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Redacción/SinEmbargo

15/09/2015 - 12:00 am

El Grito permanente del dolor y el hartazgo

Hoy, mexicanos en prácticamente toda la República celebrarán la tradicional ceremonia del Grito de Dolores con la que, entre la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre, Miguel Hidalgo y Costilla dio por iniciada la guerra para lograr la Independencia del país en 1810. Pero, como decíamos ayer, 205 años después los […]

Hoy, mexicanos en prácticamente toda la República celebrarán la tradicional ceremonia del Grito de Dolores con la que, entre la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre, Miguel Hidalgo y Costilla dio por iniciada la guerra para lograr la Independencia del país en 1810.

Pero, como decíamos ayer, 205 años después los mexicanos no tenemos mucho qué celebrar y sí, al contrario, mucho para exigir a todas las instituciones del Estado mexicano que, en 2015, viven una crisis de credibilidad por parte de la sociedad debido a sus interminables escándalos de corrupción, conflicto de interés, ligas con el crimen organizado, ineficiencia en el servicio público y violación a los derechos humanos de nacionales y extranjeros, por sólo mencionar algunos.

El grito más importante que se escuchará esta noche en el país, y en todas las noches y días de lo que resta del actual sexenio, será el del dolor y hartazgo de millones de familias que han padecido los estragos de la violencia; el abuso de las autoridades; el daño por una administración ineficaz y que no ha privilegiado el crecimiento, el empleo, la educación, la salud y la seguridad; la burla de sus gobernantes que, sin rubor alguno, meten mano a la bolsa del dinero público para enriquecerse ellos y su grupo de amigos empresarios; el descaro de los miembros de partidos políticos que no hacen sino perpetuar sus privilegios, a cambio de aprobar leyes que, claramente, dañan a la mayoría de la población; la colusión de quienes, por mandato constitucional, son los encargados de la aplicación de la justicia, pero en vez de eso se alían con el crimen organizado para sacar tajada y fomentar la impunidad.

El grito seguirá, pues, mientras las autoridades, desde el Presidente de la República hasta el funcionario de menor nivel en la administración pública federal y en los gobiernos de estados y municipios, mantengan una estrategia de silencio, de dejar hacer y dejar pasar, de voltear la mirada a los grandes problemas del país y mirar sólo hacia sus intereses y los de sus familias y amigos.

El grito, sin embargo, debe procurarse mientras el Estado no haga caso a los ciudadanos. Debe ser cada vez más fuerte, porque sólo así se escuchará no sólo en todos los rincones del país, sino del mundo. Ese grito debe llegar a todos lados, porque, está visto, no para los actuales gobernantes no es suficiente el dolor y el hartazgo en el que han sumido al país y quieren aún más…

Por eso, las noches y días por venir seguirán los gritos y, por desgracia, más dolor para un México subestimado por quienes tienen el poder político y económico, pero que a fuerza del reclamo, desde la sociedad civil organizada, puede ahora independizarse de la corrupción y la impunidad que lo agobian.

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