Ropa libre de sustancias tóxicas: el reto de Greenpeace; la campaña Detox y el modelo de la industria automotriz

13/06/2013 - 12:30 am

Ciudad de México, 13 de junio (SinEmbargo).- Las sustancias tóxicas utilizadas para la elaboración de prendas de vestir no sólo representa un problema de contaminación durante su elaboración, sino también después de que son lanzadas al mercado.

Desde que Greenpeace denunció el uso de estas sustancias en la ropa de ciertas marcas, cada vez más de estas han dejando de utilizarlas. La meta es que se fabriquen prendas sin estos añadidos en todo el mundo. Sin embargo, no se suman de buena gana a esta iniciativa.

Se analizaron 141 prendas de marcas como Armani, Benetton, Calvin Klein, Diesel, Esprit, Gap, H&M, Jack&Jones, Levi’s Mango, Metersbonwe, Only, Tommy Hilfiger, Vero Moda, Victoria’s Secret y Zara, correspondientes a 29 países. El resultado fue claro. “No hallamos sustancias peligrosas en todas las prendas, pero sí en cada una de las marcas”, dijo Manfred Santen, experto de la organización no gubernamental en Alemania.

Lanzada en julio de 2011, la campaña Detox puso de manifiesto los vínculos entre fábricas textiles que causan la contaminación del agua tóxica en China, y muchas de las marcas de ropa más importantes. desde entonces la campaña se ha extendido a nivel global y cada vez son más los países que se suman para apoyarla.

“Las marcas de moda convierten los ríos del mundo en desagües privados”, dijo Santen, aludiendo que las sustancias químicas que se utilizan pueden producir trastornos hormonales y hasta cáncer. “En el país de fabricación de las prendas textiles, esas sustancias desembocan en los ríos a través de las aguas de desecho”, agrega. Sin embargo, el problema no para ahí.

Foto: Greenpeace
Foto: Greenpeace

Una vez vendida la ropa, ésta sigue despidiendo sustancias químicas al ser lavada, afectando así el agua potable y el ecosistema de la fauna que habita en los sitios en donde se compra, con lo que se convierte en un problema global.

De acuerdo con la organización no gubernamental, la industria textil es una de las principales fuentes de contaminación del agua con tóxicos en países como China y México. Al respecto, las marcas mencionadas registraron niveles de Nonilfenoles etoxilados (NPEs), sustancias peligrosas que una vez vertidas en los ríos se convierten en un tóxico persistente y disruptor hormonal llamado Nonifenol que además es venenoso para los peces.

En países como Alemania, las compañías alemanas dejaron de usar NPE en 1986 de manera voluntaria, mientras que en la Unión Europea, el uso de esta sustancia está regulado estrictamente y a partir de 2005 sólo puede usarse si no se vierte en los desagües. Pero la situación en otros países del mundo es muy distinta.

Marcas como Adidas, Nike y H&M se comprometieron a abandonar el uso de sustancias perjudiciales para la salud y para el medio ambiente hasta el 2020, a raíz de la campaña Detox. Por su parte, Zara anunció que dejaría de usar por completo NPE a partir del pasado mes de mayo, por lo que ahora Greenpeace exige que las compañías cumplan con lo prometido exigiendo que se de a conocer exactamente cuándo dejan de utilizar esos productos por completo.

Sin embargo, el problema detrás de esas promesas radica en que en muchas ocasiones –en las llamadas marcas de fast fashion como H&M y Zara– las mismas empresas no saben qué talleres producen los componentes de sus colecciones.

Las condiciones logísticas hacen difícil que las no pierdan el control sobre quién fabrica cada producto textil. “Un fabricante tiene cerca de 100 o 200 proveedores en China, Pakistán o Bangladesh, y éstos, a su vez, compran las sustancias necesarias para tratar hilos y telas de diferentes compañías, algunas de ellas, pequeñas empresas familiares”, dice Alex Föller, director ejecutivo de la asociación TEGEWA, que representa a compañías que fabrican productos químicos para la elaboración o lavado de telas.

A pesar de que abandonar el uso de NPE no encarecería el precio de la ropa, los controles sí podrían generar mayores costos, asegura Föller. “Al menos en pruebas por muestra, las marcas deben verificar si sus proveedores cumplen con las normas”, agrega,también sugiere que “a los proveedores también se les debería advertir que corren peligro de que no se los contrate más si no respetan las reglas”.

Según Deutschen Welle, un modelo de control similar se lleva a cabo en la industria automotriz desde hace varios años, donde las proveedoras de autopartes deben garantizar que los productos que utilizan son atóxicos.

De a cuerdo con Hans Pfeil, director del departamento de toxicología de Ford en Colonia, si un proveedor de partes no deja de usar sustancias peligrosas, ya no se le permite trabajar con la empresa.

En este caso, el objetivo de Greenpeace es que los ríos de países como Vietnam Bangladesh y China, y no sólo en los países donde se venden los productos, se dejen de derramar aguas de desecho con sustancias tóxicas. El ejemplo de la industria del automóvil demuestra que también las cadenas complejas de distribución pueden ser controladas con eficiencia.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video