ENTREVISTA |“La función del bajo es abrazar a los demás”, dice el músico Aarón Cruz

20/11/2014 - 12:05 am
El jazz en México no tiene apoyo, pero no hay que quejarse. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
El jazz en México no tiene apoyo, pero no hay que quejarse. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

Ciudad de México, 20 de noviembre (SinEmbargo).- Érase un hombre pegado a un contrabajo. Llamábase Aaron Cruz, natural de ciudad de México y quien con 25 años de trayectoria podría ser considerado sin exageración uno de los mejores sino el mejor ejecutante del instrumento en nuestro país.

No importan los rankings en este asunto. Importa siempre la música. La buena música. Y el propio Aarón esgrimiría el nombre de su maestro, Agustín Bernal, como el primero de una corta lista de contrabajistas nacionales que dan sustancia al modesto pero siempre entusiasta género de jazz en nuestro territorio.

Entre julio y agosto de este año, la Fonoteca Nacional creó la Colección Aarón Cruz, con el ingreso de 64 discos compactos que dan cuenta de la participación del bajista y contrabajista en la escena musical en México. Esto nos da una idea de la dimensión extraordinaria de un músico adorado por sus pares y cada vez más reconocido y respetado por el público.

El acervo de la Fonoteca Nacional contiene grabaciones que registran el talento de Aarón Cruz para integrarse a variados proyectos, como el disco póstumo Eugenio Toussaint Trío o la creación de la banda sonora de la película Crónica de un desayuno, de Benjamín Cann.

Entre otros materiales se encuentran los discos El jazz en México, con la interpretación de Aarón Cruz al lado de la Super Big Band de Pepe Mata; el disco Ángeles y pequeños diablillos: Canciones para grandes niños, acompañando a Lily Barreto en el tema “El enigma del Xolo” y a Eugenia León en “De magia y hechizos”, además del álbum La edad de oro de la canción francesa, con Horacio Franco, Serge Roterman y David Pineda.

El talento de Aarón Cruz como contrabajista ha sido ampliamente requerido para colaborar en proyectos de etapas profundas y sólidas al lado de diversos artistas como Eugenio Toussaint, Enrique Nery, Alex Mercado, Héctor Infanzón, Horacio Franco, Tonana, Lila Downs, Santa Sabina, Ximena Sariñana y Ely Guerra, entre otros.

Como músico que sabe escuchar y acompañar con el sonido envolvente de su instrumento, Aarón Cruz ha participado en festivales de jazz, salas de concierto y grabaciones en estudio. Fue cofundador del grupo de free jazz Cráneo de Jade, al lado de Remi Álvarez y Hernán Hecht.

También formó parte del grupo Tritonia, junto a Armando Cruz y Rodrigo Castelán; participó en los ensambles de jazzistas de talla internacional como Héctor Infanzón y Eugenio Toussaint y en 2010 creó el grupo de rock fusión A Love Electric, junto al guitarrista estadounidense Todd Clouser y al baterista argentino Hernán Hecht; poco después fue invitado a integrar un trío de jazz con el pianista Alex Mercado y el baterista chileno Gabriel Puentes.

Actualmente destaca su participación con Abraham Barrera y el flautista de música barroca Horacio Franco, con quienes conformó el grupo H3A. También es miembro del grupo de jazz fusión La Groovy Band, junto a Iraida Noriega y el rapero Eric “El Niño”.

Trabajó en una herrería y cuando conoció el bajo dejó la Prepa. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Trabajó en una herrería y cuando conoció el bajo dejó la Prepa. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

El disco Eco es el primer material de Aarón Cruz Trío, formado por el mismo Aarón al contrabajo, Marc Aanderud al piano y Hernán Hecht a la batería. Esta obra, bajo la producción del propio contrabajista, rinde homenaje al compositor David Aguilar, con temas como “Eco”, “Libélula”, “Conté hasta tres”, “Aves de agua”, “Las constelaciones”, “A la ventana”, “Carolina”, “De papel”, “Cero vértigo”, “La bahía” y “Cristal”.

Lo que todo el mundo también sabe en relación a Aarón Cruz, quien el próximo 12 de diciembre arribará a los 44 años de vida, es que además de un gran músico es un excelente ser humano. Parece un lugar común, una frase de cliché, pero que en su caso adquiere la fuerza de una verdad irrefutable.

Por tanto, siempre es una delicia entrevistarlo, como tal es el caso.

–¿Encuentras diferencias entre un bajista y un contrabajista, Aarón?

–No, creo que la función del instrumento y la personalidad del mismo son la misma. Somos muy similares los bajistas y los contrabajistas. Ya el desarrollo del instrumento en cada caso se expresan en universos totalmente diferentes, eso sí.

–Hay un cierto desprecio por parte de la música culta hacia los bajistas eléctricos

–Totalmente. Lo que pasa es que es un instrumento muy joven, tiene apenas 62 años de edad, todavía no lo aprecian como tal, pero es tan válido como cualquier otro.

–Decía Fito Páez: soy de la época en donde no se hacían conciertos de bajistas

–(risas) Exactamente y mira que Fito Páez tuvo entre sus filas nada más ni nada menos que al extraordinario bajista Guillermo Vadalá…

–Pero esos conciertos de tantos bajistas juntos…no parecen gustarle a mucha gente, pero se llenan

–Bueno, a mí no me gustan. Prefiero el bajo como instrumento de base, de apoyo y de discreción, que como instrumento solista. Aunque de repente voltean y te dicen: ¡Vas! Y tienes que contar tu historia, hacer un solo, pero la función del bajo es abrazar a los demás, estar detrás.

–En tu caso has construido un discurso propio con el contrabajo y de eso sí supongo que te haces cargo

–Absolutamente. En mi caso ese discurso tiene como motivo final el jazz, que es el género que elegí para expresarme. Eso implica entrarle a la batalla no sólo como instrumento de base sino también como partícipe igual de los solos y de la rítmica y de ser en ocasiones un actor de primer plano.

–¿Cómo es que todo el mundo en México quiere tocar contigo, Aarón?

–No lo sé. Lo único que quise cuando tomé un bajo eléctrico fue tocar con mucha gente en muchos lugares del mundo. Siempre con la tirada de tocar jazz, aunque en el camino he tenido que tocar muchas otras músicas. Llegar al jazz es un trabajo, no es fácil. Y cometí muchísimos errores en ese camino, porque no sabía tocar jazz. Lo que me pasa ahora como músico creo que tiene que ver con disfrutar mucho lo que hago. Creo que va por ahí. No trabajo por dinero. Ya sería rico si lo hiciera. Me han ofrecido cantidad de giras internacionales con artistas masivos que ni quiero ni mencionar y siempre he optado por hacer la música que quiero con quien quiero.

–¿No hay una línea intermedia entre lo que se conoce como “el músico huesero” y el que sólo quiere hacer su música?

–No lo sé. Yo he tocado para poder comprarme un contrabajo y he sido muy infeliz haciendo eso, porque se trata de hacer música donde a cada momento te hacen saber que eres totalmente reemplazable, que hay otro que lo hace mejor que tú y no hay ningún involucramiento personal. Eso, para mí, no es la música. Odio la palabra hueso. Hueso, los políticos. Hueso, los burócratas. Veo que muchos compañeros se conflictúan entre esos dos polos; otros no y viven en ese mundo de acompañar a artistas y ganar mucho dinero, aunque curiosamente siempre se están quejando.

–¿Existe el jazz en México?

–Existe. Y existen también las nuevas generaciones en forma impresionante, jóvenes compañeros que están teniendo una visión de su trabajo personal, de la teoría de la música, de su instrumento y de su expresión personal, no tanto en la idea clásica de tocar standards, que me dan mucho gusto.

El bajista de mayor proyección internacional, uno de los músicos más queridos de México. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
El bajista de mayor proyección internacional, uno de los músicos más queridos de México. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

–¿Cuándo fue tu encuentro con el bajo?

–Fue una casualidad que se dio cuando tenía 17 años y salía de la secundaria. Antes de entrar a la preparatoria trabajé durante un año en una herrería pues a mi padre se le hacía importante que enfrentara el hecho de tener un oficio, hacer cosas con las manos. Él es pintor y pertenece a una familia de obreros del vidrio y fue el único de su familia que no siguió la tradición. Se hizo artista plástico, nos dio una vida increíble y todavía pinta. Mi madre es costurera. Ambos trabajan con las manos. A los dos se les hizo muy importante que a la par del estudio tuviera yo un oficio. Y yo, encantado lo hice. Un vecino que vivía al lado de la herrería tenía un grupo de rock y me puso la primera guitarra eléctrica que tuve en mis manos. Hice mis cositas clásicas, porque había estudiado algo de guitarra clásica de niño y me dijo: -Tocas bien, pero mejor toca esto. Me dio un bajo eléctrico. Inmediatamente me identifiqué con el instrumento y al año ya estaba tocando con varios grupos, al año medio dejé la Prepa y aquí estoy.

–¿Van tus padres a los conciertos?

–Muy poco. Afortunadamente no tuve ni tengo unos padres fans. Ellos trabajan en slo suyo y me dejan hacer lo mío.

–En México hay músicos de jazz, pero faltan empresarios, gente que apueste por el género

–Es verdad que en México falta apoyo, pero no me gusta quejarme, porque no hay que esperar el apoyo. Hay que hacer las cosas. La banda en la que estoy ahora es A Love Electric. Interesante banda trinacional con el estadounidense Todd Clouser en la guitarra y el argentino Hernán Hetch en la batería. Todo lo hacemos nosotros. Somos autogestivos. Lo promovemos, buscamos las fechas, hacemos los contratos. Creo que es una manera de hacer las cosas, de provocar que sucedan. En México, los empresarios nunca han creído que hay jazz y cuando han tenido que invertir en el género han optado por músicos de afuera. Y eso no importa. El jazz va a seguir. Las nuevas generaciones me dan confianza, porque creen en su música y buscan los recursos para hacerla. Como el Colectivo Noon, que hace conciertos privados en casas, donde va la gente que realmente quiere escuchar un concierto de jazz y que no va a platicar ni a comer cuando tocas.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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