Ranas everywhere

12/10/2013 - 12:01 am

Hay ranas por todas partes buscando realizar con hazaña, el mejor de los saltos para treparse en un estatus social mejor que el original. Soy una de ellas, con mis patas largas y el dorso verde, seduzco a los solitarios que se buscan en las especies equivocadas.

Soy una diletante de la ingenuidad. Los colmillos de ventaja, los cargo enfrente como el cosmos para los locos que alguna vez se alimentaron de ellos. Me vendo por una bolsa Coach, un viaje a Hawái o de perdida salir de este país en ruinas que ya me aburrió.

Me uno a las filas de las trepadoras. Soy una versión de Rubí en masculino o femenino de Yolanda Vargas Dulché. Sigo el protocolo de la zalamería para lanzarme a la publicidad y cazar clientes, sin que ellos mismos lo sepan.

Soy una fiel creyente del capitalismo, me ofrezco al mejor postor con la peor de mis sonrisas y la mayor de mis provocaciones: migajas de compañía en extinción, palabras repetidas hasta el tuétano con tal de inyectar felicidad efímera.

Desde mis pestañas postizas ofrezco mi parcialidad absoluta, aunque realmente me sea indiferente. Lo que realmente importa, es la lluvia del materialismo andando o la sublevación del poder con el binomio perfecto, aunque éste, sea una ofensa para la belleza.

Las relaciones públicas son los brazos de serpiente que me colarán hacia la puerta correcta, al menos así lo señala mi semáforo itinerante, donde la victoria me llama a seguir buscando con que rana asirme sin remordimiento.

Busco comer mosquitos en forma de piedras preciosas o inútiles artefactos tecnológicos que eleven mi nivel de existencia en este pequeño mundo. Salto uno. Busco subir de peldaño intelectual al codearme con aquellas grandes mentes, que solo me servirán de asilo ideológico por un tiempo, en lo que esta rana se hace de nombre.

Salto dos, eliminar ese estigma de que andar de animal trepador es un falso remedio contra aquellos que se sienten incompetentes ante la soledad, simplemente es supervivencia para quienes no confían en sí mismos y creen que alimentando a otros serán felices.

Salto tres, mantener entretenido al mecenas de los caprichos con saltos y ojos pizpiretos, sin olvidar las palabras y actos sazonados para el momento preciso, sino la inversión se echará a perder y habrá que empezar de nuevo a forjar la semilla del asalto a la atención.

Los brincos servirán para colocar mi bandera a donde pertenezco. Mi presencia tiene precio y estoy dispuesta a negociarla en abonos o pagos al contado, en efectivo o especie. Nada es gratis en esta vida y mucho menos, una saltarina que está dispuesta a poner en venta su esencia a los que se buscan en antirreflejos del alma.

@taciturnafeliz

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