvando las distancias, la decisión del presidente Donald Trump este martes de despedir por sorpresa al director del FBI, James Comey, principal encargado de investigar la posible coordinación entre el Gobierno ruso y su equipo de campaña, trae ecos del escándalo del “Watergate”, que acabó con la dimisión de Nixon.
“Hay paralelismos. Este es un momento muy significativo. No es algo que se deba tomar a la ligera”, dijo hoy al canal MSNBC en referencia a la destitución de Comey el veterano periodista de The Washington Post Bob Woodward, quien destapó con Carl Bernstein el caso “Watergate” por el espionaje al Comité Nacional Demócrata.
El sábado 20 de octubre de 1973, Nixon tomó una decisión a la desesperada que aceleraría su salida prematura del poder por el escándalo “Watergate” al pedir la salida del fiscal especial independiente encargado de las indagaciones, Archibald Cox, que solicitaba a la Casa Blanca grabaciones del presidente.
El entonces secretario de Justicia, Elliot Richardson, y su segundo al mando, William Ruckelshaus, se negaron a ejecutar la orden y también cayeron en un movimiento que no frustró la inclusión de las cintas de Nixon en la investigación y puso aún más insistencia en las revelaciones del caso “Watergate”.
Según el senador demócrata Patrick Leahy, el más veterano de los miembros de la Cámara, la salida de Comey se da justo después de que el FBI pidiera al Departamento de Justicia más fondos para ampliar la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.
Pese a que la administración de Trump ha asegurado que Comey no estaba ya capacitado para dirigir el FBI por su manejo del caso de las comunicaciones de la rival presidencial Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado, a nadie se le escapa en Washington que esa razón no parece lo suficiente para llevar a la Casa Blanca a tomar una medida tan drástica.
En una portada que está llamada a pasar a la historia, el diario The New York Times publicaba hoy la carta con la que Trump daba por finalizando “de inmediato” el mandato de Comey, que debería haber sido de diez años y se ha quedado en tres.
“El presidente da un puñetazo, en el que muchos ven el eco del Watergate”, titulaba a cuatro columnas el diario neoyorquino.
Una de las características que diferencia la medida de Trump es que en este caso los que promovieron la salida de Comey han sido el secretario de Justicia, Jeff Sessions -quien ocultó contactos con altos cargos rusos y se desvinculó bajo presión de la investigación sobre Rusia-, y su segundo, Rod Rosenstein, confirmado hace dos semanas en su puesto.
Los testigos aún vivos de aquel año convulso de 1973 que obligó a Nixon a pasar a la historia como el primer presidente estadounidense que dimitía, han vuelto hoy a hablar de los paralelismos entre la posible coordinación de operativos de Trump para sabotear la campaña de Clinton y el escándalo de “Watergate”.
John Dean, asesor de Nixon encarcelado durante cuatro meses por su implicación en el “Watergate”, acusado de mentir al FBI, dijo hoy al New Yorker que “cada movimiento que (esta administración hace) es una muestra de acciones para encubrir algo”.
Hasta la fecha, Trump ha despedido a Sally Yates, quien durante los diez primeros días de la actual presidencia fue secretaria de Justicia en funciones y fue una de las primeras en advertir a la Casa Blanca sobre las mentiras de Michael Flynn, entonces asesor de Seguridad Nacional, sobre sus contactos con Rusia.
Posteriormente, en marzo, destituyó al juez del Distrito Sur de Nueva York Preet Bharara, un puesto clave por su jurisdicción -que incluye la Torre Trump- y que investigaba casos que incluían miembros del equipo del presidente.
Bharara, quien dijo que Trump le había llamado dos días antes de su destitución y que se negó a hablar con él por problemas éticos, aseguró hoy en un tuit que “cualquiera al que le preocupe la independencia y el estado de derecho en EU debe estar preocupado por el momento y razonamiento del despido de Comey”.
En opinión de John Dean, la destitución de Comey, algo que solo ha ocurrido una vez en más de un siglo de historia de la agencia policial federal, durante el mandato de Bill Clinton y por razones que no suponían conflicto de intereses, apunta a que “Trump sabe que tiene problemas”.
Esos problemas, haciendo que se repita la historia, parece que van a redoblar las peticiones para que se designe ahora un fiscal especial independiente para seguir desenredando las cuestiones sin resolver sobre los vínculos entre Trump y el Kremlin.