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Alejandro De la Garza

13/01/2024 - 12:03 am

¡Mario Santiago redivivo!

“La aventura poética de Mario Santiago pareció reiterar y amplificar aquel célebre comentario de Jaime Sabines”.

“Que esta nota sirva para que los lectores se acerquen a alguno de los libros, la poética y la vida de Mario Santiago”. Foto: Especial

El sino del escorpión celebra la fuerza vital y poética que mantiene redivivo al poeta infrarrealista nacido José Alfredo Zendejas Pineda en 1953, convertido luego por voluntad propia en Mario Santiago Papasquiaro (la anécdota es conocida: “José Alfredo sólo hay uno y en Santiago Papasquiaro nació Pepe Revueltas”, aclaró.); capturado después, en 1999, en el personaje literario Ulises Lima —de la fundamental novela Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño—, y rediviva presencia como poeta infrarrealista de primera y última hora hasta su muerte por atropellamiento vehicular en enero de 1998, y aún ahora. El 24 de diciembre de 2023 se cumplieron 70 años de su nacimiento, este enero de 2024 se conmemoran 26 años de su fallecimiento y también se cumple un cuarto de siglo de la creación del detective salvaje. La celebración incluyó la reciente publicación del poemario La historia nos absorberá, donde Mario reitera su infra-pasión por sacudir a la academia.

Las celebraciones en Barcelona (conferencias y presentación del nuevo libro), una exposición infrarrealista en Argentina, los recuerdos que vienen desde el movimiento poético HoraCero de Perú, así como la publicación de nuevos materiales sobre el infrarrealismo del periodista mexicano Raúl Silva, entre muchos aportes que recorren las redes sociales y los espacios “no oficiales” de la literatura, reiteran la vitalidad poética Mario, cuya leyenda sigue creciendo y esparciéndose. Todo ello mientras la academia, los poetas de escritorio y posgrados no sólo no registran, sino incluso minimizan la importancia del lenguaje poético infrarrealista que inauguró Mario y que sigue hablándole a la gente directamente.

La aventura poética de Mario Santiago pareció reiterar y amplificar aquel célebre comentario de Jaime Sabines: “Hay dos clases de poetas modernos: aquellos, sutiles y profundos, que adivinan la esencia de las cosas y escriben: ‘Lucero, luzcero, luz Eros, la garganta de la luz pare colores cóleros’, etcétera, y aquellos que se tropiezan con una piedra y dicen ‘pinche piedra’. Los primeros son los más afortunados. Siempre encuentran un crítico inteligente que escribe un tratado ‘Sobre las relaciones ocultas entre el objeto y la palabra y las posibilidades existenciales de la metáfora no formulada’. —De ellos es el Olimpo que en estos días se llama simplemente el Club de la Fama”.

Esa suerte tocó a Mario y al movimiento infrarrealista por distanciamiento de Octavio Paz (el poeta por excelencia académica y Nobel reconocimiento). Fue divertida la voluntad del escritor Gabriel Zaid por impedir la publicación en el Fondo de Cultura Económica de la antología poética de Mario Santiago Jeta de Santo, al grado de que el libro tuvo que editarse en España (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2008, preparada por Rebeca López y Mario Raúl Guzmán). Zaid descalificó y criticó al movimiento infrarrealista y a Mario Santiago al que llamo “poeta no maldito sino malito”. Por fortuna, a estas alturas ya nadie piensa mucho en lo que dice o escribe Zaid, y así lo aclaró con pertinencia el escritor y crítico Heriberto Yépez al responder a Zaid, y que me disculpe Heriberto por la extensa pero necesaria cita.

“La poesía de Zaid está hecha de palabras y formas de otros poemas y libros; la de Papasquiaro, de palabras y referencias callejeras, chilangas y contraculturales… La tentativa de Papasquiaro se acercó más que la de Zaid a la poesía por la materia con la que trabajaba: el habla, lo bajo, lo nuevo, lo feo, que es la materia que poetizan los grandes poetas, como Góngora y Rimbaud. La poesía de Zaid manejó pura materia ya literaria, ya precocida: poética porque otros ya la hicieron poética. Eufónico recalentado”.

“Como crítico, si alguien me pregunta qué poesía me interesa más ¿la de Papasquiaro o la de Zaid? Papasquiaro, evidentemente. Ahí se agita algo distinto, no logrado, lo larvario que me disgusta y disuade. El éxito de Zaid en repetir patrones y vocabularios ya poéticos me parece menos poético que el fracaso de Papasquiaro en convertir su nueva materia vulgar en poesía técnica o psíquicamente avasallante”.

El escorpión compartió varias veladas, trasnochadas y caminatas callejeras con Mario Santiago Papasquiaro, incluso un efímero taller de expresión poética que impartía Ricardo Castillo (otro poeta sin igual y recién reconocido por la Universidad de Guadalajara, a pesar del disgusto de los muchos zaids de la academia). La leyenda le queda bien al infra, era una granada de mano. Sus anécdotas abundan y siguen sorprendiendo. Aquí algo de lo que se dice sobre él:

“Soy un extranjero para mí mismo”, dijo en Jeta de santo, y “los monstruos somos espectáculo”. Papasquiaro era justo eso para la pulcra poesía mexicana: un monstruo y un espectáculo.

“Mario Santiago Papasquiaro era un sujeto que hacía de la oposición su modus vivendi, que jugaba a mantenerse en esa dialéctica negativa cuya única arma es el conflicto constante, avivada por los delirios producidos por el alcohol y la memoria del amor”.

“Arrastrando una pierna y un bastón vociferaba groserías y pateaba la estilización del lenguaje. Pero ese extraño placer en Mario era motivo de desprecio y lo convertía en un marginado al que todos evitaban, al que muchos despreciaban. Sus enfrentamientos contra la injusta y silenciosa normalidad lo llevaron a ser tildado de insumiso del establishment literario, un indeseable más para el sistema”.

“Quienes dicen que como poeta es un fracaso ciertamente no terminaron de leer y entender su poesía, que no son sólo sus poemas, sino también su cuerpo y su vida”.

Cuentan también sobre su odio al automóvil y los automovilistas, que se sienten con el derecho de, literalmente, pasar por encima del peatón. Mario fue golpeado por un auto alguna vez y tuvo que usar bastón, pero la noche del 10 de enero de 1998 fue atropellado por un automóvil que se dio a la fuga, entre la Calzada Zaragoza y el Bulevar Puerto Aéreo, al oriente de la ciudad. Tenía 44 años. Su familia lo halló días después.

Que esta nota sirva para que los lectores se acerquen a alguno de los libros, la poética y la vida de Mario Santiago, infrarrealista, es el deseo de año nuevo del venenoso.

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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