Giuseppe Pedersoli presenta en la Mostra un documental sobre las dificultades de la Dolce Vita

10/09/2020 - 12:59 pm

El director del Instituto Luce-Cinecittá, Enrico Bufalini, agregó que el material que su institución ha cedido “desvela las bambalinas de una dificilísima producción” y “la tensión emotiva en la creación de una obra maestra”.

Por Gonzalo Sánchez

Venecia (Italia), 10 de septiembre (EFE).- Rodar la Dolce Vita, quizá la obra más influyente del cine italiano, no fue un camino de rosas. El enorme presupuesto que Federico Fellini exigía y la complejidad de su trama dinamitaron sus preparativos, revelados hoy en Venecia.

El 16 de marzo de 1959 empezaba la grabación de esta película icónica, aunque antes y durante este proceso se vivieron “momentos de ruptura total” entre el maestro y los dos históricos productores que lo costeaban, Giuseppe Amato y Angelo Rizzoli.

Así lo aseguró hoy el director del documental La verdad sobre la Dolce Vita, Giuseppe Pedersoli, nieto del primero de los mecenas y que ha tenido acceso a una enorme cantidad de documentos, cartas, telegramas y presupuestos que atestiguan aquellas desavenencias.

“Los documentos demuestran la personalidad de cada uno de estos protagonistas y su frecuente dura relación”, explicó hoy en rueda de prensa Pedersoli, hijo de Bud Spencer y de la hija del propio Amato.

La cinta, presentada fuera de concurso en la Mostra, se basa en el punto de vista de su abuelo y cuenta con partes ficcionadas con autores para darle “más empatía”, aunque el guión está redactado “casi palabra por palabra” según la correspondencia conservada.

El director del Instituto Luce-Cinecittá, Enrico Bufalini, agregó que el material que su institución ha cedido “desvela las bambalinas de una dificilísima producción” y “la tensión emotiva en la creación de una obra maestra”.

DESENCUENTROS EN LA DOLCE VITA

La división entre el director y sus productores era manifiesta hasta a la hora de escribir: Fellini firmaba con tinta roja, Rizzoli en verde y Amato en negro, preludio de una desavenencia asegurada.

A finales del año 1958 el maestro ya había obtenido dos premios Óscar por La Strada (1954) y por Le notti di Cabiria (1957) pero algo le turbaba el sueño: no lograba encontrar productores para su nuevo proyecto, titulado enigmáticamente La Dolce Vita.

El único que se había sumado inmediatamente a esta película fue Amato, que desde un primer momento sintió una premonición. Tal es así que peregrinó para pedir la bendición del Padre Pío de La Dolce Vita.

El guión pasó por las manos de los principales inversores de un cine italiano en efervescencia, como las de Dino De Laurentiis, quien en el documental reconoce que se equivocó rechazándolo, pues prefirió financiar La Grande Guerra (1959) de Mario Monicelli.

La cinta fue presentada fuera de concurso en la Mostra. Foto: EFE/EPA/CLAUDIO ONORATI

Amato confiesa en un momento del documental que llegó a viajar a España en busca de fondos pero por el camino en coche a lo largo de la ribera francesa se fundió el poco dinero que llevaba en casinos.

Finalmente lograron sumar a otro de los grandes productores y editores de entonces, Angelo Rizzoli, pero su llegada acabaría por tensar el rodaje, siempre preocupado por las disparatadas cifras que Fellini necesita. “Tengo el corazón en la cartera”, llegó a decir.

Y es que en el acuerdo para sacar adelante la película estipulaba un coste máximo de 400 mil millones de liras, una cifra muy por debajo de lo que finalmente supuso.

Basta pensar que para el rodaje se construyeron en el Teatro Cinco de los estudios romanos de Cinecittá más de ochenta sets, entre estos uno que imitaba la Vía Véneto, la calle de los famosos en la capital y donde transcurre gran parte de la trama.

Fellini alegó “problemas de tráfico” y aseguró que los escenarios “no tenían nada que envidiar” con los míticos cafés de esa arteria.

Espinosa fue también la elección del papel protagonista, aquel periodista a vueltas con su incomunicación con las mujeres. En un primer momento se pensó en Paul Newman pero, de nuevo, era muy caro.

Y el elegido acabó siendo Marcello Mastroianni. El actor, muerto en 1996, recuerda que fue el guionista Ennio Flaiano, siempre sardónico, quien se lo propuso en un paseo en la playa: “Me dijo que buscaban un rostro humilde, me sentí humillado”, afirma entre risas.

Otro escollo era el mismísimo guión, ciertamente críptico, y el temor de los productores ante su acogida por el público.

Nuevamente el más pesimista fue Rizzoli, que no veía con buenos ojos las más de cuatro horas que duraba la película.

“Rizzoli dejó escrito que la cinta no podía salir así al mercado internacional y Amato le respondió que decía locuras, que se trataba de una obra de arte con un gran potencial”, aseguró hoy el autor del documental.

En cualquier caso la historia de Fellini se rodó y se estrenó el 4 de febrero de 1960, hace ahora sesenta años.

Y enseguida se convirtió en un referente artístico, embelesando a generaciones enteras. Se diría que casi del mismo modo en que Mastroianni cae rendido ante la exuberante Anita Ekberg en las frías aguas de la Fontana de Trevi.

Todo lo que siguió al estreno es historia y su realización queda ahora más completa gracias a este documental, que llega justo cuando también se cumple el centenario del nacimiento del gran Fellini.

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