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Alejandro De la Garza

19/08/2023 - 12:03 am

El cruel festín de la violencia

Pero lo que resulta un espanto es que se difundan la violencia y la crueldad de los asesinatos realizados por el crimen organizado, que se promueva la barbarie de los mensajes que se envían entre los cárteles en mantas, imágenes y videos manchados con la sangre de sus víctimas.

“El espectáculo del dolor y el sufrimiento es indigno y sólo muestra a una sociedad enferma, tal como la que vemos en las redes sociales”. Foto: Isabel Mateos, Cuartoscuro

El sino del escorpión atestigua con espanto el cruel festín de la violencia en México, las infamias y atrocidades criminales difundidas y multiplicadas de forma exponencial por la cámara de eco de las redes sociales, los medios de comunicación irresponsables y los periodistas que viven del escándalo y la utilización política aviesa de esa barbarie. Un adulto adiestrado en artes marciales golpea con salvajismo a un adolescente; un multimillonario narcisista publicita su odio patológico hacia una dirigente política de forma tan desquiciada que evidencia su necesidad de un psiquiatra; un egresado del Colegio Militar relata los abusos psicológicos, físicos y sexuales que sufren ahí los estudiantes y recibe amenazas y acusaciones de traidor y desertor; el crimen organizado desaparece muchachos inocentes para martirizarlos y asesinarlos, secuestra jóvenes mujeres para abusar de ellas y usarlas en la esclavitud de la trata de personas. El listado de violencias es interminable.

La danza macabra de los números también se desarrolla ante la mirada azorada de la sociedad. “Índices a la baja, disminución de los homicidios y feminicidios, la concentración del mayor porcentaje de violencia en sólo cuatro estados”, insisten las cifras y los voceros oficiales. En tanto, otros llaman a la incredulidad ante tales recuentos, señalan a éste como el sexenio más violento en la historia contemporánea de nuestro país y acusan los errores de una política de seguridad confusa, que nadie sabe en qué consiste más allá de la creación de la Guardia Nacional, la constitucionalización de su presencia en actividades de seguridad pública, la entrega de más y mayores responsabilidades de naturaleza diversa a las Fuerzas Armadas, las reuniones de seguridad todas las madrugadas en Palacio Nacional y el informe semanal con más cifras y porcentajes en la conferencia matutina presidencial-militar.

Y sin embargo la crueldad no cesa, crecen y se intensifican las violencias cargadas de una inhumanidad patológica y bárbara, si esto es aún posible en un país donde padecemos una violencia canibalesca, según el testimonio de un hombre que por fortuna pudo escapar con vida del reclutamiento forzado del crimen organizado en Jalisco, ¿cuántos no lo han logrado? En tanto, Oaxaca se disputa el segundo lugar en feminicidios, sólo después del Estado de México y Veracruz, y en Chiapas crecen los riesgos de ataques a gran escala entre paramilitares, grupos del crimen organizado y pandillas de autodefensas, así como de agresiones a las comunidades zapatistas.

El venenosos recuerda aquel marzo de 2011, cuando en uno de los momentos más álgidos de la violencia desatada por la “guerra contra el narco” iniciada por Felipe Calderón, los principales medios de comunicación aceptaron la petición presidencial de suscribir el “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”, donde se comprometían a regular o minimizar la información sobre asesinatos y enfrentamientos entre cárteles. El documento fue aceptado por Emilio Azcárraga Jean, dueño de Televisa, y por quien es hoy, paradójicamente, uno de los personajes más violentos y amenazantes en redes sociales, el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, cuyo caso es de una irracionalidad patente.

“Los medios debemos condenar y rechazar la violencia motivada por la delincuencia organizada, enfatizar el impacto negativo que tiene en la población y fomentar la conciencia social”, dijo entonces, también paradójicamente, el conductor de TV Azteca Javier Alatorre, quien había atacado con violencia a Cuauhtémoc Cárdenas por el caso Stanley, defendido la ilegal toma de Canal 40 por parte de su patrón, y quien hoy encabeza la batalla mediática contra los Libros de Texto Gratuitos de la misma manera en que encabezaría cualquier ocurrencia de su jefe contra quien sea. En la primera fila de aquella reunión estaban también Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Denise Maerker, José Cárdenas, Jorge Fernández Menéndez, Óscar Mario Beteta, Leonardo Curzio, Pedro Ferriz de Con, Carlos Puig y Joaquín López Dóriga.

El venenoso estaba ahí cuando al inicio de la “guerra contra el narco”, Ciro Gómez Leyva inició en su noticiero de Milenio el recuento de los fallecidos. Cada noche daba las cifras y preguntaba “¿Cuántos más, presidente Calderón?”, dirigiéndose a quien había dicho que la guerra iba a tomar mucho tiempo, muchos recursos y, lamentablemente, muchas bajas. Esto molestaba sobremanera al autoritario mandatario panista, de ahí la necesidad de un acuerdo para detener ese terrible recuento que, como hoy sabemos, siempre se quedó corto ante la inaudita violencia y las miles y miles de muertes a causa de esa política. La medida entonces fue una estrategia para amordazar elegantemente a la prensa, pero muchos se resistieron.

“Nos dijeron que el presidente Calderón estaba interesado en tener una reunión previa el martes en Los Pinos… que los medios se amordazan en algún otro lugar, y que le daría mucho gusto que estuviéramos presentes. Dijimos que muchas gracias, pero no”, declaró Pedro Torres Estrada, subdirector editorial de El Diario de Ciudad Juárez, uno de los más afectados por la violencia del crimen en el sexenio calderonista (Proceso 1795).

No se interprete mal al escorpión, de ninguna manera está pidiendo acallar las voces de tantos y tantas violentados y lastimados por el crimen organizado o las fuerzas armadas. Al contrario, los medios deben difundir las demandas y la lucha de las madres buscadoras, de los comités en busca de los desaparecidos, de los familiares de las víctimas, de las mismas víctimas a las que hay que recordar siempre, así como denunciar la negligencia o complicidad de las autoridades civiles y de las fuerzas armadas. Pero lo que resulta un espanto es que se difundan la violencia y la crueldad de los asesinatos realizados por el crimen organizado, que se promueva la barbarie de los mensajes que se envían entre los cárteles en mantas, imágenes y videos manchados con la sangre de sus víctimas. El espectáculo del dolor y el sufrimiento es indigno y sólo muestra a una sociedad enferma, tal como la que vemos en las redes sociales.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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