GARY ANDERSON, DISEÑADOR DEL FAMOSO SÍMBOLO DEL RECICLADO

14/07/2012 - 12:00 am

El Financial Times se sentó a platicar con Gary Anderson, quien hace más de 30 años diseñó uno de los logos más famosos del mundo, cuando aún era estudiante.

En 1970, Gary Anderson era un estudiante de 23 años de la Universidad del Sur de California (USC), cuando una compañía de envases de Chicago organizó un concurso para concientizar al público sobre el medio ambiente. El diseño de Anderson fue el ganador, el cual se convirtió en el logo de reciclaje mundialmente reconocido, un clásico que se ubica junto a los de Coca Cola y Nike por su propia omnipresencia.

A pesar de tener un claro talento para el medio, Anderson se inclinó por la arquitectura en lugar del diseño gráfico, e irónicamente tuvo que lidiar con las leyes ambientales de vez en cuando.

Gary Anderson

“Yo diseñé el símbolo de reciclaje.

Estudié ingeniería en la Universidad del Sur de California en una época donde se ponía mucho énfasis para que los jóvenes estadounidenses se convirtieran en ingenieros. Fue en los años posteriores al Sputnik y la Unión Americana estaba en peligro de perder el liderazgo tecnológico frente a los rusos. Aclarado esto, con el tiempo me cambié a Arquitectura. No podía entender la electrónica. La arquitectura era más tangible.

Me gradué en 1971 y me quedé a hacer una maestría. Fue en esa época cuando vi un cartel anunciando un concurso de diseño convocado por la Container Corporation of America. La idea era crear un símbolo para representar el papel reciclado, uno de mis requisitos dentro de la universidad había sido tomar un curso de diseño de modo que pensé en intentarlo.

No me tomó mucho tiempo hacer mi diseño: un día o dos. Casi odio admitir eso ahora. Pero ya había hecho una presentación sobre el reciclaje de agua sucia y había elaborado una gráfica que describía el flujo de agua: desde su punto de origen hasta su consumo, de modo que ya tenía en mi mente flechas y arcos y ángulos.

El problema con mi diseño original es que se veía muy plano, bi-dimensional. Cuando me puse a diseñar para la competencia, recordé un viaje que habíamos hecho en secundaria a las oficinas de un periódico donde habíamos visto cómo se alimentaba el papel a las rotativas para su impresión. Dibujé con esa imagen en mente – las tres flechas en mi dibujo final parecen puntas de papel doblado. Las dibujé a lápiz, y tracé sobre ellas con tinta negra. En esta época de paquetes para diseño gráfico por computadora, sería raro ver un diseño tan crudo.

Creo que me avisaron por carta que había ganado el concurso. ¿Me emocionó?, claro, pero no demasiado. Creo que en ese momento de mi vida tenía un ego inflado y pensé, ¡por supuesto que gané! Había un premio monetario pero ni siquiera recuerdo de cuanto era… ¿de unos $2,000 dólares?

Cuando terminé mis estudios, decidí trabajar en planeación urbana y me mudé a Los Ángeles, parece gracioso pero en verdad no publicité mucho el haber ganado la competencia. Temí que me hiciera lucir como una persona de diseño en vez de un diseñador urbano. Ni siquiera lo incluí en mi currículo. Además, el símbolo pareció perderse por un tiempo, recuerdo haberlo visto en el papel de un estado bancario y después no lo vi más.

Seis o siete años después de graduarme, vivía en Arabia Saudita. Me había aburrido y había tomado un trabajo de maestro que había visto anunciado en el New York Times. Un verano, viaje a Ámsterdam de vacaciones. Nunca lo olvidaré, tan pronto bajé del avión, vi mi símbolo. Estaba sobre un gran bote de reciclado con forma de iglú. Estaba muy sorprendido. No había pensado en él  por años y aquí estaba golpeándome la cara.

Eso fue hace mucho tiempo. Desde entonces obtuve un doctorado y he trabajado para varias firmas corporativas. En este momento, dirijo una sucursal en Baltimore de una pequeña compañía que hace trabajos para el Departamento de Defensa, lo que es extraño porque cuando era joven mi posición era anti-militar.

Con respecto al movimiento ambientalista, admito que mi carrera se enfocó más en poder pagar las cuentas. Pero tengo mi certificación verde; de modo que aunque no sea un experto, contribuyo a la causa. Puede ser frustrante en mi trabajo, el toparme con regulaciones ambientales. No me mal interpreten, es bueno tenerlas, pero como solía decir mi padre… hay muchos caminos que conducen a Roma. Cuando las cosas se codifican demasiado, limitan la innovación.

Me siento ahora más cercano al símbolo de reciclaje de lo que solía estarlo antes. Quizá este diseño es una contribución muy grande de lo que había pensado, pero aun así, odiaría que fuera el trabajo por el que se definiera mi carrera. Tengo algo más que ofrecer que un símbolo de reciclaje”.

 Fuentes: Co.design/Mark Wilson/FT.com/The Financial Times

 

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