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Alejandro Calvillo

12/08/2023 - 12:05 am

De “Ambientes Tóxicos” a “Zonas Azules”

La transformación de los “Desiertos o Pantanos Alimentarios” en ambientes más saludables o, al menos, menos tóxicos, se está dando en muchos sentidos, con diversas políticas que coinciden en la promoción de los aspectos esenciales de las “Zonas Azules”.

¿No es acaso uno de nuestros mayores deseos que nuestros seres queridos y nosotros vivamos más años y en buena salud? Se ha descubierto que esto ocurre en algunas regiones que se han dado a llamar “Zonas Azules”. A lo largo y ancho del planeta se han localizado comunidades donde la cantidad de personas centenarias, cuya edad ha rebasado los cien años, es mucho mayor que en el resto de las poblaciones humanas. Se trata de comunidades donde no sólo se vive más años, si no que se vive con mejor salud.

La atención de demógrafos, genetistas, sociólogos, nutricionistas, antropólogos, médicos, profesionales de muy diversas disciplinas, se ha dirigido a estas comunidades para tratar de entender: ¿Cuál es el secreto de las “Zonas Azules”? ¿qué tienen en común estas comunidades que se encuentran en diversos continentes? La pregunta es: ¿Qué es lo que tienen estas “Zonas Azules” que aumentan la esperanza de vida y que les permiten a sus habitantes vivir con una mejor salud? No se trata solamente de cuántos años vivimos, se trata de en qué estado vivimos todos esos años.

Por otro lado, en oposición, están los ambientes tóxicos, las regiones, zonas, comunidades, donde sus habitantes están presentando enfermedades que antes eran de la tercera edad en etapas mucho más tempranas. En estas regiones la esperanza de vida, por primera vez en mucho tiempo, es menor en los hijos que en sus padres. Estos ambientes tóxicos pueden tener muchas causas como la contaminación del aire, el agua, los alimentos. Sin embargo, uno de los ambientes tóxicos más estudiados, que sería contraparte al estudio de las “Zonas Azules”, son los llamados “Desiertos Alimentarios”, donde lo que predomina es el acceso a alimentos ultraprocesados con dificultad de encontrar alimentos frescos como frutas y verduras.

Se trata de dos extremos de los ambientes alimentarios, condiciones que determinan la mayor parte de las decisiones de las personas para alimentarse, pero también son las expresiones de estilos de vida en las comunidades: de un lado las “Zonas Azules”, cada vez más escasas, que promueven la longevidad y la buena salud, y del otro, los “Desiertos Alimentarios”, cada vez más dominantes y omnipresentes en todo el planeta, donde prevalece la enfermedad y la esperanza de vida se reduce. La buena noticia es que hay políticas e intervenciones, inspiradas en las “Zonas Azules”, para sanear los ambientes tóxicos, iniciativas que muestran buenos resultados.

Las primeras “Zonas Azules” identificadas en 2005 fueron la isla de Okinawa en Japón, la isla de Cerdeña en Italia, la Península de Nicoya en Costa Rica, la Isla de Icaria en Grecia y Loma Linda, California, en los Estados Unidos. Lo que se ha encontrado en común en los ambientes y prácticas en estas comunidades de las “Zonas Azules” son tres aspectos esenciales: la alimentación se basa en alimentos frescos, especialmente, en plantas, aunque pueden comer ocasionalmente carne o pescado; realizan actividades físicas, como atender sus hortalizas, sus animales, realizan caminatas diariamente, suben y bajan; viven en familia y tienden a encontrarse y convivir con otros, cuentan con apoyo comunitario, tejen redes de amistades y colaboración.  Los hábitos de cada comunidad son diversos, en algunas toman una copa de vino, de forma moderada, comúnmente compartiendo, en otras toman café, en otros tés; no fuman ni son, como tal, bebedores de alcohol.

A partir de estos hallazgos se comenzó a decir que tomar café o beber vino aumentaba la esperanza de vida y, no es así. Eso ocurre cuando la dieta se basa en alimentos frescos, de manera especial en plantas; cuando se realiza actividad física regular; cuando se vive en comunidad y existen redes de apoyo; cuando el estrés no se impone en la vida diaria. Son estos cuatro elementos los que son esenciales y las principales causas de una vida prolongada y sana.

El concepto de los “Desiertos Alimentarios” surgió al comprobar que las comunidades en las que los alimentos frescos, las frutas y verduras, no son accesibles, la incidencia de enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, que son hoy la principal causa de enfermedad y muerte, son muchos mayores que en aquellas donde si existe acceso a estos alimentos saludables. Surgió, en paralelo el concepto de “Pantanos Alimentarios” que puede coincidir y coincide en muchos casos con los “Desiertos Alimentarios”. En los “Pantanos Alimentarios” lo que prevalece son las tiendas de conveniencia (Oxxo, Seven Eleven, etc), tienditas y ofertas de comida rápida.

Existe la falsa percepción de que la comida sana es más cara que la chatarra. El problema real está en qué es lo más accesible: son los alimentos saludables o los productos comestibles ultraprocesados los que dominan en el entorno. En nuestro país, todavía, las verduras y frutas de temporada son accesibles en precio. La respuesta está en su distribución, en la comercialización de los alimentos saludables. Un estudio realizado por académicos de la UNAM (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8624608/), que coincide con otros del Instituto Nacional de Salud Pública, encontró que no existe diferencia entre el costo de una dieta basada en ultraprocesados, es decir en comida chatarra y bebidas endulzadas, y una basada en alimentos frescos, el problema está en su distribución.

La transformación de los “Desiertos o Pantanos Alimentarios” en ambientes más saludables o, al menos, menos tóxicos, se está dando en muchos sentidos, con diversas políticas que coinciden en la promoción de los aspectos esenciales de las “Zonas Azules”. Aunque el eje está en la alimentación saludable, en volver estos alimentos más asequibles y menos los ultraprocesados, están las políticas que se dirigen también a:  impulsar la movilidad no motorizada para promover la actividad física con andadores, carriles de bicicleta; la recuperación de espacios verdes para los juegos como parte de la recuperación del espacio público; la promoción de los centros sociales de barrio para el encuentro y la convivencialidad. Alimentación saludable, actividad física y vida en comunidad.

Sobre los ambientes alimentarios, Sally Smithwick, periodista en temas de alimentación, agricultura, dieta y consumo de los Estados Unidos, en 2016, fue a vivir un mes, con su familia, a Todos Santos, Baja California, México. Smithwick describió en Fortune un entorno alimentario en Todos Santos que podría definirse cercano a lo que se ha considerado “Oasis Alimentario”, un lugar donde existía un gran acceso a alimentos saludables y a precios accesibles para la comunidad. Comparó el entorno alimentario de Todos Santos con su hogar en Nashville y con áreas de Los Ángeles donde también había vivido.

Sin cadenas de comida rápida, ni grande espectaculares de comida chatarra y bebidas azucaradas, sin grandes supermercados con enormes cantidades de productos ultraprocesados, con abundantes ofertas de frutas y verduras baratas en todos lados, mostraba todo lo que había comprado por 7 dólares, con acceso a pescados y mariscos capturados en la mañana por los pescadores locales, describía que había pocas personas con obesidad y la gente caminaba por el pueblo. Sally bajo de peso, sus hijos aprendieron a comer más verduras y frutas, vivieron una vida más relajada, menos estresada y más saludable.

En nuestro país, que tiene una gran riqueza en diversidad de alimentos y cultura culinaria, se han dado diversas resistencias contra los ambientes tóxicos. En el corazón de una de las regiones con mayor diversidad alimentaria y con una gran riqueza culinaria, un ejemplo de esta resistencia fue la lucha contra la instalación de un McDonald’s en la plaza central de Oaxaca. En aquel momento fue Francisco Toledo, uno de los más grandes artistas plásticos de nuestro país en este siglo, quién encabezó la resistencia. Una lucha que continúa con la campaña actual de #OaxacaSinChatarra. Solo un ejemplo dela resistencia a mantener nuestros espacios y nuestra alimentación para lograr una vida más plena y saludable. En otros espacios hablaremos de esta resistencia, de esta reconstrucción de los nuestros entornos para abandonar los ambientes tóxicos y recuperar nuestra cultura alimentaria, nuestra salud.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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